Acuerdo de lo desconocido
El acceso y uso de la tierra es el mayor interrogante existente en el pacto que buscan el Gobierno colombiano y las FARC
El acuerdo conseguido en la mesa de conversaciones de La Habana entre el Gobierno y las FARC, que lleva por t¨ªtulo ¡°un nuevo campo colombiano¡±, ha sido presentado por los negociadores en su comunicado conjunto como la hist¨®rica reforma integral agraria pendiente en Colombia.
Harting Stalemate (Estancamiento Doloroso) es el concepto que emplean los estudiosos de la negociaci¨®n y soluci¨®n de conflictos cuando en un proceso b¨¦lico los actores enfrentados, despu¨¦s de evaluar la relaci¨®n coste/beneficio, asumen de forma convencida la inexorabilidad de un di¨¢logo y los acuerdos en ¨¦l adoptados. La cuesti¨®n que se plantea en este momento, despu¨¦s de conseguir este acuerdo parcial referido a la tierra y al medio rural, reside en saber si el conflicto colombiano ha llegado por fin a su Harting Stalemate y si este primer acuerdo sobre tierras, puede ser el principio del fin del conflicto colombiano o, por el contrario, una vez m¨¢s, ser¨¢ el gran fiasco del anhelo on¨ªrico de otro presidente. Incluso de forma prematura, algunas posiciones pol¨ªticas interesadas ya valoran este paso como una "claudicaci¨®n a los terroristas". En cualquier caso, un acuerdo de lo desconocido, sin descender a detalles y por ende, poco aceptado y sospechoso para gran parte de la sociedad colombiana.
Esta pregunta respecto a si con este acuerdo parcial nos encontramos en un probable punto cr¨ªtico o maduro (Ripe Moment) en la negociaci¨®n, no es f¨¢cil de contestar; m¨¢s a¨²n si tenemos en cuenta que este conflicto ha sido, y lo sigue siendo en gran medida, una muy rentable forma de vida, sobre todo cuando los objetivos militares ¡°revolucionarios¡±, dieron paso a otras ¡°transacciones¡± mucho m¨¢s rentables, en donde el secuestro, la extorsi¨®n, el narcotr¨¢fico y, c¨®mo no, tambi¨¦n la posesi¨®n de la tierra, se convirtieron en el objetivo prioritario de esa peculiar forma de entender la guerra.
La guerrilla es una gran terrateniente por cuanto ha despojado a las v¨ªctimas de unas 807.624 hect¨¢reas
Es conocido que el acuerdo parcial adoptado tiene que ver con el acceso y el uso de la tierra, pero tambi¨¦n con la formalizaci¨®n de la propiedad. Y es este punto, el que abre los mayores interrogantes referidos a los verdaderos intereses ocultos en esta parte de la transacci¨®n que, no por casualidad, bajo el argumento de ser el centro del problema, fue el primero abordado en la negociaci¨®n. Probablemente, el acuerdo sobre lo desconocido tiene mucho que ver con que las FARC se han convertido en los ¨²ltimos veinte a?os en el ¡°gran poder terrateniente¡± en Colombia, al despojar de unas 807.624 hect¨¢reas a las v¨ªctimas del conflicto ¡ªa tenor de las 9.947 denuncias de afectados recibidas por la Unidad de Restituci¨®n de Tierras del Ministerio de Agricultura¡ª que podr¨ªan llegar al doble si tenemos en cuenta que muchos campesinos no han denunciado por miedo. La tierra y el control de esta es uno de los grandes ¡°botines¡± de la guerra que asegura no solo los cultivos l¨ªcitos e il¨ªcitos, sino tambi¨¦n el control de las comunidades.
En consecuencia, de la posesi¨®n de la tierra estriba en gran medida que las FARC dejen de ser o no ¡ªcomo ha se?alado el prestigioso Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas¡ª el mayor c¨¢rtel de la droga en Colombia al controlar el 60% de esa actividad il¨ªcita con ingresos anuales entre los 1.000 y 1.500 millones de d¨®lares. Este negocio ilegal ha representado en los ¨²ltimos 15 a?os entre el 50% y el 70% de sus ingresos totales. Una investigaci¨®n reciente concluy¨® que las FARC posiblemente controlen la producci¨®n de casi el 70% de la coca cultivada. Y sobra decir que dominan tambi¨¦n de forma efectiva las rutas m¨¢s importantes de su salida de Colombia.
Las dudas respecto a si los dominios y haciendas en manos de las FARC entran o no en el ¡°fondo¡± de tierras sujetas a negociaci¨®n o a nueva adjudicaci¨®n, son parte de los interrogantes que generan mayor desconfianza y llevan a muchos a pensar que, muy probablemente, no existir¨¢ en este proceso una salida acordada para superar definitivamente la guerra en Colombia, tanto y en cuanto en dichos acuerdos no quede bien asegurado el control territorial y la continuidad del negocio de la producci¨®n y distribuci¨®n de la droga. Ah¨ª queda la duda.
Gustavo Palomares es catedr¨¢tico europeo en la UNED, presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos y director del programa Pedagog¨ªa para la Paz y postconflicto en Colombia.
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