El bitcoin es un para¨ªso
La expansi¨®n de esta divisa virtual empieza a preocupar a las autoridades monetarias
Si usted decidi¨® el mi¨¦rcoles poner sus ahorros en bitcoins ¡ªcomo otros antes los colocaron en F¨®rum Filat¨¦lico, pongamos por caso¡ª y los vendi¨® ayer, lo sentimos. Perdi¨® 210 d¨®lares por bitcoin. Si, por el contrario, los compr¨® hace tres a?os y los vendi¨® el mi¨¦rcoles, gan¨® 263 por cada moneda virtual adquirida.
El bitcoin es una divisa, como el d¨®lar, el yen o el dobl¨®n, pero no se toca ni se ve. Tampoco tiene un banco central detr¨¢s, ni una Merkel, ni un FMI. No hay autoridad ni testigos ni registros.
Los bitcoins son virtuales, pero se compran con dinero real. Desde que fue creada en 2009 por un misterioso Satoshi Nakamoto, su valor oscilaba casi siempre entre uno y dos d¨®lares. La crisis chipriota y el cierre de sus bancos dispar¨® la divisa hasta los 266 d¨®lares del mi¨¦rcoles. Ayer baj¨® a 50.
Pese a los sobresaltos, el bitcoin no es un Monopoly cualquiera. Su expansi¨®n empieza a preocupar a las autoridades monetarias por el desaf¨ªo que suponen a su poder financiero establecido ¡ªque sufrimos¡ª. Una moneda sin autoridades de por medio que hoy deval¨²an mis ahorros y ma?ana suben mis impuestos tiene un atractivo ¨¢crata, pero tambi¨¦n pr¨¢ctico: la moneda viaja por Internet an¨®nimamente y sin necesidad de pasaporte.
En esta moneda todo fue programado matem¨¢ticamente cuando se cre¨® con el fin de que en 2140 se pare la m¨¢quina de fabricar dinero: 21 millones de monedas (vamos por 11 millones).
Gracias al anonimato y a la ausencia de autoridades, bitcoin pone al alcance de cualquiera hacerse un B¨¢rcenas, o sea, un para¨ªso fiscal. Y mucho m¨¢s c¨®modo que esos galimat¨ªas de sociedades cruzadas entre islas del Caribe. Con el bitcoin lo ¨²nico que no hay que hacer es guardarlo en el ordenador, que se queda obsoleto enseguida y se tira sin recordar lo que hab¨ªa dentro; mejor guardar los bitcoins en la nube, aunque su extrav¨ªo tampoco ser¨ªa algo singular, anta?o m¨¢s de uno quem¨® el colch¨®n con las pesetas dentro. ?Virtual? ?Real? ?Qui¨¦n se atreve a poner la mano en el fuego? Las fronteras se van diluyendo y las del dinero tambi¨¦n; pero lo de ¡°papel moneda¡± como que empieza a sonar viejuno.
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