Las confesiones del rey de Jordania enfadan a medio mundo
Una entrevista a Abdal¨¢ II publicada este mes no deja de generar pol¨¦mica
De un rey se espera que tienda a mirar a todos aquellos que le rodean por encima del hombro. Al fin y al cabo, es un rey. Pero lo que no es tan com¨²n es que exprese su opini¨®n de una forma brutalmente honesta ante las grabadoras de la prensa. Cierta entrevista al monarca Abdal¨¢ II de Jordania, publicada este mes por la revista estadounidense The Atlantic, ha enfurecido a muchos ciudadanos, a la vez que ha ofendido a miembros de la propia familia real y ha dejado en rid¨ªculo a varios l¨ªderes de pa¨ªses vecinos.
Primero, est¨¢ el retrato del nivel de vida del rey Abdal¨¢. Jordania vive una muy delicada situaci¨®n econ¨®mica. Oficialmente, el desempleo es del 14%. Mientras tanto, casi otro 14% de la poblaci¨®n vive por debajo del nivel de la pobreza. Y, al mismo tiempo, al monarca le gusta pilotar sus propios helic¨®pteros Black Hawk y conducir su Mercedes blindado ¡°r¨¢pido, como si le estuvieran persiguiendo¡±, seg¨²n dice el periodista Jeffrey Goldberg en el art¨ªculo. El palacio en el que vive, a?ade, es ¡°considerable en tama?o¡± y, por supuesto, est¨¢ ¡°decorado de forma cara¡±.
Hasta ah¨ª nada que deba extra?ar excesivamente, procediendo, precisamente, de un rey. Lo que s¨ª ha llamado la atenci¨®n dentro y fuera de Jordania es que en la entrevista se publiquen las opiniones honestas del monarca sobre los l¨ªderes de los pa¨ªses vecinos. De Mohamed Morsi, presidente de Egipto, dice, en dos ocasiones, que es un hombre ¡°sin profundidad¡±. A Bachar El Asad, que rige lo que puede de Siria con pu?o de hierro, lo ridiculiza por su aparente provincialismo. Al fin y al cabo, ?c¨®mo puede un presidente de un Estado no saber lo que es el jet lag?
¡°Hubo una cena conmigo, con ¨¦l y con el rey de Marruecos, en la residencia del rey en El Cairo. Y Bachar, durante la velada, se gir¨® hacia nosotros y nos pregunt¨®: ?Me pod¨¦is explicar lo que es el jet lag?¡±, relata el rey Abdal¨¢ en la entrevista. Y subraya: ¡°Nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar del jet lag¡±.
Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es que se publiquen las opiniones honestas del monarca sobre los l¨ªderes vecinos.
En las protestas de la primavera ¨¢rabe, muchos manifestantes han criticado no solo al monarca, sino tambi¨¦n a su familia, por considerar que se lucra aprovechando su posici¨®n de privilegio. Por lo que trasciende en la entrevista, el propio soberano tampoco tiene un gran concepto de todos sus allegados, que incluyen a 11 hermanos y hermanastros y una gran cohorte de primos y dem¨¢s. ?l intenta imponer una serie de reformas aperturistas, al tiempo que trata de dar imagen de austeridad, pero la familia, parece ser, no acaba de captarlo.
¡°No, los miembros de mi familia no lo entienden¡±, se queja el rey. ¡°No est¨¢n involucrados en el d¨ªa a d¨ªa. Cuanto m¨¢s te alejas de esta silla, m¨¢s te conviertes en un pr¨ªncipe o una princesa. Eso sucede en todas las familias reales, creo. Cuanto m¨¢s te alejas de esta silla, m¨¢s crees en la monarqu¨ªa absoluta. Es la mejor forma de describirlo. Y no funciona¡±.
Por dar m¨¢s detalles, el monarca llega a explicar que debe ordenarle a los miembros de su familia que se comporten con civismo en la carretera. ¡°Siempre estoy evitando que los miembros de mi familia pongan luces [de se?alizaci¨®n] sobre los coches de sus guardaespaldas. Arresto a miembros de mi familia y les retiro sus coches y les corto los subsidios a la gasolina. Tambi¨¦n les hago pararse en los sem¨¢foros. Porque intento poner ejemplo¡±, asegura.
La entrevista a Abdal¨¢ II se ha convertido en la comidilla pol¨ªtica en Amm¨¢n en los pasados d¨ªas. Hay quienes aprecian la candidez del rey. Sin embargo, otros creen que va demasiado lejos, y perciben cierta altaner¨ªa, que no le beneficia en un momento delicado para la corona, dadas las protestas populares que se suceden desde hace dos a?os. Sus apreciaciones han dado tambi¨¦n la vuelta al mundo.
Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visit¨® Jordania el 22 de marzo, hizo una broma en p¨²blico sobre Abdal¨¢ II. Recordando que, cuando hab¨ªa visitado antes el pa¨ªs, en su ¨¦poca de senador, el rey le hab¨ªa conducido al aeropuerto, el mandatario record¨®: ¡°No puedo decirles a qu¨¦ velocidad iba, pero no creo que el servicio secreto no pod¨ªa mantenerse a su ritmo¡±.
La sala, repleta de periodistas, solt¨® una carcajada al un¨ªsono. El rey esboz¨® una media sonrisa. No se le ve¨ªa c¨®modo. Una cosa es tener opiniones previas y comentarlas con un periodista en el que, en principio, se conf¨ªa. Otra muy distinta es tener que rendir cuentas ante las c¨¢maras y ante todo un pa¨ªs.
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