Democracia en secreto
Las relaciones entre Catalu?a y Espa?a no pueden negociarse en la oscuridad
Casi dos semanas despu¨¦s de la reuni¨®n secreta entre Artur Mas y Mariano Rajoy, ninguna de las partes ha ofrecido informaci¨®n solvente sobre la cita. Y no porque fuera banal o intrascendente: no pod¨ªa serlo al cabo de seis meses de fuertes tensiones pol¨ªticas, ni se trata de personas que arreglan o desarreglan sus diferencias privadas, sino de los jefes del poder ejecutivo del Estado espa?ol y de la autonom¨ªa catalana. Ninguno de los dos puede permitirse que pasen m¨¢s d¨ªas sin explicarse ni dejar a terceros que siembren la confusi¨®n, como ocurri¨® ayer con el portavoz de la Generalitat que, en vez de explicar la reuni¨®n, reiter¨® la prioridad absoluta del ¡°derecho a decidir¡± respecto a la reforma de la financiaci¨®n.
El equipo de Mas cuenta a sus aliados que todo sigue seg¨²n lo pactado entre ellos, mientras pide a Rajoy que no le apriete por el lado econ¨®mico y que sea muy discreto. A su vez, Rajoy, siempre partidario de explicarse poco o nada sobre cualquier tema, parece acceder a mantenerse silente respecto a este asunto.
La opacidad practicada lleva a un concepto aberrante de la democracia como puro teatro que se escenifica con vistas a los ciudadanos, mientras las cosas importantes se negocian por detr¨¢s y en penumbra. Es cierto que hay precedentes de reuniones no anunciadas entre altos responsables p¨²blicos. El propio Mas protagoniz¨® un encuentro inicialmente opaco con Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, en enero de 2006, sobre el Estatuto de Catalu?a, a espaldas de Pasqual Maragall y de Josep Antoni Duran Lleida. La costumbre del secreto viene de un tiempo en que la reserva fue regla cuando los embrionarios partidos de la Transici¨®n desbrozaban la Carta Magna. Lo inaudito es que aquel m¨¦todo preconstitucional contin¨²e us¨¢ndose 35 a?os despu¨¦s, como si el sistema pol¨ªtico estuviera volviendo a la fragilidad de los primeros tiempos.
En su d¨ªa, el presidente catal¨¢n explic¨® su ¨²ltimo encuentro p¨²blico con Rajoy, el 20 de septiembre de 2012, como la constataci¨®n del fracaso en la v¨ªa del pacto fiscal y la necesidad de ir hacia un proyecto soberanista, que crey¨® posible acelerar con la convocatoria precipitada de elecciones. Como era previsible, los problemas financieros de Catalu?a fueron igual de asfixiantes despu¨¦s que antes de las elecciones, y de ah¨ª la vuelta de Mas a las maniobras en la oscuridad.
Un clima de contactos frecuentes entre el Gobierno de Espa?a y el de la Generalitat de Catalu?a deber¨ªa ser lo normal. Es m¨¢s, se echa en falta un esp¨ªritu de colaboraci¨®n leal entre las principales fuerzas pol¨ªticas, con el objetivo de sacar a este pa¨ªs de la crisis. El repentino secretismo en un tema tan delicado, lejos de favorecer la comprensi¨®n, atiza sospechas y especulaciones. Mas y Rajoy est¨¢n obligados a aclarar de qu¨¦ hablaron y qu¨¦ consecuencias tiene o va a tener esa conversaci¨®n, porque es inaceptable que las relaciones entre Catalu?a y el resto de Espa?a se negocien en la oscuridad.
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