Un hombre con suerte

Alberto N¨²?ez Feij¨®o, presidente de la Xunta de Galicia, podr¨ªa consider¨¢rsele un hombre con mucha suerte si no fuera porque su estrategia para eludir responsabilidades pol¨ªticas por su antigua amistad con Marcial Dorado, un contrabandista de tabaco y luego narcotraficante, es tirando a grotesca. Porque, a simple vista y sin contextualizar, cualquiera podr¨ªa pensar que es un golpe de suerte el hecho de que la Xunta tenga por costumbre destruir los contratos de m¨¢s de 10 a?os.

Tal diligencia en la destrucci¨®n de papeles impide ahora a N¨²?ez Feij¨®o mostrar a la oposici¨®n los contratos que quiz¨¢ firm¨® la Xunta con las empresas de Dorado cuando el pol¨ªtico ya ten¨ªa un cargo como viceconsejero de Sanidad o cuando su jefe, Manuel Fraga, presid¨ªa el Ejecutivo regional. ¡°Nada hay anterior a 2003¡±, ha proclamado ahora triunfante N¨²?ez Feij¨®o, que ha explicado que la ley solo obliga a las Administraciones a mantener durante una d¨¦cada los documentos.

El problema de N¨²?ez Feij¨®o es que esta explicaci¨®n llega un poco tarde y es el colof¨®n de los juegos malabares que ha desplegado el pol¨ªtico en este espeso asunto para evitar dar explicaciones a la oposici¨®n. Tales juegos consistieron en asegurar ¡ªcontra toda l¨®gica¡ª desconocer las actividades delictivas de su amigo, minimizar los lazos de amistad que le un¨ªan a ¨¦l, asegurar haber zanjado la relaci¨®n a pesar de que, luego se supo, segu¨ªa hablando por tel¨¦fono con ¨¦l y acusar a la oposici¨®n de haber suscrito con Dorado contratos cuando esta ten¨ªa el poder ¡ªde 2005 a 2009¡ª en la Xunta. Ya se sabe que no hay mejor defensa que un buen ataque.

La explicaci¨®n de la destrucci¨®n de documentos habr¨ªa sido algo m¨¢s convincente si N¨²?ez Feij¨®o la hubiera esgrimido entonces. Ahora, mes y medio despu¨¦s del esc¨¢ndalo ¡ªeste estall¨® a principios de abril¡ª y mes y medio despu¨¦s del toreo de sal¨®n con la oposici¨®n, la excusa es sospechosa. Por suerte, la ira del dirigente de IU Xos¨¦ Manuel Beiras qued¨® en un pu?etazo sobre el esca?o del presidente gallego, un golpe que mereci¨® titulares eclipsando la irritante resistencia pasiva del pol¨ªtico.