Pastillas contra el miedo
La mol¨¦cula que ha demostrado prevenir el estr¨¦s postraum¨¢tico en animales despierta inter¨¦s
Cient¨ªficos de la Universidad de Emory, en Atlanta, han hallado una mol¨¦cula ¡ªde momento solo probada en modelos animales¡ª que, seg¨²n creen, podr¨ªa evitar el s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico que suele afectar a los supervivientes de accidentes, atentados, guerras o cat¨¢strofes naturales. Si los resultados en ratones fueran extrapolables al ser humano, el medicamento deber¨ªa usarse con car¨¢cter preventivo, inmediatamente despu¨¦s de la desgracia y antes de que se desarrollen los s¨ªntomas del trastorno, como las memorias intrusivas del dolor y la destrucci¨®n, que pueden llegar a debilitar a la persona e incapacitarla para ejercer su trabajo con normalidad.
Algunos psiquiatras han acogido bien la idea, y sugieren medicar preventivamente a los polic¨ªas, bomberos y sanitarios que vayan a atender a las v¨ªctimas. En esta crisis econ¨®mica interminable no ser¨ªa dif¨ªcil imaginar un n¨²mero creciente de sectores y colectivos candidatos a la medicaci¨®n, desde familias hipotecadas y desahuciadas hasta parados de eterna duraci¨®n, pasando por ni?os desnutridos y j¨®venes sin esperanza. La p¨ªldora contra el miedo podr¨ªa llegar en verdad a convertirse en el gran pelotazo de la industria farmac¨¦utica del siglo XXI.
No faltar¨¢, desde luego, quien aduzca que ser¨ªa mejor evitar los sucesos traum¨¢ticos que medicar a los traumatizados; que ser¨ªa preferible impedir, por ejemplo, las guerras y los atentados o erradicar los accidentes de tr¨¢fico y los incendios, el desempleo y las cl¨¢usulas hipotecarias, el hambre y desolaci¨®n y otras fuentes de la infelicidad humana. Tambi¨¦n es verdad que apostar por esa l¨ªnea de acci¨®n requiere un mont¨®n de fe en la especie humana, y que la especie humana no lo est¨¢ poniendo precisamente f¨¢cil. ?Qu¨¦ pensar, entonces? ?Hemos de resignarnos a la soluci¨®n bioqu¨ªmica y convertirnos en una sociedad de pastilleros?
La farmacolog¨ªa del miedo no deja de tener un ¨¢ngulo parad¨®jico, porque hay pocas cosas que asusten tanto a la gente como que alguien ande jugando con la bioqu¨ªmica de su cerebro, con la fisiolog¨ªa profunda de sus motivaciones. Lo m¨¢s chocante no es que todos suframos el espejismo de llevar las riendas de nuestra vida: es que queramos seguirlo sufriendo.
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