Ll¨¢mame ¡°Kid¡±
Nada supera ese cari?oso mote. Urdangarin ve a su esposa, que es infanta, como una dama, pero la trata como a un chaval, uno m¨¢s del equipo del que es capit¨¢n
Hay algo adictivo en la entrega folletinesca de los correos electr¨®nicos de Diego Torres: igual que en los culebrones, siempre nos dejan en ascuas a la vez que van anunciando eficazmente el pr¨®ximo episodio y su propio cl¨ªmax. Esta ¨²ltima entrega, que como cap¨ªtulo podr¨ªa titularse Kid, desea prepararnos para una moment¨¢nea imputaci¨®n de la duquesa de Palma. Ese ser¨¢, si llega, un d¨ªa de m¨¢xima audiencia.
Los e-mails informan de algunas otras cosas. En primer lugar, del reci¨¦n aprendido lenguaje cosmopolita en el que se maneja la pareja ducal. El duque de Palma le pide a su esposa que repase unos papeles que piensa enviar sobre el Instituto N¨®os y le pide que los lea, please, y se despide con un cari?oso y latino ciao. Se entiende que en Pedralbes, la parte noble de Barcelona, el biling¨¹ismo se triplica porque adem¨¢s de castellano y catal¨¢n lo que se habla, y a veces piensa, es ingl¨¦s. Nada supera ese cari?oso mote de ¡°Kid¡± a la Infanta.
Kid, que significa chaval o chavala, implica cierta ternura porque tiene mucho de trato juvenil, de camarader¨ªa sanota y deportiva. Urdangarin ve a su esposa, que es infanta, como a una dama, pero la trata como a un chaval, uno m¨¢s del equipo del que es el capit¨¢n. Es la natural ignorancia de los kids: a¨²n no han crecido, ni se rebelan, ni cuestionan. Siguen jugando, so?ando con ganar, sonriendo all¨ª donde vayan.
Marzo es el nuevo enero, lo hemos constatado en esta precoz y g¨¦lida Semana Santa. El caprichoso cambio clim¨¢tico se ha instalado entre nosotros casi como lo ha hecho el marketing de los dos papas: Benedicto, con su plumas acolchado blanco, y Francisco, con su humildad a cuestas, que no se decide a mudarse a los apartamentos papales. ?Ser¨¢ algo de soberbia desde?ar tan confortable vivienda? Insistir en eso podr¨ªa llegar a provocar un ERE en el Vaticano, sobrar¨ªa mano de obra. ?O ser¨¢ que el nuevo papa considera esos aposentos m¨¢s peligrosos que salir de noche por las calles de la periferia de Buenos Aires? Algo se huele el Pont¨ªfice, y no es el incienso de las procesiones.
Aqu¨ª cerca, Artur Mas y Mariano Rajoy se reun¨ªan m¨¢s discretamente, medio acorralados. Solo han dejado saber que hablaron m¨¢s que nada de econom¨ªa y corralito. Es hora de reconocerle a Madrid esa habilidad para conciliar reuniones secretas con nuevas apariciones y desapariciones marianas. Mientras unos ve¨ªan a Corinna en todas partes, La Zarzuela desment¨ªa su presencia.
Milagrosamente, esta probada capacidad madrile?a para la opacidad y el disimulo no se practica en la televisi¨®n, que es una religi¨®n tan viva como cualquier otra, donde vivimos un desfile de trapos b¨ªblicos en Antena 3 y cuerpos en distinto grado de desnudez en la piscina de Telecinco. Sat¨¢n tentaba a Cristo en una, Mercedes Mil¨¢ recordaba a Cr¨®nicas marcianas en otra. La Virgen lloraba a su hijo y Raquel Mosquera se lanzaba en un ¨¢ngel reivindicando la mujer valiente con curvas. A ella no la llames Kid.
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