La peor campa?a de Saatchi
El publicista m¨¢s famoso del mundo nunca ha estado tan en el candelero como estos d¨ªas ?El motivo? unas fotos que sugieren violencia contra su mujer han abierto un debate que quema a quien lo toca
En casa del herrero, cuchillo de palo. Charles Saatchi, el hombre que en tiempos ya bastante lejanos fue considerado el mejor publicista del mundo, acaba de firmar su peor obra, la campa?a m¨¢s calamitosa que pueda imaginarse. Las fotograf¨ªas en las que aparece cogiendo a su mujer por el cuello durante una discusi¨®n en la terraza de un restaurante londinense amenazan con arruinar su imagen para siempre y convertirle en un personaje apestado. La violencia dom¨¦stica, un problema que en Espa?a es por desgracia noticia casi cotidiana, se vive cada vez con menos sordina en Reino Unido. Hace solo unos d¨ªas, el alcalde de Londres, Boris Johnson, afirm¨® que todos los ¨ªndices de delincuencia en la capital van a la baja menos la violencia dom¨¦stica y los delitos por discriminaci¨®n.
Charles Saatchi se hizo famoso primero por la m¨ªtica agencia publicitaria Saatchi & Saatchi, que fund¨® con su hermano Maurice en 1970 y lleg¨® a ser la mayor del mundo a mediados de los ochenta. Maurice era el cerebro empresarial, y Charles, el genio creativo. Su fama creci¨® cuando cre¨® su propia galer¨ªa de arte contempor¨¢neo, que catapult¨® a artistas como Marc Quinn y Damien Hirst. Seguramente hoy es m¨¢s conocido que nunca: las fotos del incidente han aparecido un d¨ªa tras otro en los tabloides, en la llamada prensa seria y en peri¨®dicos y televisiones de medio mundo.
No la agarr¨¦, fue un ri?a juguetona. He aceptado la advertencia para que el caso no d¨¦ vueltas
Publicadas primero el domingo pasado por el tabloide dominical The People, las fotos hab¨ªan sido tomadas varios d¨ªas antes en la terraza de Scott¡¯s, un restaurante del selecto barrio de Mayfair al que la pareja va muy a menudo. Saatchi, un hombre muy celoso de su privacidad, que apenas concede entrevistas, rara vez acude a actos sociales y suele opinar de arte en sus columnas en el vespertino londinense Evening Standard, se ha convertido ahora en el objeto de todo tipo de comentarios. Casi todos, negativos.
Ella, muy popular gracias a sus libros y sus programas de televisi¨®n sobre cocina, se fue de casa con los ni?os el domingo pasado al publicarse las fotos. No ha hecho declaraciones, pero no ha vuelto a casa y se ha dejado fotografiar sin el anillo matrimonial, extendiendo el rumor de una separaci¨®n o al menos un distanciamiento temporal.
?l, rompiendo la tradici¨®n, s¨ª ha hablado. Y cuanto m¨¢s ha hablado, peor han sido recibidas sus palabras. Primero hizo unas declaraciones a trav¨¦s del Standard en las que intent¨® restarle importancia al incidente. ¡°No la agarr¨¦. Fue una ri?a juguetona¡±, asegur¨® despu¨¦s de explicar que hab¨ªan discutido por los ni?os y admitir que las fotos son tan ¡°horrorosas¡± que pueden dar la impresi¨®n de lo contrario.
A?adi¨® que si Nigella estaba llorosa cuando dejaron el restaurante era porque estaba disgustada por la ri?a. Y puso como prueba el hecho de que su mujer no se fue de casa hasta d¨ªas despu¨¦s, cuando aparecieron las fotos en la prensa y la puerta de casa se llen¨® de fot¨®grafos. Pero es una explicaci¨®n que no convence porque quienes sostienen que se trat¨® de un indicio de malos tratos recordaron que la gran mayor¨ªa de mujeres no se van de casa con tanta facilidad. Suelen tardar en abandonar el hogar o en denunciar al marido.
Tampoco le han granjeado muchas simpat¨ªas a Charles Saatchi sus comentarios tras aceptar la advertencia oficial que le dio la polic¨ªa, que estudi¨® el caso, pero no lleg¨® a abrir una investigaci¨®n. ¡°He aceptado la advertencia para que el caso no est¨¦ dando vueltas durante tiempo¡±, explic¨®. Pero para sus cr¨ªticos es una prueba de que es culpable de malos tratos, por muy menores que hayan podido ser.
El caso est¨¢ teniendo el poder de manchar a todo aquel que lo toca. Un conocido bloguero del Guardian y profesor de periodismo en la City University London, Roy Greenslade, puso en duda el lunes que se tratara de un asunto de violencia dom¨¦stica y cuestion¨® la veracidad de los testimonios publicados por The People. Al d¨ªa siguiente escribi¨® una nueva entrada pidiendo disculpas, declar¨¢ndose ¡°avergonzado¡± y aceptando que las fotos constitu¨ªan una prueba de agresi¨®n.
El expublicista y galerista sigue teniendo el apoyo completo del 'Evening Standard'
Tambi¨¦n el primer ministro adjunto y l¨ªder liberal-dem¨®crata, Nick Clegg, ha salido escaldado porque se resisti¨® a condenar a Saatchi por sus actos escud¨¢ndose en que no hab¨ªa visto todas las fotograf¨ªas. ¡°Vaya pregunta tan dif¨ªcil. Me cuesta mucho imaginar¡ ves a una pareja¡, quiero decir que no s¨¦ lo que pas¨®. Cuando ves a una pareja discutiendo¡ la mayor¨ªa de la gente simplemente cree que la pareja lo resolver¨¢ por s¨ª misma. Por supuesto, si la cosa degenera completamente en violencia es otra cosa¡±, respondi¨® entre largas pausas.
El expublicista y galerista sigue teniendo el apoyo completo del Evening Standard. No solo es el diario que ha publicado su versi¨®n. Tambi¨¦n ha publicado unas declaraciones en su defensa realizadas por su segunda mujer, la estadounidense Kay Hartenstein, con la que se cas¨® en 1990 y se separ¨® en 2001. ¡°Aunque Charles siempre ha tenido sus defectos, nunca ha sido f¨ªsicamente abusivo conmigo. A veces puede ser dif¨ªcil, pero se le est¨¢ tratando injustamente¡±.
El primer ministro adjunto, Nick Clegg, ha salido escaldado por no condenar a Saatchi
El diario ha decidido que no hay razones para que Charles Saatchi deje de publicar en sus p¨¢ginas sus comentarios sobre arte. ¡°Aunque este diario aborrece la violencia contra las mujeres, no vemos una condena por agresi¨®n como raz¨®n suficiente para inmiscuirnos en las complejidades de un matrimonio. Alguna gente nos ha pedido que dejemos de publicar la columna habitual del se?or Saatchi sobre arte. Nuestra opini¨®n es que la polic¨ªa ha decidido que una advertencia era la respuesta adecuada al delito. Ser¨ªa excedernos en nuestra jurisdicci¨®n ir m¨¢s all¨¢. ?Se le tiene que prohibir escribir de arte a una persona que ha recibido una advertencia? ?Hay que cerrar la Saatchi Gallery? ?Tiene que arruinarse?¡±, se preguntaba ret¨®ricamente el diario en un editorial.
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