El Derby de la sufragista
Este a?o la carrera se dedic¨® a Emily Davidson, que muri¨® arrollada en 1913
El Derby de 1913 es considerado el m¨¢s dram¨¢tico y controvertido de la historia, entre otros azares por el fervor de una mujer y el rencor de un hombre. La mujer se llamaba Emily Davison y ten¨ªa poco m¨¢s de 40 a?os: de familia modesta, en su adolescencia se dedic¨® a la nataci¨®n y al ciclismo, despu¨¦s al arte, a la poes¨ªa y al estudio de la literatura inglesa para finalmente entregarse con pasi¨®n a la lucha por los derechos de la mujer. Se afili¨® a la Women Social and Political Union y particip¨® en la lucha por el sufragio femenino en primera l¨ªnea, siendo varias veces detenida, encarcelada y haciendo huelgas de hambre. El d¨ªa del Derby acudi¨® al hip¨®dromo de Epsom y se situ¨® al final de la curva de Tattenham, all¨ª donde se inicia la recta final. Cuando pasaron los caballos se lanz¨® a la pista, unos dicen que para hacer ondear la ense?a de su grupo y otros que para intentar colg¨¢rsela a alguno de los participantes, con la mala suerte de ser arrollada por el ¨²ltimo del pelot¨®n, que era precisamente el caballo del rey Jorge V, Anmer, el cual cay¨® desmontando a su jockey. Emily sufri¨® graves heridas, a consecuencia de las cuales muri¨® cuatro d¨ªas despu¨¦s. Herbert Jones, el jinete, solo tuvo una contusi¨®n leve: hasta el final de sus d¨ªas (se suicid¨® en 1954) vivi¨® obsesionado por el rostro de la mujer y reverenciando su memoria. Anmer se levant¨® ileso y continu¨® corriendo descabalgado hasta la meta.
No todo acab¨® ah¨ª. El gran favorito de la prueba era Craganour, propiedad del naviero Charles Bowyer Ismay, cuya compa?¨ªa White Star hab¨ªa perdido el a?o anterior el nav¨ªo orgullo de su flota, el Titanic. Bowyer Ismay ten¨ªa fama de mujeriego y hab¨ªa tenido un enredo con la cu?ada de Edmund Loder, comisario jefe del Jockey Club en Epsom y criador de Craganour, que no le perdon¨® esta ofensa a su hermano. La carrera no fue demasiado limpia y varios participantes fueron luchando juntos y obstaculiz¨¢ndose hasta la misma meta, donde por un cuello venci¨® el favorito. Se proclam¨® su triunfo y comenzaron los parabienes, hasta que de pronto todo qued¨® en suspenso: Loder hab¨ªa presentado una reclamaci¨®n contra el vencedor, que ¨¦l mismo, como comisario, deb¨ªa decidir. Bowyer Ismay supo de inmediato que su enemigo no iba a dejar pasar esa ocasi¨®n de vengarse. Craganour fue distanciado al ¨²ltimo lugar y se regal¨® el triunfo al ins¨®lito Aboyeur, que iba cien a uno en las apuestas. El esc¨¢ndalo entre los apostantes fue may¨²sculo (probablemente mayor que el causado por la muerte de la sufragista momentos antes), pero la decisi¨®n fue irreversible.
Mi corazoncito se fue con ¡®Libertarian¡¯, a pesar de que ten¨ªa menos partidarios
Cien a?os despu¨¦s, el Derby se ha corrido en un pa¨ªs donde ya las mujeres tienen voto desde hace d¨¦cadas y acaba de morir una que fue el primer ministro m¨¢s notable y controvertido de la posguerra. La prensa y el hip¨®dromo dedicaron homenajes a Emily Davison: a comienzos de la jornada de Epsom, el grupo de paracaidistas que cada a?o saltan sobre la pista con admirable precisi¨®n llevando la bandera brit¨¢nica estaba en esta ocasi¨®n formado exclusivamente por mujeres. El compositor Tim Benjamin le ha dedicado la ¨®pera Emily y acaba de publicarse un libro sobre ella y sobre la famosa carrera en que perdi¨® la vida (The Sufragette Derby, de Michael Tanner, Robson Press).
