Empezar por el principio
Recuerdo una ocasi¨®n en que una amiga irlandesa, nos comentaba su malestar porque su hija estaba embarazada y soltera. Le coment¨¦ si hab¨ªa considerado la posibilidad de un aborto, a lo que me contest¨® que las dos se sent¨ªan muy irlandesas y muy cat¨®licas, y el aborto era imposible. Con la natural simpat¨ªa por ella, le respond¨ª que hab¨ªa que empezar por el principio, y que si su hija, efectivamente, se sent¨ªa tan irlandesa y tan cat¨®lica, lo imposible era que estuviera embarazada. Me viene a la memoria esta an¨¦cdota porque la infanta Cristina acaba de declarar, a trav¨¦s de abogado, que ¡°su imputaci¨®n en el caso N¨®os le supone una condena provisional, ya que, para ciertos personajes p¨²blicos la primera declaraci¨®n ante el instructor tiene un sentido punitivo¡±. La Espa?a negra y profunda, invertebrada siempre, no deja de sorprendernos. El argumento de la Infanta tendr¨ªa sentido cuando esos personajes p¨²blicos, desde el principio, hubieran sido un ejemplo, ¨¦tico y moral, de la representaci¨®n que ostentan. Es un hecho que la Infanta formaba parte de la junta directiva, que pose¨ªa un 50% de la sociedad, que se detra¨ªa dinero p¨²blico por medios il¨ªcitos, que ella obten¨ªa beneficios de esa sociedad, que eran cuatro socios, y la Infanta era la ¨²nica que no hab¨ªa sido imputada. ?Qu¨¦ nada tan l¨®gico como que el juez quiera preguntarle qu¨¦ hac¨ªa ella, o cu¨¢l era su papel real, en esa sociedad? Para que no la hubiera llamado el juez, la Infanta, por raz¨®n de su notoriedad p¨²blica por encima de todo, debi¨® rechazar cuanto se le ofreci¨® en N¨®os, para que no pudiera aparecer en papel alguno.¡ª Miguel C¨¢mara.
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