En defensa de Chipre
El hoy denostado sistema bancario de la isla se presentaba, hace tan s¨®lo cinco a?os, como una referencia obligada a nivel europeo e internacional
A¨²n recuerdo el mes de junio de 2003, cuando el presidente Clerides regres¨® a Nicosia del Consejo Europeo con la decisi¨®n un¨¢nime de la UE de admitir a Chipre como nuevo Estado miembro. Las banderas europeas y chipriotas se desplegaron y multiplicaron en Markarios Avenue, el estruendo de miles de cl¨¢xones son¨® durante horas y la givania chipriota corri¨® en todos los espacios p¨²blicos y caf¨¦s de la isla, que celebraron con alegr¨ªa y satisfacci¨®n el reconocimiento de Chipre como territorio europeo. Diez a?os m¨¢s tarde esas calles son testigo de manifestaciones en las que se enarbolan pancartas que piden la salida de Europa y critican ferozmente a Bruselas. ?Qu¨¦ ha ocurrido en Chipre para que en s¨®lo una d¨¦cada se pase de la exaltaci¨®n europe¨ªsta a la desafecci¨®n? En estas l¨ªneas no pretendo analizar el desprop¨®sito organizado por los responsables europeos para rescatara Chipre, porque esto merecer¨ªa un art¨ªculo espec¨ªfico; lo ¨²nico que persigo es contribuir a la reflexi¨®n sobre las razones de fondo que han llevado a esta creciente y negativa actitud de los europeos hacia los chipriotas.
El rechazo al plan Annan II no gust¨® al ¡®establishment¡¯ internacional, que penaliz¨® al pa¨ªs con cierto aislamiento
Como ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperaci¨®n fui testigo de la decepci¨®n de los principales actores europeos y del establishment internacional por el rechazo de Chipre al plan Annan II. Muchos de ellos se preguntaron ?c¨®mo el 75% de los ciudadanos de ese peque?o Estado se atrevieron a decir no al plan gestado por Washington, Berl¨ªn y Bruselas? Una vez m¨¢s, comprob¨¦ con cierta frustraci¨®n c¨®mo la comunidad internacional dise?aba el futuro de un pueblo y de una Naci¨®n sin valorar su opini¨®n y perspectiva hist¨®rica, y sin prever los efectos de las propuestas. Los chipriotas rechazaron mayoritariamente un plan que consideraron poco justo para alcanzar y asentar una soluci¨®n definitiva para la divisi¨®n de la isla. Esta decisi¨®n democr¨¢tica no gust¨® a los dirigentes internacionales que, en lugar de buscar soluciones concretas y promover una nueva ronda negociadora, penalizaron al pa¨ªs y al presidente Papadopoulos con cierto aislamiento.
La llegada de capitales de Rusia que se denuncia, ?no se ha producido tambi¨¦n en Alemania o Reino Unido?
En tan solo unos a?os este pa¨ªs ha escalado por m¨¦ritos propios hasta los niveles de calidad y competencia exigidos por los est¨¢ndares europeos. Chipre era un pa¨ªs mod¨¦lico y alcanz¨® con prontitud las exigencias sociales, institucionales, econ¨®micas, financieras y de seguridad reclamadas por Europa. Se adhiri¨® a los acuerdos Schengen y al euro, y sus cifras econ¨®micas eran las de un pa¨ªs pr¨®spero. El hoy denostado sistema bancario chipriota se presentaba, hace tan s¨®lo cinco a?os, como una referencia obligada a nivel europeo e internacional. No s¨®lo los bancos griegos sino muchas entidades financieras, incluidas las brit¨¢nicas y las alemanas, conoc¨ªan y se beneficiaron de la plataforma chipriota. Me escandaliza escuchar ahora c¨®mo esta banca vilipendia a la chipriota por los dep¨®sitos de compa?¨ªas y particulares rusos, porque podemos preguntarnos si la llegada de capitales de Rusia que se denuncia en Chipre no se ha producido tambi¨¦n en Alemania o el Reino Unido. La situaci¨®n de la banca chipriota era conocida y, por tanto, la troika ten¨ªa informaci¨®n. De ello se discuti¨® en la Presidencia chipriota de la UE. En la reuni¨®n informal del Ecofin de septiembre de 2012 en Nicosia, los todopoderosos ministros de econom¨ªa europeos escucharon en la cena una intervenci¨®n muy ilustrativa del ministro chipriota de Finanzas, Vassos Shiarly. Record¨® que la decadencia de Atenas comenz¨® con la ruptura de los acuerdos alcanzados por 150 ciudades-estado integradas en la Liga de Delos. La comparaci¨®n con la UE y Alemania no fue bien acogida y los ministros del euro hicieron o¨ªdos sordos de la intervenci¨®n, que reiter¨® la necesidad de salir juntos de esta crisis.
Estamos ante una naci¨®n que posee yacimientos de hidrocarburos que son la tercera gran reserva del mundo
Cuando se escuchan voces tan cr¨ªticas con Chipre hay que recordar a la opini¨®n p¨²blica europea que este pa¨ªs, en el que viven algo m¨¢s de 1.120.000 habitantes, tiene un PIB de 21.500 millones de euros, el puesto 31 en el ?ndice de Desarrollo Humano, una joven universidad que forma alrededor de 7.000 alumnos, e hidrocarburos que representan la tercera gran reserva del mundo. Los ministros del Ecofin han vuelto a ignorar las realidades nacional e internacional, as¨ª como los enfoques geopol¨ªtico y estrat¨¦gico de Chipre. No han sopesado la influencia de la Federaci¨®n de Rusia, un pa¨ªs clave en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a la hora de debatir la cuesti¨®n chipriota. Chipre tiene un gran potencial y no s¨®lo tur¨ªstico, porque sus yacimientos de hidrocarburos han provocado probablemente un desequilibrio mayor de los mecanismos de relaciones de poder e influencia dentro y fuera de la UE. La cuesti¨®n que podr¨ªa plantearse hoy es si los yacimientos chipriotas ser¨¢n europeos, rusos, turcos, libaneses o israel¨ªes, pero ese es otro debate que debe afrontar la pol¨ªtica europea¡ A la vista de los acontecimientos, se despreciar¨¢ el enfoque geopol¨ªtico y se adoptar¨¢ el pseudotecn¨®crata, mientras la sociedad chipriota se encamina a un sufrimiento desproporcionado e injusto. Por todo ello, mi solidaridad y apoyo a Chipre.
Miguel ?ngel Moratinos fue ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.