El gallinero
La distancia todo lo purifica, el tiempo es un lenitivo que expulsa del cerebro los recuerdos desagradables.
Para el cient¨ªfico, el artista, el empresario, el estudiante, que ha vivido una larga temporada en el extranjero, el regreso a la Espa?a actual constituye una prueba muy dura. Acostumbrado a un trabajo met¨®dico y a una vida m¨¢s bien tranquila, al volver a casa se encuentra inmerso en un agrio y fren¨¦tico guirigay. El fuego cruzado de improperios que se lanzan los pol¨ªticos desde cada bando se halla orquestado con la histeria agresiva de algunas tertulias de radio y televisi¨®n donde unos rostros congestionados, intercambiables, emiten opiniones compulsivas a cara de perro, con la yugular a punto de estallar. Si el reci¨¦n llegado no pone de nuevo tierra por medio, deber¨¢ realizar un esfuerzo tit¨¢nico para acomodar su vida al margen de este insoportable gallinero. Cuando trabajabas en Norteam¨¦rica en un laboratorio, empresa o universidad, en cualquier conversaci¨®n entre paisanos siempre sal¨ªa a relucir la tortilla de patatas o el chorizo del pueblo; si gracias a una beca Erasmus viv¨ªas en el norte de Europa y a las tres de la tarde ya era noche cerrada recordabas con nostalgia las ma?anas soleadas de domingo en una terraza tomando unas ca?as con los amigos; si eras cooperante en una ONG en ?frica negra cualquier imagen de Espa?a, las fiestas, el ruido de los bares, te parec¨ªa un mundo irreal comparado con la miseria y el dolor que te rodeaba. La distancia todo lo purifica, el tiempo es un lenitivo que expulsa del cerebro los recuerdos desagradables. Pero desde lejos Espa?a no era solo la tortilla de patatas y el chorizo del pueblo, ni las playas soleadas, ni los paisajes, canciones y aromas de la ni?ez. Desde la distancia este pa¨ªs tambi¨¦n era la solidaridad de la gente, la pasi¨®n de vivir, el impulso creativo de la libertad reci¨¦n estrenada, la ilusi¨®n de que en el futuro todo iba ser mejor despu¨¦s de haber superado felizmente una siniestra dictadura, aquella izquierda din¨¢mica que daba fundamento a la democracia, la austeridad natural de la econom¨ªa anterior a la gran codicia. Hubo un momento en que parec¨ªa que este pa¨ªs hab¨ªa tomado, por fin, el pulso a la historia. ?Qu¨¦ ha pasado para que todo aquel esp¨ªritu se haya ido al carajo? Es lo que se pregunta el espa?ol que regresa a casa al encontrarse con este gallinero.
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