Deuda inquietante
La subida del endeudamiento cuestiona la evoluci¨®n del d¨¦ficit y complica la estabilidad
La econom¨ªa espa?ola sufre de un problema ag¨®nico, el paro, que constituye a la vez un freno al crecimiento y un factor importante de desmoralizaci¨®n. Pero, adem¨¢s, no se acaban de ajustar las piezas de la estabilidad financiera p¨²blica, a pesar de que se considera tal ajuste una prioridad con sus repercusiones en la tarea del recorte de gastos. En el primer trimestre de este a?o, la deuda p¨²blica espa?ola experiment¨® de nuevo un fuerte crecimiento: m¨¢s de 39.000 millones de euros. Se sit¨²a ya, despu¨¦s de ese salto, en 992.828 millones, es decir, el 88,2% del PIB. Una cifra por encima de la media europea que, probablemente, seguir¨¢ en aumento.
Existen varias razones para pedir una explicaci¨®n al Gobierno sobre los persistentes crecimientos de la deuda p¨²blica. Es verdad que las condiciones en que se puede financiar ese endeudamiento son m¨¢s suaves que en 2012; pero unas subidas tan importantes siguen produciendo inquietud, constituyen un factor de inestabilidad. No es suficiente la explicaci¨®n de que con costes financieros m¨¢s reducidos se han adelantado las emisiones. Puede ser una interpretaci¨®n correcta, pero solo comprobable a finales de a?o. Mientras tanto, sigue en pie la cuesti¨®n de por qu¨¦ una pol¨ªtica econ¨®mica empe?ada en reducir el d¨¦ficit (aunque con resultados mediocres) no deja de generar voluminosos compromisos de deuda.
Debe considerarse pues como opci¨®n otra hip¨®tesis, la de que la evoluci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico no vaya en consonancia con el ajuste exigido, que es del 6,5% anual en t¨¦rminos de PIB, y el gasto p¨²blico haya entrado de nuevo en una fase de descontrol. Y aunque habr¨ªa que revisar una pol¨ªtica econ¨®mica de reducci¨®n del gasto, con los efectos multiplicadores sobre el crecimiento que tanta destrucci¨®n de empresas y de empleo ha causado, tampoco ser¨ªa deseable, ni siquiera juicioso, pasar de restricciones presupuestarias dr¨¢sticas a supuestos de mayor gasto sin que exista un plan econ¨®mico que lo justifique, oriente y controle. En otras palabras, enterrar m¨¢s dinero en dispendios como el aeropuerto de Castell¨®n ser¨ªa, esta vez s¨ª, un suicidio.
Por tanto, el equipo econ¨®mico del Gobierno deber¨ªa esmerarse en explicar estos saltos porcentuales de la deuda en t¨¦rminos que racionalidad econ¨®mica. Seguro que incluso en tiempos dif¨ªciles existe esa racionalidad.
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