Vestigios de la guerra fr¨ªa
La relaci¨®n entre Estados Unidos y China es decisiva para las crisis con Corea del Norte y Taiw¨¢n
El contraste entre la situaci¨®n en la pen¨ªnsula coreana y a trav¨¦s del Estrecho de Taiw¨¢n no puede ser mayor. Ambos contenciosos son legado de una guerra fr¨ªa que en Asia est¨¢ a¨²n por cerrar. El conflicto ideol¨®gico subyace en el origen paralelo y casi simult¨¢neo de la divisi¨®n entre las dos Coreas y entre China y Taiw¨¢n, pero sus trayectorias a d¨ªa de hoy son diametralmente opuestas.
Ha habido hace poco, semanas de gran tensi¨®n en torno al paralelo 38. La espiral de sanciones, ejercicios militares y amenazas de altos vuelos parec¨ªa no tener fin. Pese al apaciguamiento que ahora se respira todo indica que podr¨ªamos volver de nuevo a revivir la misma situaci¨®n si el fr¨¢gil compromiso logrado deriva en un nuevo bloqueo. Podr¨ªa decirse que, al final, Pyongyang logr¨® su objetivo de abrir el di¨¢logo con Se¨²l y las dem¨¢s partes. En su reciente gira por Asia, John Kerry dijo que las negociaciones directas entre Pyongyang y Washington son posibles y si los anteriores intentos de entablar el di¨¢logo han fracasado es necesario hacer otros nuevos. Park Geun-hye, la presidenta surcoreana, se encuentra estos d¨ªas de visita en Washington para consensuar la estrategia a seguir.
Entre la China ¡°comunista¡± y la China ¡°nacionalista¡± el conflicto va por otro camino, especialmente desde 2008, cuando el Kuomintang recuper¨® el poder en Taip¨¦i. La tensi¨®n parece haberse orillado en aras de facilitar un entendimiento que, progresivamente, pueda abrir camino a una reunificaci¨®n de hecho y pac¨ªfica. Es bien sabido que Beijing considera la reunificaci¨®n con Taip¨¦i un objetivo irrenunciable. Como en otros ¨®rdenes, su instrumento privilegiado es el poder de atracci¨®n de su econom¨ªa, tejiendo en torno a ¨¦l una compleja red de intercambios y dependencias que pueda vencer las resistencias, que no son pocas ni menores.
Es dif¨ªcil que haya
en el siglo XXI? un acuerdo entre los grandes? para resolver ambos contenciosos
China y Estados Unidos son, en ambos contenciosos, referentes inexcusables. En el escenario coreano, Washington ha presionado a Beijing para contener a su aliado. La situaci¨®n para China es cada vez m¨¢s inc¨®moda pero ante la imposibilidad de cambiar la geograf¨ªa se impone el temor a un desmoronamiento del r¨¦gimen que desemboque en una unificaci¨®n precipitada y pilotada por Se¨²l y Washington. No obstante, adem¨¢s de secundar la resoluci¨®n de la ONU que ha impuesto nuevas sanciones a Pyongyang, el debate acerca de la incondicionalidad del apoyo a Corea del Norte arrecia en las altas esferas, muy quejosas de lo que consideran ¡°ingratitud¡± norcoreana. Xi Jinping lo advirti¨® a su manera cuando se?al¨® que nadie tiene derecho a precipitar a Asia en el caos por intereses ego¨ªstas. La tensi¨®n que hubo hace unas semanas ha facilitado argumentos a Washington para justificar el traslado de buena parte de su operativo militar a la zona, pero tambi¨¦n puede propiciar un campo para la cooperaci¨®n entre EE UU y China. Beijing, consciente de que podr¨ªa perder m¨¢s que ganar, se afana por evitar la confrontaci¨®n y por construir con Washington lo que llama un ¡°nuevo tipo de relaci¨®n entre grandes pa¨ªses¡±.
El acercamiento entre China continental y Taiw¨¢n tambi¨¦n ofrece lecturas dispares en Estados Unidos. Por m¨¢s que el presidente taiwan¨¦s Ma Ying-jeou redobla las garant¨ªas respecto a su alianza en materia de seguridad, el Pent¨¢gono teme que el incremento del espionaje continental afecte a la defensa. El aumento de la dependencia respecto al continente abre un serio interrogante sobre el futuro de sus relaciones y no pocas voces reclaman una reducci¨®n del apoyo. Taiw¨¢n juega a la ambig¨¹edad, pero la tentaci¨®n de los beneficios que sugiere el continente es un bocado demasiado apetitoso para sus elites empresariales.
Jugando a la ficci¨®n, ?ser¨ªa posible un acuerdo estrat¨¦gico entre EE UU y China que ponga fin a ambos contenciosos? La unificaci¨®n de la pen¨ªnsula coreana bajo la ¨¦gida de Washington y la reunificaci¨®n de China y Taiw¨¢n bajo la ¨¦gida de Beijing pareciera un marco aceptable, pero en el mundo del siglo XXI, poco probable. En primer lugar, no est¨¢ claro que el cese de la ayuda china equivalga autom¨¢ticamente a un colapso del r¨¦gimen norcoreano ni tampoco que Corea del Sur tenga inter¨¦s real en cargar con el pesado fardo del subdesarrollo norcoreano cuando tanto se juega en los procesos de integraci¨®n en curso en la regi¨®n. Por otra parte, China, como ha venido haciendo en tantas materias, aspira a anunciar la unificaci¨®n con Taiw¨¢n cuando esta ya est¨¦ pr¨¢cticamente completada. En los ¨²ltimos cinco a?os ha destrabado muchos obst¨¢culos y si bien quedan antipat¨ªas por vencer conf¨ªa en su atractivo comercial y en el pragmatismo para mitigar la capacidad de influencia de Washington que bien podr¨ªa mirar para otro lado si obtiene a cambio otro tipo de ventajas. La creatividad china en cuanto al dise?o de una nueva forma de vida internacional capaz de preservar una amplia autonom¨ªa taiwanesa completar¨ªa el c¨ªrculo.
Las cosas en Asia se mueven deprisa. La clave del futuro inmediato reside en el tono principal de las relaciones sino-estadounidenses. De imponerse la confrontaci¨®n, la soluci¨®n de ambos litigios podr¨ªa dilatarse y atravesar periodos de tensi¨®n. Si la cooperaci¨®n predomina, podr¨ªa abrirse un camino sustancialmente diferente.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China y autor de China pide paso. De Hu Jintao a Xi Jinping (Icaria).
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