Pr¨¦stamos para posgraduados
La dif¨ªcil situaci¨®n ¡ªde la que se hizo eco EL PA?S el 28 de mayo¡ª de quienes solicitaron pr¨¦stamos para estudios de posgrado en 2010-2011 era predecible por el actual contexto laboral y porque el programa de pr¨¦stamos del MEC, comenzado en 2007 e inspirado inicialmente en la figura de los pr¨¦stamos-renta (p-r), se ha ido transformando hasta convertirse en un pr¨¦stamo convencional ¡°puro¡±.
La diferencia entre ambos tipos de pr¨¦stamos es sustancial. En los p-r, la devoluci¨®n comienza solo a partir de un nivel de renta del prestatario y contin¨²a luego ligada a su renta futura como una proporci¨®n de la misma, de modo que en los periodos en que sus ingresos sean nulos o muy bajos no hay que devolver nada (as¨ª ocurre en los programas de Australia, Nueva Zelanda o Reino Unido). Por el contrario, en los segundos, y como en los habituales pr¨¦stamos de tipo personal o hipotecario, se fijan de entrada los plazos de devoluci¨®n y las condiciones de amortizaci¨®n, que operan al margen de las circunstancias econ¨®micas del prestatario. La mayor¨ªa de los muchos programas de pr¨¦stamos para universitarios existentes en el mundo son de este ¨²ltimo tipo, aunque algunos tienen un car¨¢cter ¡°h¨ªbrido¡±.
Los estudiosos de la materia y la OCDE estiman que los p-r y algunas variedades h¨ªbridas de pr¨¦stamos convencionales son los recomendables desde la perspectiva de la equidad e incluso de la eficiencia, pero en nuestro pa¨ªs, pese a la evidente crisis econ¨®mica, no se quiso o no se pudo seguir dichas recomendaciones en la convocatoria de 2010-2011, con el resultado consiguiente.¡ª Javier D¨ªaz Malledo.
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