¡°?Socialista, te encontrar¨¦!¡±
Suena muy fuerte la referencia a la filiaci¨®n pol¨ªtica pronunciada por B¨¢rcenas como un insulto
Escalofr¨ªo produce leer ahora esa interjecci¨®n antigua, que antes serv¨ªa para avisar a rojos (¡°?Rojos!¡±) o comunistas. Y la fue a decir, dirigi¨¦ndose a un abogado en los tribunales, el imputado se?or B¨¢rcenas, extesorero del Partido Popular, que ahora padece prisi¨®n preventiva. Seguramente perplejo porque la justicia, al fin, le dio alcance, le grit¨® al letrado al que se cruz¨® por el pasillo camino de la prisi¨®n: ¡°?Socialista, te voy a encontrar!¡±. Te vas a enterar, en suma.
Suena muy fuerte el vocablo socialista escuchado como un insulto o una admonici¨®n o una advertencia. El r¨¦gimen y los que hicieron de altavoz de los insultos con los que se prolong¨® la contienda prefirieron un resumen, un ap¨®cope, y rojo era perfecto. Rojo, comunista. Decir de alguien que era rojo era un pasaporte al abismo. Pas¨® el tiempo y parec¨ªa que hab¨ªa pasado la rabia. Y a partir de entonces hubo gente que se llamaba a s¨ª misma roja como si as¨ª deglutiera de una vez el mal trago que supuso haber sido llamado de esa manera en aquellos tiempos en que la palabra ya era una condena.
Pero socialista no era, en los tiempos en que ya no hab¨ªa guerra ni siquiera era tan violenta la posguerra, un adjetivo muy usado por aquellos que ten¨ªan el dedo levantado para censurar o para encarcelar. ¡°?Socialista!¡±. Eso no lo dec¨ªa ni la polic¨ªa, ni entre los falangistas se estilaba ese modo de subrayar la esencia del otro. No era, en puridad, sin¨®nimo de rojo o de comunista.
No solo por eso me caus¨® estupor la invocaci¨®n supuestamente insultante del extesorero. Ni cabe imaginar una invocaci¨®n inversa por parte del abogado. Imaginemos: ¡°?Extesorero, te voy a
encontrar!¡±. Porque me niego a imaginar que eso suene igual, o paralelo, a ¡°?Socialista, te voy a encontrar!¡±. Est¨¢ dicho, pues, para evocar otros tiempos, o para hacerlos presentes en este momento en que ser socialista o comunista o rojo o de derechas es un derecho que se ejerce sin necesidad de funda alguna: a las claras. Es como si el extesorero hubiera dicho: ¡°?Ser humano, te voy a encontrar!¡±. ?A que no hubiera sonado igual? Por lo cual me siento libre de deducir que lo llam¨® socialista para dejarle claro por qu¨¦ lo iba a perseguir si lo encontraba.
Surgi¨® esta desagradable sensaci¨®n que produjo la admonici¨®n enfadada de B¨¢rcenas al mismo tiempo que este peri¨®dico publicaba (el lunes 1 de julio, en la edici¨®n Madrid) una emocionante cr¨®nica de Diego Barcala sobre el fusilamiento y posterior entierro de Juli¨¢n Zugazagoitia, quien fuera director de El Socialista en la ¨¦poca republicana. Lo detuvo la Gestapo en Francia, lo traslad¨® a Madrid y luego Franco orden¨® fusilarlo, junto con su compa?ero periodista Francisco Cruz Salido. En 1940. ¡°Ambos fueron fusilados y enterrados bajo la tumba en forma de libro que recoge el nombre de los dos¡±. Un alma cuya identidad a¨²n no se ha dilucidado encarg¨® la tumba; y el nieto de Zugazagoitia est¨¢ investigando qui¨¦n fue. De Zugazagoitia dijo Santos Juli¨¢: ¡°Una de las personas m¨¢s respetables del socialismo, un buen escritor y hombre de gran inteligencia, una vida noble, uno de los esp¨ªritus m¨¢s finos del partido socialista¡±.
S¨ª, da escalofr¨ªo que a¨²n ahora se arroje as¨ª, a la cara de otro, lo que en otro tiempo se profiri¨® como un insulto y, m¨¢s a¨²n, como la parte m¨¢s agresiva de una condena.
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