Confesiones de un autor pirateado
Este fen¨®meno no es exclusivo de internet, pero lo cierto es que cada d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil obtener un pago por publicar
Vayamos primero a los hechos. Desde hace dos o tres a?os es corriente encontrar copias piratas de alg¨²n libro de mi autor¨ªa en los repositorios digitales. En enero del 2012, hab¨ªa en Scribd cinco textos completos en varias versiones, que sumaban un total de 8.000 descargas. Estaba Ense?ar lengua, de 576 p¨¢ginas, escaneado p¨¢gina por p¨¢gina, con el sello en varios lugares de la biblioteca de la Universidad de Concepci¨®n, en Chile. Mi asombro inicial se convirti¨® poco a poco en cabreo, m¨¢s tarde en un cierto orgullo y finalmente en un ¡°lo mismo da¡± y ¡°d¨¦jalo estar¡±.
Por supuesto, avis¨¦ a mis editoriales, que escribieron al administrador norteamericano del repositorio y a los pocos d¨ªas se hab¨ªan eliminado dichas copias. Pero meses despu¨¦s se hab¨ªan subido otras. O sea, esto es como las verrugas, que las quemas pero salen de nuevo. Algunas de mis editoriales han contratado los servicios de una empresa ¡ª"car¨ªsima", dicen¡ª, para limpiar la red, pero no parece que sea muy efectivo.
Resignado, he empezado a coleccionar ¡°versiones piratas¡± de mis textos. Tengo una carpeta para cada libro. Las hay de todo tipo: completas y parciales, escaneadas de un original o tecleadas con procesador, con varios sellos de origen, en varios formatos (PDF, Word, foto). No salgo de mi asombro. Le pongo sarcasmo porque no quiero hacer sangre ni me interesa la paranoia.
Hay algo de compulsivo en descargar ilegalmente en la red, como adquirir productos que no necesitamos
Hace un par de semanas encontr¨¦ en ISSUU una copia de En_l¨ªnea: leer y escribir en la red, publicado en septiembre del a?o pasado. Es completa, pesa 95,5 Mg y fue escaneada de un original de la Biblioteca P¨²blica Retiro, de Madrid. Hab¨ªa tenido 1.300 y pico descargas en dos meses y era uno de los libros ¡°estrella¡± del repositorio. Me invadi¨® una frustraci¨®n que no hab¨ªa sentido en otras ocasiones, supongo que por el poco tiempo que hab¨ªa transcurrido entre la edici¨®n y el pirateo.
El tipo que hab¨ªa colgado esa copia ten¨ªa perfil con nombre, apellidos y foto; es un profesional de la educaci¨®n y supongo que una persona respetable. Hab¨ªa colgado la copia como ¡°regalo de Reyes¡± a finales de 2012 en una red profesional, auspiciada por el gobierno espa?ol, de la que yo tambi¨¦n soy miembro¡ Alucinante. Lo denunci¨¦ al moderador de la red y escrib¨ª un post para todos sus miembros en el que explicaba lo sucedido, sin citar al autor del crimen, y ped¨ªa opiniones. Visitaron mi post ¡ªy supongo que lo leyeron¡ª un centenar de personas, pero nadie respondi¨®. Solo lo hizo a los pocos d¨ªas el pirata, que reconoci¨® p¨²blicamente su delito, pidi¨® disculpas y borr¨® los enlaces con la copia.
Pasemos ahora a las reflexiones. Primero, la pirater¨ªa no es algo exclusivo de internet. Recuerdo mis viajes a Am¨¦rica Latina en los noventa, cuando firmaba ejemplares de mis libros a los lectores y sol¨ªa presentarse alguno con una fotocopia, sin sombra de verg¨¹enza, que pretend¨ªa que se la dedicara [sic]. Sin duda la red facilita el proceso t¨¦cnico de copiar, pero sobre todo globaliza sus usuarios a nivel planetario.
Segundo, ser¨ªa ingenuo pensar que esos miles de personas que se han descargado copias pirata habr¨ªan comprado los libros si no los hubieran podido descargar. Tambi¨¦n lo es pensar que han le¨ªdo y aprovechado todo lo descargado. M¨¢s bien hay algo compulsivo en lo de descargar ilegalmente de la red, igual que adquirimos productos que no necesitamos y que nunca consumiremos. Seguimos teniendo mucha hambre e internet alimenta ese af¨¢n desmedido.
Tercero, seguramente necesitamos m¨¢s educaci¨®n y conciencia, como sugiere el caso del pirata arrepentido. El problema no es solo qui¨¦n escanea un texto y lo cuelga en la red, sino tambi¨¦n quienes se lo bajan alegremente. Hay mucha hipocres¨ªa al callar y aceptar t¨¢citamente el discurso legal oficial, mientras por la noche en casa y en silencio descargamos todo lo que podemos. Es aquello de nadie lo dice, pero todos lo hacen.
Cuarto, intento ser comprensivo. Acepto que se graben mis conferencias y que se vean en YouTube, cuelgo todas mis presentaciones en Slideshare, me gusta que las revistas cient¨ªficas liberen sus papers a los pocos meses de su publicaci¨®n. Me parece bien que se ofrezca un cap¨ªtulo gratis de una novedad editorial, a modo de reclamo... Dedico tiempo a recopilar esos v¨ªnculos en mi web para que cualquiera los consulte. Espero que los que quieren leer y estudiar con mis textos, pero no pueden o no quieren pagar los libros, lo puedan hacer de otro modo, con documentos actuales, de calidad y legalmente.
La crisis editorial tiene ra¨ªces mucho m¨¢s profundas y complejas. Es un cambio de ciclo
Pero me gustar¨ªa seguir escribiendo y publicando en papel y en digital, en editoriales con proyecci¨®n y buena distribuci¨®n en todo el mundo. No es tanto el dinero que gano ¡ªalguna editorial hace ya dos a?os que no puede pagar¡ª, como la posibilidad de lanzar un producto m¨¢s elaborado, maduro y atemporal, que llegue a otros lugares y a audiencias distintas. Pero cada d¨ªa est¨¢ m¨¢s dif¨ªcil, porque las editoriales se tambalean, cierran las librer¨ªas, el libro digital no despega y cada a?o se venden menos libros¡
Quinto, estoy bastante convencido de que lo que escribo ¡ªque no son novelas ni libros medi¨¢ticos¡ª tiene fecha de caducidad, como las enciclopedias o las gu¨ªas telef¨®nicas. Internet ha cambiado los procesos de producci¨®n, distribuci¨®n y consumo de informaci¨®n. Si nos interesa un autor o un tema, lo googleamos y, con cierta pericia, llegamos a su blog, presentaciones, v¨ªdeos o art¨ªculos liberados. ?Qu¨¦ inter¨¦s tiene leer un libro viejo, largo y lento, si la red almacena documentos audiovisuales m¨¢s actuales y motivadores? Hoy en los congresos y encuentros cient¨ªficos y profesionales se graba todo en v¨ªdeo, se cuelgan todas las presentaciones, se tuitea cada idea, etc. Todo va a parar a la red.
En resumen, lucho contra la pirater¨ªa, pero soy esc¨¦ptico respecto al futuro. La crisis editorial tiene ra¨ªces mucho m¨¢s profundas y complejas. Es un cambio de ciclo. Como un anciano con achaques, consciente y socarr¨®n, le pongo iron¨ªa e intensidad a lo que me queda de vida. Ojal¨¢ me equivoque y, si no es as¨ª, que me quiten lo bailado.
Daniel Cassany es ling¨¹ista e investigador de la Universitat Pompeu Fabra
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