Marca Espa?a
Hay rasgos de identidad positiva, negativa e incluso delictiva, como vemos con la corrupci¨®n
La Marca Espa?a se ha puesto a andar en el Parlamento Europeo con una generosa siembra de jam¨®n ib¨¦rico y un espect¨¢culo de flamenco. Est¨¢ bien. Pero lo que une el jam¨®n y el cante van y lo estropean los pol¨ªticos torpes y sus gabinetes de bur¨®cratas serviles. Como los que maniobraron en el mismo Europarlamento para impedir que se expusiera una muestra sobre los trabajos de exhumaci¨®n de fosas comunes y de recuperaci¨®n de cuerpos de desaparecidos por el franquismo. Una iniciativa seria, rigurosa, promovida por asociaciones de v¨ªctimas y foros de la Memoria, y con el aval de forenses y arque¨®logos de marca internacional como Francisco Echevarr¨ªa. Un caso raro, este veto y en este escenario, que suele ser sensible a las denuncias que afectan a los derechos humanos. La muestra finalmente se abri¨® en la sala Halles Saint-G¨¦ry de Bruselas. Puede que una tapa de jam¨®n provoque entusiasmos instant¨¢neos. Que la gente disfrute con el duende musical. Que admire la habilidad de un tenista. Que se asombre con la voluntad de estilo de La Roja. Pero hay algo que llaman publicidad contraproducente. La marca de un pa¨ªs se indigesta cuando su primer acto de promoci¨®n va acompa?ado de una exhibici¨®n de suspensi¨®n de las conciencias. El concepto de marca o de identidad es poli¨¦drico. Hay rasgos de identidad positiva, negativa e incluso delictiva, como vemos con la corrupci¨®n. La impunidad de los cr¨ªmenes del franquismo, con sus decenas de miles de desaparecidos y ni?os raptados, seg¨²n denuncia Amnist¨ªa Internacional, aparece como una identidad indeseable. Son manchas que solo las repara la justicia. Desde George Borrow (La Biblia en Espa?a) a Albert Camus, la verdadera marca Espa?aera el amor por la libertad, la dignidad, el hambre de cultura del pueblo. Acaben con la impunidad, con la corrupci¨®n y devuelvan las becas a los investigadores. Y ya ver¨¢n como luce la marca Espa?a.
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