La pareja no da la felicidad
"El beso", Alfred Eisenstaed, 1945.
Hollywood nos ha hecho un flaco favor. Nos entretienen sus pel¨ªculas pero nos crean modelos sociales que casi nunca existen. As¨ª sucede con el amor. Posiblemente la pareja sea el apartado de nuestra vida donde habiten m¨¢s fantas¨ªas e ideas preconcebidas: so?amos con pr¨ªncipes o princesas azules (o rosas) que salen en las pel¨ªculas con final feliz, nos peleamos con forzar la realidad a lo que tenemos en la cabeza y buscamos esa pareja como bote salvavidas a nuestros problemas. Sin embargo, nos equivocamos. Como explica Joan Garriga en su libro El buen amor en la pareja:
¡°la pareja te puede dar la felicidad, pero no tiene el poder de hacerte feliz, lo cual es un matiz importante¡±.
¡°la pareja te puede dar la felicidad, pero no tiene el poder de hacerte feliz, lo cual es un matiz importante¡±.
La pareja tiene m¨²ltiples formas y expresiones. No hay un ¨²nico modelo, sino anhelos o necesidades relacionadas con amar y ser amados, con compartir una intimidad profunda, una estabilidad afectiva, con sentirnos vinculados y con la posibilidad de dar vida, de servirla o de cuidarla de alg¨²n modo. Dichas necesidades pueden expresarse en un matrimonio o en relaciones abiertas. Por tanto, no hay modelos perfectos, sino relaciones que nos enriquecen o que nos empobrecen.
Y ?qu¨¦ ha de ocurrir para que una relaci¨®n de pareja nos ayude a crecer? Joan describe cinco condiciones, apoyado en el libro Una vida feliz, un amor feliz de Arnaud Desjardins, disc¨ªpulo del sabio hind¨² Swami Prajnanpad, y que resultan de aplicaci¨®n para todo tipo de parejas. A saber:
- Que sea f¨¢cil, que fluya sin demasiado esfuerzo. Cuando una relaci¨®n cuesta, es dif¨ªcil que nos enriquezca. Las cosas han de ser sencillas, que no significa simples. Tampoco quiere decir huir de los problemas o de las dificultades, ya que son inherentes al ser humano. Cuando fluye una relaci¨®n nos sentimos grandes y hacemos que la otra personas tambi¨¦n lo sienta. Sin embargo, es curioso como hay parejas que tienen relaciones destructivas y son incapaces de separarse (evidentemente, no hablamos de situaciones l¨ªmites). El motivo lo explica Joan: el intercambio desde el malestar o el maltrato crea v¨ªnculos muy poderosos y profundos y el miedo a la soledad corta cualquier vuelo.
- Que no se traten de naturalezas demasiado incompatibles, no demasiados diferentes. A veces el enamoramiento nos introduce una incapacidad real de valorar si la otra persona encaja con nuestro modelo de entender la vida, nuestras expectativas, la educaci¨®n recibida, nuestra realidad cultural y social¡ no significa que las diferencias no puedan salvarse, en absoluto, lo que supone es aceptarlas, afrontarlas y conciliarlas. No sirve con decir ¡°no importa¡±, porque a la larga dichas diferencias van tomando presencia y pueden ser motivos de desencuentro.
- Que los miembros de la pareja sean verdaderos compa?eros, que sean amigos. Lo que significa que hemos de sentir que el otro nos entiende y nosotros a ¨¦l o a ella. De este modo, la pareja es una relaci¨®n de acompa?amiento hacia un objetivo com¨²n, donde cada uno har¨¢ su camino, a su modo, con sus peculiaridades, pero sabiendo que la otra persona es un refugio para sentirse comprendido y querido.
- Que exista plena confianza en el otro. Es decir, tener la certeza de que la pareja quiere nuestro bien y no nos va a da?ar. No estamos hablando de una confianza infantil, controladora, donde se reclame sinceridad o infalibilidad absoluta. Tampoco una confianza que exija garant¨ªas. Hablamos de la convicci¨®n de saber que no es necesario protegerse del otro, que no nos va a hacer da?o con reproches, malas caras o acciones m¨¢s agresivas. O como canta Joaqu¨ªn Sabina, saber que no ¡°vuelve la guerra a la cocina¡±.
- Que exista el deseo espont¨¢neo de que el otro tambi¨¦n est¨¦ bien por encima de nuestros miedos o carencias. Quiz¨¢ sea lo m¨¢s dif¨ªcil de lograr, porque implica una generosidad profunda y significa cambiar el punto de vista de la pareja. A veces querer a alguien puede significar dejar que se vaya de nuestro lado, aunque nos duela.
Las condiciones anteriores son realmente dif¨ªciles de alcanzar. Como afirma Joan Garriga, no ha conocido ninguna pareja que las cumplan a rajatabla. Sin embargo, nos dan pistas para entender cu¨¢l es el camino para crecer juntos y es un buen diagn¨®stico para saber c¨®mo estamos: cuando en una relaci¨®n solo se da una o dos de las condiciones anteriores al final lo acaba pasando mal.
La experiencia del amor es posiblemente lo m¨¢s grande que podemos vivir. Por eso, casi todo el mundo es capaz de recordar el primer beso o las primeras palabras susurrantes. Sin embargo, el problema radica cuando nuestro anhelo de pertenencia y de amor impide ver al otro en toda su dimensi¨®n y nos empe?arnos en encapsular la relaci¨®n en modelos que solo residen en nuestra cabeza o quiz¨¢ en las pel¨ªculas de Hollywood con final feliz. En la medida que sepamos trascender y aprender a amar, seremos capaces de abrirnos a una experiencia de plenitud y, c¨®mo no, de felicidad, m¨¢s all¨¢ de quien est¨¦ a nuestro lado.
Recetas:
Aunque en este terreno son dif¨ªciles cualquier receta, veamos algunas reflexiones que podemos plantearnos:
- Identifica cu¨¢l es el modelo de pareja que para ti es perfecto. ?Qu¨¦ esperas que la otra persona haga? ?Y qu¨¦ est¨¢s dispuesto a hacer t¨² por ¨¦l o ella? S¨¦ sincero contigo mismo.
- Repasa las cinco condiciones anteriores aplic¨¢ndola a tu pareja actual, a la que tuviste en un pasado o a la que te gustar¨ªa tener. ?Qu¨¦ puedes hacer t¨² para conseguirlas?
- Y por el miedo a la soledad, ?qu¨¦ est¨¢s dispuesto a soportar?
F¨®rmula:
La pareja te puede dar la felicidad, pero no tiene el poder de hacerte feliz. Depende de uno mismo.
Basado en el libro de: Garriga, Joan: El buen amor en la pareja, Destino (2013).
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