La pol¨¦mica regresa al Bolsh¨®i
La compa?¨ªa rusa despide por "extinci¨®n de contrato" a su primer bailar¨ªn, Nicolai Tsiskaridze, meses despu¨¦s del ataque con ¨¢cido al director art¨ªstico del ballet, Sergu¨¦i Filin
Tras m¨¢s de 20 a?os en la plantilla del Ballet del Teatro Bolsh¨®i de Mosc¨², Nicolai Tsiskaridze (Tbilisi, Georgia, 1973) se va al paro, seg¨²n ¨¦l mismo dijo ayer, porque la compa?¨ªa le ha echado con el argumento de que no le renueva el contrato, que el primer bailar¨ªn consideraba vitalicio. Pero Tsiskaridze cree que estar¨¢ inactivo poco tiempo. ¡°El Bolsh¨®i soy yo¡±, declar¨® hace dos d¨ªas al diario Le Figaro.
As¨ª va de sobrado y expeditivo este bailar¨ªn estrella que aduce sentir acoso desde el ataque con ¨¢cido a Serguei Filin, director art¨ªstico de la compa?¨ªa de ballet y su enemigo declarado. Tsiskaridze ha sido citado interrogado por la polic¨ªa moscovita en dos ocasiones tras la detenci¨®n de Pavel Dmitrichenko, otro solista de la casa imputado como autor material; en varios medios de Internet rusos se situaba al georgiano como autor intelectual o instigador principal del atentado, t¨¦rminos que ¨¦l siempre ha negado, pero sin bajar el tono de sus ataques a Filin, al Bolsh¨®i renovado y a su potente administrador general, Anatoli Iksanov.
La compa?¨ªa asegura que es una no renovaci¨®n de contrato ordinaria, pero los admiradores del artista ya organizan manifestaciones en su apoyo en Mosc¨²
Es como si los m¨¢s carism¨¢ticos artistas del ballet no se pudieran librar ni un minuto de su leyenda y de sus fantasmas. Pero nada de esto es nuevo, lo mismo que las tradicionales rivalidades entre estrellas, la ambici¨®n por la titularidad del cartel y el deseo de permanecer expuesto el mayor tiempo posible a la exigente y chillona balletoman¨ªa moscovita, una de las m¨¢s viscerales del planeta. Con sus an¨¦cdotas, se podr¨ªan llenar varios vol¨²menes. Nicolai Tsiskaridze es tan amado como detestado en ese parnaso de vuelos prodigiosos y de piruetas pasionales. Para unos siempre ha sido un bailar¨ªn afectado hasta el amaneramiento, forzando el virtuosismo a un tono circense; para otros, el revitalizador de la presencia masculina y su concurrencia en el escenario m¨¢s grande y poderoso de Rusia: el Bolsh¨®i de Mosc¨². Para hoy se anunciaba en Mosc¨² una manifestaci¨®n de simpatizantes frente a las columnas de la entrada, pues hay una pol¨¦mica burocr¨¢tica latente, mientras el teatro asegura que se trata de una no renovaci¨®n de contrato ordinaria, el propio bailar¨ªn, su abogado y sus encendidos fans aseguran que su v¨ªnculo con la casa es vitalicio, como ha sido siempre. Pero en el caso de los bailarines existen matices en este extremo.
Nicolai empez¨® a estudiar ballet en Tbilisi bajo el retrato heroico de otro georgiano que hab¨ªa hecho historia en el baile viril de los tiempos sovi¨¦ticos: Vajtlan Chaboukiani. De hecho, muchas veces fue catalogado como el nuevo Chaboukiani. Tras sus primeros a?os de estudio recal¨® en la Escuela de Ballet de Mosc¨², natural y tradicionalmente vinculada a la mec¨¢nica corporativa del Bolsh¨®i, donde entr¨® en 1991. Enseguida, las dos leyendas vivientes de la casa, Marina Semionova y Galina Ulanova, lo amadrinaron y lo retuvieron en sus exclusivos salones de ensayo. Ulanova pas¨® a ser para Nicolai ¡°una segunda madre¡±. El 1999 gan¨® sin discusiones el Premio Benios y Yuri Grigorovich, presidente del jurado, micr¨®fono en mano dijo: ¡°Este georgiano dar¨¢ que hablar¡±. B¨ªblico. En 2011 fue nombrado Artista de Rusia, un rango que siempre se reserva a figuras m¨¢s maduras y recibi¨® por primera vez el premio de la Federaci¨®n Rusa, codiciado galard¨®n oficial que repiti¨® en 2003. Lo bailaba todo. Escog¨ªa a sus partenaires y se iba erigiendo en la imagen de una casa que cambiaba desde sus quebradizos cimientos. Pero a la vez, Tsiskaridze ve¨ªa c¨®mo se le alejaba un ansiado puesto en la direcci¨®n administrativa de la compa?¨ªa una vez acabara su carrera sobre los escenarios, en los que ya ha empezaba a mostrar cierta fatiga. A pesar de su juventud, el rigor y la intensidad a los que ha sometido su f¨ªsico con toda seguridad le ha ido pasando factura.
Al mismo tiempo, el cruce de acusaciones con la direcci¨®n fue constante. El bailar¨ªn ha dado varias entrevistas a medios rusos y extranjeros sin cortarse. Habla de corrupci¨®n, de enchufismo y de que su amado teatro ha quedado tras la restauraci¨®n ¡°como un lujoso resort turco¡±. Esto no se lo han perdonado. Ya se sabe: el orgullo de la casa es intocable.
A r¨ªo revuelto, la bailarina Anastasia Volochkova, que fue despedida en 2003 ya que los bailarines se negaban a levantarla argumentando su sobrepeso y un a?o despu¨¦s readmitida y en el banquillo hasta hoy, ha inundado Twitter de lacrimosos apoyos a Nicolai, tocando el ¨¢spero tema de su infancia dif¨ªcil: ¡°no ha tenido una madre, no tiene a nadie¡±.
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