Franquistas sobornados
Documentos brit¨¢nicos desclasificados muestran la corrupta intrahistoria de la neutralidad espa?ola en la II Guerra Mundial
Puede que haya historiadores y ciudadanos de a pie que consideren que Francisco Franco adopt¨® tambi¨¦n sabias estrategias, como la de dejar a Espa?a al margen de la devastadora II Guerra Mundial. Los 400 documentos ahora desclasificados de los archivos nacionales brit¨¢nicos obligan, sin embargo, a hacer una importante puntualizaci¨®n: el soborno de algunos de los patriotas m¨¢s pr¨®ximos al dictador allanaron el camino hacia la neutralidad.
Es un detalle que ya se consideraba, pero ahora la desclasificaci¨®n de esos documentos no deja lugar a dudas. Nicol¨¢s Franco acept¨® de la p¨¦rfida Albi¨®n dos millones de libras para evitar que su hermano se aliara con Hitler en la contienda. El general Varela se embols¨® dos millones y no quedaron al margen del negocio, entre otros, Queipo de Llano o el general Kindel¨¢n. El gran enlace entre Londres y Madrid era el empresario del r¨¦gimen Juan March. Alg¨²n descendiente de los militares citados asegura que jam¨¢s recibieron ese dinero ?Se lo qued¨® March? ?Fue a parar a otros sitios?
En total, los brit¨¢nicos desembolsaron en sobornos el equivalente a 170 millones de euros de hoy d¨ªa, supuestamente repartidos entre influyentes personajes que se decantaban por la intervenci¨®n espa?ola y que, seg¨²n los servicios secretos brit¨¢nicos, el famoso MI6, estaban liderados por Su?er, Yag¨¹e y el ala izquierda de Falange.
Los detalles ahora conocidos habr¨ªan completado a placer la imaginaci¨®n de muchos escritores. La historia de ese esp¨ªa ingl¨¦s llamado Dudley Clarke, que se hizo pasar por mujer y cuyo rollo de suave papel higi¨¦nico despert¨® la admiraci¨®n y la sospecha de la polic¨ªa espa?ola es todo un relato de fant¨¢stica ficci¨®n, salvo que es real. En manos de Mar¨ªa Due?as y otros novelistas que han recreado la atm¨®sfera de la ¨¦poca habr¨ªan hecho las delicias de los lectores.
Por desgracia, Espa?a sigue apegada al secretismo y recela de la desclasificaci¨®n. Es verdad que el conocimiento de la verdad deja a veces poco margen a la ingenuidad, pero tambi¨¦n alimenta la fantas¨ªa y el conocimiento de nuestra historia.
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