Un veredicto hist¨®rico
La condena por genocidio del expresidente R¨ªos Montt pone fin a la impunidad en Guatemala
La condena en Guatemala del expresidente Efra¨ªn R¨ªos Montt a 80 a?os de c¨¢rcel por genocidio y cr¨ªmenes de guerra representa una decisi¨®n hist¨®rica, y no solo porque por vez primera un antiguo jefe del Estado haya sido juzgado por genocidio en su propio pa¨ªs. El tribunal que ha condenado al anciano dictador guatemalteco ¡ªen un proceso que desde sus preliminares en 2006 ha estado muchas veces al borde del naufragio¡ª considera probado que conoc¨ªa y no impidi¨® el asesinato masivo por sus tropas de miembros de la etnia ixil (mayas) durante el escaso a?o y medio de su presidencia, entre 1982 y 1983. Esa fue la etapa m¨¢s cruenta de una guerra civil de m¨¢s de 30 a?os que acab¨® en 1996.
Bajo el mandato del general R¨ªos Montt, a quien la Administraci¨®n de Reagan cultiv¨® como un aliado fiable en su lucha contra la guerrilla centroamericana, el Ej¨¦rcito guatemalteco se libr¨® sin freno a las atrocidades contra las comunidades campesinas mayas, sobre todo en la regi¨®n de El Quich¨¦, a las que consideraba colaboradoras directas de los insurgentes comunistas. Casi 2.000 ixiles fueron v¨ªctimas de las masacres militares.
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Pocas ser¨¢n las consecuencias pr¨¢cticas de la condena, que R¨ªos Montt apelar¨¢ tras declararse inocente, para un hombre de 86 a?os. Pero su valor simb¨®lico es colosal para un pa¨ªs como Guatemala, donde por primera vez los ind¨ªgenas, el 40% de la poblaci¨®n, han podido hacer o¨ªr su voz en los tribunales ¡ªy m¨¢s all¨¢ de sus fronteras¡ª contra la impunidad que hist¨®ricamente ha presidido el atropello por los fuertes de los m¨¢s elementales derechos de los d¨¦biles.
El proceso de R¨ªos Montt ha agudizado la polarizaci¨®n guatemalteca. Su condena, especialmente por el delito de genocidio, reabre heridas sin cicatrizar en una sociedad que todav¨ªa intenta manejar el legado de una interminable guerra intestina en la que murieron m¨¢s de 200.000 personas. Pero la acerada sentencia del tribunal presidido por la juez Barrios no es solo el acto de justicia que durante d¨¦cadas han estado esperando las familias de una peque?a parte de las olvidadas v¨ªctimas ind¨ªgenas de aquella vesania militar. El precedente hist¨®rico significa tambi¨¦n un clarinazo para otras zonas del mundo, donde dirigentes presentes o pret¨¦ritos gozan todav¨ªa de libertad y privilegios, pese a su probada implicaci¨®n en hechos semejantes.
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