Probablemente a Emily le hubiese gustado por esperanzador el nombre del favorito de este a?o, Dawn Approach, ganador de las Dos Mil Guineas. Despu¨¦s de todo, tambi¨¦n el sacrificio de ella anunci¨® la cercan¨ªa del alba de los derechos de la mujer¡ El caballo tiene sin duda una l¨¢mina espl¨¦ndida, pero pod¨ªa dudarse mucho de su capacidad de aguantar con eficacia la distancia del Derby, 800 metros mayor que la de las Guineas. Como en otras ocasiones, el entrenador irland¨¦s Aidan O¡¯Brien presentaba contra ¨¦l una potente escuadra de cinco caballos, cuyos tres principales componentes llevaban nombres b¨¦licos y dominantes: Battle of Marengo, Ruler of the World y Mars. Ya que de la dial¨¦ctica de los nombres estamos tratando, tan interesante incluso contra nuestra voluntad racional para los rom¨¢nticos del turf, dif¨ªcilmente puede encontrarse un origen m¨¢s evocador que el de Battle of Marengo, hijo de Galileo y Anna Karenina, la so?ada alianza de la ciencia y la literatura¡ Pero mi corazoncito, llevado por la susodicha po¨¦tica nominal, se fue con Libertarian, a pesar de que contaba con menos partidarios entre los pronosticadores oficiales.
Antes de la carrera, como en anteriores ocasiones especiales, se rindi¨® homenaje a un invitado de honor en Epsom. En este caso fue el jockey ya retirado Pat Eddery, ganador tres veces de la gran carrera y seis veces segundo en ella. Se me hizo raro verle con gafas, chistera y chaqu¨¦, luciendo un aire inequ¨ªvocamente senior. Fue el ganador del primer Derby de mi vida, en 1975 sobre Grundy (tambi¨¦n la primera de sus victorias en la prueba). Por entonces yo le miraba con cierta hostilidad porque era el joven aspirante que quer¨ªa desbancar de su primac¨ªa a mi ¨ªdolo de siempre Lester Piggott. M¨¢s tarde, tras la retirada de Lester, ocup¨® como second best la preferencia en mi afici¨®n. Ahora, jubilados ya ambos (y tambi¨¦n yo), le veo como alguien de mi familia y disfruto melanc¨®licamente del homenaje que le tributan quienes apenas le conocieron en su esplendor deportivo.
El poderoso triunfador fue
¡®Ruler of the World¡¯, que gan¨® por
m¨¢s de un cuerpo
Puesto que hab¨ªa serias dudas respecto al aguante en la distancia de Dawn Approach, pod¨ªa suponerse que O¡¯Brien har¨ªa marcar a algunos de sus caballos un paso exigente, para ponerle a prueba y agotar sus reservas. Prefiri¨® astutamente que el ritmo fuese lento y as¨ª desconcert¨® al vulnerable favorito, que luch¨® con su jinete por entregar cuanto antes su velocidad hasta ponerse finalmente en cabeza al comenzar la recta, pero ya desgastado y sin fuerzas. Todos le rebasaron y acab¨® ¨²ltimo. El poderoso triunfador fue Ruler of the World, que en efecto domin¨® si no el mundo al menos el Derby y gan¨® por m¨¢s de un cuerpo, seguido por el estupendo remate de Libertarian, que bati¨® por corta cabeza al outsider Galileo Rock y a Battle of Marengo, los que hab¨ªan ido en cabeza gran parte del recorrido. ?Siempre el libertario tratando de alcanzar al mandam¨¢s del mundo y sin lograrlo¡ por ahora! Gen¨¦ticamente hablando, el gran vencedor de este Derby es el semental Galileo: de los cuatro primeros clasificados, tres eran hijos suyos y el otro, su nieto. Como sigan las cosas igual, habr¨¢ que desdoblar el Derby y correr uno solo con parientes de Galileo y otro con los dem¨¢s¡
Hace un siglo, los restos de Emiliy Wilding Davison fueron llevados a su localidad natal de Morpeth, en Northumberland, y enterrados en la iglesia de St. Mary. En su l¨¢pida figuran las fechas de su breve y valerosa vida, junto al lema en¨¦rgico y ferviente de la organizaci¨®n sufragista en que milit¨®: ¡°Hechos, no palabras¡±. Charles Bowyer Ismay se consol¨® de haber perdido injustamente el Derby vendiendo Craganour por 30.000 libras al argentino Mart¨ªnez de Hoz, due?o del Haras Chapadmalal, con el requisito de que fuese dedicado a la cr¨ªa y no volviese a correr. El vencedor oficial, Aboyeur, fue vendido a Rusia por 13.000 libras. El rencoroso Eduard Loder muri¨® al a?o siguiente, v¨ªctima del mal de Bright, entre cuyos s¨ªntomas que alteran el sistema nervioso est¨¢n pensamientos de hostilidad irracional. Pero toda Europa padeci¨® algo parecido, porque ese a?o comenz¨® la primera Gran Guerra.
Fernando Savater es escritor.
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