Alemania no es el chivo expiatorio
Los votantes de Angela Merkel deben tener en cuenta la desesperaci¨®n de los pa¨ªses del sur
Tras haber tratado con virulencia en los medios de comunicaci¨®n alemanes a todo el sur europeo, hace unos meses los pol¨ªticos alemanes incluyeron en sus ataques a Francia, ese ¡°enfermo cr¨®nico¡±, seg¨²n ellos. Y despu¨¦s de que Alemania aplicara un extremo y violento neoliberalismo en gran parte de Europa, el continente se resiente. En el verano del a?o pasado, Mario Monti en su viaje por Alemania lo describi¨® lapidariamente: ¡°La Alemania actual despierta odio en Italia, y ese odio va extendi¨¦ndose a otros pa¨ªses¡±. Consciente del resentimiento y de la preocupaci¨®n por el futuro que padecen el sur y el oeste europeo, el pol¨ªtico de oposici¨®n Joschka Fischer se vio obligado a ofrecer al mundo una explicaci¨®n extrema. Seg¨²n Fischer, a pesar del riesgo de que la derecha alemana que est¨¢ en el poder se vuelva a¨²n m¨¢s nacionalista, no habr¨¢ una repetici¨®n de la Historia porque la Alemania de hoy no es la misma que la de antes.
Los ciudadanos alemanes empiezan a darse cuenta de la animadversi¨®n que su pol¨ªtica y sus envenenadas campa?as contra todos los pa¨ªses latinos, adem¨¢s de Grecia y Chipre, han generado en el sur y oeste europeos. Y lo grave es que una gran parte de Alemania no es consciente de haber hecho nada para merecer una actitud de rechazo por parte de los dem¨¢s europeos. Al contrario: el t¨¦rmino ¡°chivo expiatorio¡±, con el que muchos ciudadanos alemanes se refieren a s¨ª mismos, se ha puesto de moda en el pa¨ªs germano. ¡°Nos hemos convertido en el chivo expiatorio de Europa¡±, dicen cerrando los ojos ante el sufrimiento que sus autoridades han impuesto implacablemente sobre el sur, escondi¨¦ndose detr¨¢s del escudo de la Uni¨®n Europea.
¡°Alemania ha ganado la guerra¡±, me dec¨ªan, durante mi ¨²ltima visita a los Estados Unidos, algunos de mis conocidos americanos, expertos en las finanzas: ¡°ha ganado la guerra financiera; solo hay que echar un vistazo a los mercados¡±. La guerra: el que entra en ella tiene ¨¢nimo de lucha y se bate por sus intereses contra los dem¨¢s. Y me pregunto: ?Puede ser chivo expiatorio alguien que ha batallado contra los dem¨¢s y ha salido vencedor? Evidentemente, la respuesta es no.
El resentimiento entre Alemania y el resto de Europa es mutuo
El resentimiento entre Alemania y el resto de Europa es mutuo. Los contribuyentes alemanes tienen la sensaci¨®n de que ellos solos pagan por los pecados de los dem¨¢s: han ayudado ¡ªmuy a disgusto, todo sea dicho¡ª a salir a flote a sus vecinos de la antigua Alemania del Este. Las autoridades no paran de meter ciza?a recordando a los alemanes que mientras que unos se divierten y holgazanean (el sur), los otros trabajan y pagan (el contribuyente alem¨¢n). Pero la realidad es muy distinta de lo que afirma el Gobierno alem¨¢n. Si Alemania aporta un 27% al fondo de rescate com¨²n europeo, Francia proporciona un 20% y Espa?a e Italia juntas un 30%. Y si lo calculamos per capita, la aportaci¨®n alemana ocupa el sexto lugar entre 17 pa¨ªses. Sin embargo, esas cifras no suelen hacerse p¨²blicas en Alemania, as¨ª que el contribuyente alem¨¢n medio tiene la sensaci¨®n ¨Cque las autoridades pol¨ªticas h¨¢bilmente alimentan¨C de que ¨¦l paga los platos rotos de los dem¨¢s.
Por eso, cuando hace unas semanas un estudio del Banco Central Europeo demostr¨® que en un hogar alem¨¢n promedio hay menos riqueza que en uno espa?ol o italiano (debido b¨¢sicamente al hecho que la pr¨¢ctica com¨²n alemana es alquilar la vivienda en vez de tenerla en propiedad como se suele hacer en los pa¨ªses meridionales), en Alemania se produjo un estallido de ira tan grande que el ministro de Finanzas, Wolfgang Sch?uble, tuvo que aplacarla pidiendo a la poblaci¨®n m¨¢s solidaridad con los coeuropeos del sur.
Antes de la reunificaci¨®n de Alemania el presidente franc¨¦s Fran?ois Mitterrand brome¨® con el sarcasmo que le caracterizaba: ¡°Nosotros los franceses amamos tanto a Alemania que preferimos que haya dos¡±. Despu¨¦s de la reunificaci¨®n el exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger opin¨® que Alemania es ¡°demasiado grande para Europa, pero demasiado peque?a para el mundo¡±. Hoy, despu¨¦s de que se haya creado una Uni¨®n Europea b¨¢sicamente para contener y controlar el poder de Alemania, nos encontramos con que ese poder ha crecido en vez de disminuir y que, seg¨²n recientemente ha descrito el historiador ingl¨¦s Brendan Simms, ¡°los errores en el dise?o de la Uni¨®n Europea han causado que disminuyera la soberan¨ªa de muchos otros pa¨ªses europeos¡±.
Endeudados y con una crisis que apaga cualquier iniciativa, a los pa¨ªses del resto de Europa les cuesta ofrecer resistencia frente a una Alemania din¨¢mica, agresiva y cada vez m¨¢s segura de su poder dentro de Europa y del mundo. Haciendo caso omiso de la opini¨®n p¨²blica mundial que pide el cese de la austeridad, Alemania sigue con sus pr¨¢cticas, pero ha optado por sustituir la palabra ¡°austeridad¡± en su discurso oficial por el t¨¦rmino tecnocr¨¢tico e incomprensible de ¡°consolidaci¨®n fiscal¡±.
Mientras que Alemania construye un imperio, seg¨²n unos recientes estudios la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n europea pide un orden econ¨®mico m¨¢s social. Sin embargo, la mayor¨ªa de los votantes alemanes no tienen en cuenta ni las voces cr¨ªticas ni la desesperaci¨®n de los pueblos del sur y se est¨¢n preparando para depositar su voto a favor de la canciller y de su partido, que les han convencido de que son la envidia de todo Europa. Estamos ante una situaci¨®n peligrosa.
Monika Zgustova es escritora; su ¨²ltima novela es La noche de Valia (Destino).
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