Las elecciones iran¨ªes
Hasan Rohan¨ª deber¨¢ demostrar con hechos su supuesta voluntad de cambio
Varios observadores, incluido The New York Times, se han mostrado exultantes por la victoria, en las recientes elecciones presidenciales, de un candidato ¡°moderado¡±, Hasan Rohan¨ª. Opinan que podemos estar ante una nueva era en la pol¨ªtica iran¨ª.
Tal vez, pero tal vez no.
Cuando hablamos de Ir¨¢n, aferrarnos a la esperanza en lugar de guiarnos por la experiencia es ser unos ilusos.
No olvidemos tres hechos.
En primer lugar, para ser candidato a la presidencia, Rohan¨ª tuvo que superar la prueba ideol¨®gica del l¨ªder supremo, Ali Jamene¨ª y su entorno. De decenas de aspirantes a candidatos, solo seis entraron en la papeleta. Ese dato es bastante indicativo de c¨®mo es en realidad Rohan¨ª. Si sus posturas estuvieran tan alejadas de las del r¨¦gimen, no le habr¨ªan permitido presentarse.
Incluso es muy posible que esa imagen m¨¢s ¡°moderada¡± que la de su predecesor, Mahmud Ahmadineyad, fuera justo lo que m¨¢s atrajo a los m¨¢ximos poderes. Al fin y al cabo, las payasadas de Ahmadineyad han hecho muy dif¨ªcil justificar el comportamiento iran¨ª de forma convincente, incluso para quienes estaban m¨¢s inclinados a hacerlo.
El nuevo presidente
no es ning¨²n rebelde reci¨¦n llegado: es parte integrante del r¨¦gimen
En segundo lugar, en el sistema iran¨ª, el presidente tiene poderes limitados. Jamene¨ª est¨¢ al mando. Por tanto, la capacidad de Rohan¨ª de introducir cambios, aun suponiendo que lo deseara, es muy restringida. Pensemos en los escasos efectos del ¨²ltimo presidente ¡°moderado¡±, Mohamed Jatam¨ª, que gobern¨® entre 1997 y 2005.
Y en tercer lugar, Rohan¨ª no es ning¨²n rebelde reci¨¦n llegado, sino que ha formado parte integrante del r¨¦gimen que gobierna Ir¨¢n desde 1979.
Un ejemplo revelador: se dice que en 1993 estuvo presente en una funesta reuni¨®n del Consejo Supremo de Seguridad Nacional ¡ªen aquella ¨¦poca era su secretario¡ª en la que se tom¨® la decisi¨®n de atentar contra el edificio de la Asociaci¨®n Mutual Israelita Argentina (AMIA) en el centro de Buenos Aires. La existencia de la reuni¨®n la ha demostrado el incansable fiscal argentino encargado del caso, Alberto Nisman. La bomba estall¨® en julio de 1994. El resultado fue 85 muertos y cientos de heridos, en uno de los atentados m¨¢s mortales cometidos en Latinoam¨¦rica en d¨¦cadas.
Con la vista puesta en el futuro, si Rohan¨ª tiene un genuino deseo de llevar a Ir¨¢n hacia una direcci¨®n diferente y m¨¢s pac¨ªfica, he aqu¨ª cuatro puntos de partida:
? Ya es hora de que Ir¨¢n deje de apoyar al terrorismo internacional. Grupos yihadistas como Hezbol¨¢, que act¨²an en Europa, Asia, ?frica, Latinoam¨¦rica y Oriente Pr¨®ximo, ser¨ªan mucho m¨¢s d¨¦biles sin las armas, el entrenamiento y el dinero iran¨ªes. Y, casi 20 a?os despu¨¦s del atentado contra la AMIA, Ir¨¢n debe reconocer su complicidad en el crimen y entregar a los funcionarios, incluido el actual ministro de Defensa, sobre quienes pesan ¨®rdenes de busca y captura de Interpol y las autoridades argentinas.
Ir¨¢n debe dejar de apoyar al terrorismo, violar los derechos humanos y buscar
armas nucleares
? Ir¨¢n contin¨²a respaldando al r¨¦gimen asesino de El Asad en Siria. M¨¢s de 90.000 personas han muerto en una guerra civil que ya ha entrado en su tercer a?o. Ir¨¢n tiene un papel crucial. ?Est¨¢ dispuesto Rohan¨ª a que Ir¨¢n deje de participar en cr¨ªmenes contra la humanidad?
? Ir¨¢n comete notorias violaciones de los derechos humanos. Por si no bastara el hecho de que sus elecciones presidenciales son una perversi¨®n de la democracia, porque solo pueden participar los candidatos autorizados, los grupos de derechos humanos m¨¢s respetados han enumerado toda una serie de libertades fundamentales reprimidas en el pa¨ªs. Hoy, en Ir¨¢n, es duro ser baha¨ª, o dirigente feminista, o activista gay, o participar en manifestaciones estudiantiles, o hacer periodismo comprometido. Adem¨¢s, Ir¨¢n aplica la pena capital de forma indiscriminada, incluso, como est¨¢ demostrado, a menores.
? Ir¨¢n debe poner fin a su empe?o en obtener armas nucleares, como han exigido en repetidas ocasiones el Consejo de Seguridad de la ONU y el Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica. Ir¨¢n lleva a?os mareando a los negociadores europeos y norteamericanos que intentan llegar a un acuerdo sobre su programa nuclear, y de esa forma ha conseguido ganar tiempo para seguir trabajando en ¨¦l. El propio Rohan¨ª form¨® parte de ese proceso, y en un momento dado lleg¨® a presumir de ser m¨¢s astuto que sus interlocutores occidentales. ?Ha cambiado? Si es as¨ª, este es un buen momento para demostrarlo.
La historia del ¨²ltimo siglo nos dejado dolorosas lecciones sobre la capacidad aparentemente infinita que tienen algunos pol¨ªticos y expertos en seguridad occidentales de enga?arse a s¨ª mismos, con consecuencias catastr¨®ficas. Lo que est¨¢ en juego en Ir¨¢n es much¨ªsimo. Para juzgar cualquier cambio en el comportamiento del pa¨ªs necesitamos acciones concretas. Todo lo que no sea eso puede terminar siendo la peligrosa b¨²squeda de una quimera.
David Harris es director ejecutivo del Comit¨¦ Jud¨ªo Americano (www.ajc.org).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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