?Qu¨¦ hay que escribir?
En Espa?a siempre se vuelve a lo mismo: hay que demostrar que se es cristiano viejo
No me gusta repetirme. No me refiero solo a repetir ideas de mis anteriores art¨ªculos, sino a repetir el asunto que han tratado los columnistas que publican d¨ªas antes que yo. Considero un peri¨®dico como una especie de ecosistema en el que uno ha de saber el lugar que ocupa en relaci¨®n con el que ocupan otros. Los actores lo explican bien: los hay que solo saben brillar defendiendo su propio texto; otros, en cambio, creen que el resultado final es m¨¢s brillante si trabajan en equipo. Hace cosa de un mes le¨ª un art¨ªculo publicado por el defensor del lector de The New York Times que abordaba esto que a m¨ª me preocupa. Al parecer, los lectores escrib¨ªan preguntando si el peri¨®dico de alguna manera dirig¨ªa la opini¨®n de los columnistas. El editor respond¨ªa que aunque los columnistas gozaban de libertad para opinar lo que quisieran hab¨ªa momentos, como en los d¨ªas posteriores a la matanza de ni?os en Newtown, en los que se aconsejaba a las firmas del peri¨®dico que no escribieran todos sobre el suceso. Al fin y al cabo, el lector estaba recibiendo informaci¨®n continua sobre enfermedad mental y control de armas.
No repetirse. A m¨ª nunca me han aconsejado que no me repita, pero confieso que estoy alerta para no hacerlo. En ocasiones, alg¨²n lector me ha dicho, ¡°todav¨ªa no s¨¦ lo que piensas sobre este asunto¡±. Suelo responder que si me viene leyendo desde a?os puede sacar sus propias conclusiones. No veo la necesidad por la que cada columnista deba expresar su rechazo o apoyo a los escraches, pongamos por caso, pero ha habido d¨ªas que escurr¨ªas un peri¨®dico en la pila de la cocina como si fuera un trapo y te sal¨ªa la palabra ¡°escrache¡±. Hay algo de vanidad en pensar que tu opini¨®n sobre lo inmediato es imprescindible, cuando lo favorable a nuestro ecosistema ser¨ªa considerar que si tres compa?eros tuyos ya han abordado un asunto y han opinado lo mismo que t¨² piensas, tu escrito no va a aportar nada nuevo. Te quedas sin tema para tu columna. Se siente, b¨²scate otro.
Existe algo de vanidad en pensar que tu opini¨®n sobre lo inmediato es imprescindible
Sin embargo, hay que reconocer que el p¨²blico fuerza. Y m¨¢s en estos momentos. Como no abordes uno los temas por los que la gente, y con raz¨®n, est¨¢ enfurecida, sientes que esa semana te han puesto falta. Se andan repartiendo carnets de compromiso. No solo por lo que uno escribe ahora sino por lo que escrib¨ªa hace diez a?os. En Espa?a siempre se vuelve a lo mismo: hay que demostrar que se es cristiano viejo. Y para practicar ese puritanismo tanto da la derecha como la izquierda: basta con que uno muestre en alg¨²n momento su afici¨®n a los placeres de la vida para que quede inhabilitado a la hora de hacer cualquier cr¨ªtica social. Es lo mismo que sea una Maribel Verd¨², que al parecer no tiene derecho a dedicar un premio a los desahuciados por vestir un modelo de Valentino, que alguien que muestre ahora una pizca de hedonismo. Lo cual lleva a una continua impostura: porque igual que un lector tiene sus momentos de pena, pero tambi¨¦n de gloria, al que escribe le ocurre igual. Nunca he terminado de creerme a esos santones que aparentan una incombustible preocupaci¨®n por la humanidad, desde que se levantan hasta que se acuestan. En los casos en los que he tenido la oportunidad de observar a estos personajes m¨¢s de cerca he comprobado que no solo les quitaba el sue?o la humanidad, tambi¨¦n los royalties, los premios y la calidad del vino que les serv¨ªan, pero se cuidaban mucho de que estas debilidades jam¨¢s llegaran a o¨ªdos de sus creyentes. Todo esto responde, aunque no queramos admitirlo, a una tradici¨®n religiosa: hay que esconder la alegr¨ªa y el dinero y hay que airear el sacrificio, el dolor y la modestia.
?Qu¨¦ hac¨ªa usted hace diez a?os? ?Qu¨¦ escrib¨ªa yo? ?Pasaba usted 24 horas del d¨ªa presagiando la deriva del pa¨ªs? ?Dej¨® de pedir una tentadora hipoteca para comprarse un piso cuando consideraba que esa adquisici¨®n le aseguraba el futuro? ?Escrib¨ªa yo sobre eso que tantas veces comentaba mi padre (auditor) de que los bancos estaban prestando dinero que no ten¨ªan y que eso nos iba a llevar a la bancarrota? ?Dej¨® usted de ir a la playa reservando el dinero de las vacaciones por si se daba la circunstancia de que la burbuja inmobiliaria pinchara y le echaran de la empresa? ?Dedicaba yo todas mis columnas a la destrucci¨®n del litoral, a la decadencia del sistema educativo, a la entrega paulatina en la Comunidad de Madrid de los hospitales p¨²blicos a manos privadas? ?Cu¨¢ntas veces dej¨® usted de tapear pensando en que la vida da vuelcos y lo que hoy nos parece una actividad necesaria de sociabilidad ma?ana se convertir¨¢ en un lujo? ?Consideraba yo que dedicarle una columna a una rana que salt¨® a nuestra piscina era una falta de respeto a los desheredados del mundo? No, por Dios, y ser¨ªa insoportable defender medios de informaci¨®n en los que solo pudieran leerse columnas y libros sobre pol¨ªtica, econom¨ªa o conciencia social. Es incluso ahora y a veces siento que la repetici¨®n machacona de los mismos temas hace que nos falte aire. Si hasta Almod¨®var, que puede hacer ya lo que le venga en gana, ha dado una explicaci¨®n social a su comedia. Reconozco que no puedo tener ese carnet de concienciada social n¨²mero 1. Hace 10 a?os estaba en otra cosa. Y no me arrepiento.
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