Europa: una torre de Babel inclinada
La falta de futuro de los j¨®venes puede causar una erupci¨®n antieurope¨ªsta
Servir¨¢ el demonio resurgente del nacionalismo para volver a convocar a los ¨¢ngeles buenos del objetivo com¨²n? La eurozona se ha convertido en una torre de Babel inclinada. La crisis de la deuda soberana y los elevados costes sociales de las pol¨ªticas de austeridad han debilitado sus cimientos. Que este edificio tambaleante, dise?ado para aglutinar la diversidad en una moneda ¨²nica, se derrumbe del todo o sea capaz de enderezarse depender¨¢ de que se logre crear un relato europeo para el siglo XXI.
El proyecto europeo naci¨® del miedo a la guerra ¡ªque hab¨ªa devastado el continente dos veces en el siglo XX¡ª y la promesa de la prosperidad. Gracias a todos los decenios de integraci¨®n, la guerra ha dejado de ser un peligro, pero tambi¨¦n un motivo inapelable para la unidad. Y si la integraci¨®n tiene m¨¢s inconvenientes que ventajas, como indica la situaci¨®n actual, es comprensible que la ¡°generaci¨®n perdida¡± que se enfrenta a un futuro sin trabajo se pregunte: ?por qu¨¦ Europa?
En la reciente reuni¨®n abierta organizada por el Berggruen Institute en Par¨ªs, el presidente Fran?ois Hollande pidi¨® un ¡°nuevo relato¡± de Europa que atraiga a la generaci¨®n de la ¡°postcrisis¡± igual que el relato de la posguerra atrajo a la generaci¨®n que fund¨® la Uni¨®n Europea. Jacques Attali, antiguo asesor de Fran?ois Mitterrand y mentor de Hollande, dijo a los estudiantes de Sciences Po (la Facultad de Pol¨ªticas), sede de la reuni¨®n: ¡°Los j¨®venes de hoy tienen tres opciones si no se resuelve la crisis del euro: irse de Europa, quedarse en Europa sin esperanzas o entrar en pol¨ªtica e iniciar una revoluci¨®n¡±.
Como sugiere la frase de Attali, la desesperaci¨®n de los j¨®venes est¨¢ destruyendo su fe en Europa, y un ejemplo es el ¨¦xito del c¨®mico populista Beppe Grillo en Italia. Movimientos de extrema derecha como los Aut¨¦nticos Finlandeses y Aurora Dorada a?oran los tiempos anteriores a la globalizaci¨®n, la inmigraci¨®n de musulmanes, el matrimonio homosexual y el Pacto de Crecimiento y Estabilidad.
El mayor peligro es que la desesperaci¨®n y la desafecci¨®n provocadas por el hecho de que Europa no sabe ofrecer un futuro a su pr¨®xima generaci¨®n coincidan con las acciones de la derecha m¨¢s retr¨®grada y reaccionaria en una gran erupci¨®n antieuropea. Entonces, el proyecto hist¨®rico de integraci¨®n europea se vendr¨ªa abajo.
En este contexto, los europe¨ªstas deben recordar una caracter¨ªstica de la condici¨®n humana que Charles de Gaulle entend¨ªa muy bien: la identidad tiene sus ra¨ªces en la naci¨®n, es decir, en la pertenencia a una forma de vida peculiar; lo que Johann Gottfried Herder llamaba volksgeist. Tratar de ocultar ese hecho con una moneda ¨²nica administrada (o mal administrada) por unos bur¨®cratas distantes arropados por unas siglas funcionales en Bruselas no ha servido m¨¢s que para encubrir la realidad, no hacerla desaparecer.
El anuncio hecho en Par¨ªs de una ¡°ofensiva¡± concertada? contra el paro juvenil es un buen comienzo
Si aquella ¡°cierta idea de Francia¡± de De Gaulle y su equivalente en otros pa¨ªses no se sustituye por ¡°una cierta idea de Europa¡±, el vibrante sue?o de anta?o se har¨¢ a?icos.
El reto para los europe¨ªstas es no despreciar el sentimiento nacional e intentar forjar una identidad com¨²n que deje amplio margen a la diversidad y al tiempo ofrezca oportunidades y seguridad a trav¨¦s de un Gobierno europeo fuerte pero con l¨ªmites.
En la reuni¨®n de Par¨ªs, alumnos de Sciences Po, la London School of Economics y la Hertie School of Governance de Berl¨ªn propusieron un relato para su generaci¨®n ¡°postcrisis¡± basado en ¡°la libertad y la solidaridad¡±. En ese relato, la identidad europea estar¨ªa vinculada a la idea fundacional de la civilizaci¨®n europea, el car¨¢cter universal de la raz¨®n y la libertad individual, junto a un modelo social que no permita que los ciudadanos se queden al margen mientras Europa se enfrenta a los vientos competitivos de la globalizaci¨®n.
Lo que est¨¢ por ver es que ese relato sea convincente. Muchos temen que las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 sirvan de altavoz a la reacci¨®n antieuropea, nacionalista y populista. Pero quiz¨¢ no habr¨ªa que temer, sino agradecer esa posibilidad, porque obligar¨ªa a plantear una s¨®lida redefinici¨®n de la identidad europe¨ªsta ante un desaf¨ªo existencial.
Cuando Al Qaeda derrib¨® las Torres Gemelas en 2001, Samuel Huntington, el te¨®rico de Harvard autor de El choque de civilizaciones, afirm¨® que los atentados hab¨ªan ¡°devuelto a Occidente su identidad com¨²n¡±. Esa misma din¨¢mica se har¨¢ sentir si los comicios de 2014 dan un serio varapalo a la idea europea.
Sin embargo, que ¡°una cierta idea de Europa¡± triunfe o no depender¨¢ de la rapidez y eficacia con que las instituciones y los l¨ªderes europeos actuales atajen la crisis. El anuncio hecho en Par¨ªs de una ¡°ofensiva¡± concertada de los Gobiernos franc¨¦s, alem¨¢n, espa?ol e italiano contra el paro juvenil es un buen comienzo.
Lo importante, ahora, es que, de aqu¨ª a las elecciones de 2014, ofrezcan esperanzas mediante acciones concretas, en vez de m¨¢s promesas vac¨ªas. El destino de Europa est¨¢ en sus manos.
Nathan Gardels es director de NPQ y Global Viewpoint Network, de Tribune Media Services.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
? 2013 Global Viewpoint Network/Tribune Media Services.
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