El accidente insurreccional
M¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica, la presi¨®n del entramado secesionista es enorme en Catalu?a. La carga historicista del tricentenario de 1714 empuja a que el a?o pr¨®ximo se intente quebrar el orden constitucional
Advertir del riesgo de un accidente no significa necesariamente que vaya a ocurrir, ni mucho menos desear que tal cosa ocurra. Lo importante es analizar si se trata de un anuncio alarmista o, por el contrario, si hay bases s¨®lidas en la argumentaci¨®n. Por eso me ha sorprendido el escepticismo con el que han sido recogidas mis palabras cuando advert¨ª, el pasado 3 de julio, en el marco de un di¨¢logo que tuve el honor de realizar con el historiador Jos¨¦ ?lvarez Junco, organizado por la Fundaci¨®n Diario Madrid, de que la situaci¨®n en Catalu?a es ¡°explosiva¡± y que puede acabar en un ¡°accidente insurreccional¡±. Dado el car¨¢cter principalmente hist¨®rico del di¨¢logo, centrado en las relaciones entre Catalu?a y el resto de Espa?a y en torno a las causas del actual desencuentro, me limit¨¦ a apuntar ¨²nicamente tal posibilidad, aunque luego fue el asunto m¨¢s destacado en los medios de comunicaci¨®n y entre algunos comentaristas.
Quisiera ahora avanzar un poco m¨¢s en este argumento e insistir en que el riesgo insurreccional existe porque, como ya expliqu¨¦ tiempo atr¨¢s desde estas mismas p¨¢ginas (Catalu?a: utop¨ªa insurreccional o federalismo, 02/05/2013), el pacto que suscribieron CiU y ERC persigue justamente un choque de legitimidades. Entiendo por accidente o colisi¨®n insurreccional el intento de quebrar el orden constitucional. En realidad, toda la pol¨ªtica nacionalista se dirige hacia ese objetivo y ha desarrollado una l¨®gica discursiva que consiste en afirmar que hay una incompatibilidad manifiesta entre la democracia, entendida como la voluntad del pueblo, y la Constituci¨®n. Que existe una grave contradicci¨®n entre la legitimidad emanada de las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas (ratificada en todos los sondeos demosc¨®picos cuando se pregunta a los catalanes sobre el ejercicio del llamado ¡°derecho a decidir¡±) y la legalidad espa?ola. Y que, frente a esa disyuntiva, la elecci¨®n solo puede estar de parte de la democracia.
Siguiendo tal razonamiento, la promesa de llevar a cabo una consulta en el 2014 tiene que materializarse de forma imperativa y, por la misma raz¨®n, en caso de no ser posible, la alternativa no puede ser otra que la declaraci¨®n unilateral de independencia, despu¨¦s o incluso antes de unas nuevas elecciones. Esta es la posici¨®n que ERC solemniz¨® en su ¨²ltima conferencia pol¨ªtica el pasado 6 de julio: la llamada v¨ªa kosovar. Por supuesto no es un dato menor teniendo en cuenta el auge electoral que le pronostican las encuestas.
CiU no puede posponer la consulta de 2014 sin que le acusen de traici¨®n a la causa soberanista
Por su parte, Artur Mas repiti¨® hace unas semanas su deseo de culminar la legislatura, y por ahora sus movimientos parecen tendentes a relativizar las prisas de sus socios parlamentarios. La carta a Mariano Rajoy solicitando solemnemente la consulta, y que, seg¨²n el pacto que suscribieron CiU y ERC, ten¨ªa que haberse cursado antes del 30 de junio, todav¨ªa no se ha efectuado. Ahora bien, el presidente de la Generalitat no ha descartado taxativamente ning¨²n escenario, particularmente el de unas nuevas elecciones, a las que podr¨ªa verse obligado si le fallase el apoyo de los republicanos, sobre todo si estos considerasen que el proceso soberanista corre el riesgo de entrar en una v¨ªa muerta o si las perspectivas electorales les fueran a¨²n m¨¢s favorables.
Adem¨¢s, hay que tener en cuenta que los pol¨ªticos y los partidos no son los ¨²nicos actores en el tablero catal¨¢n, pues la presi¨®n del entramado asociativo secesionista es enorme, como se puso de manifiesto recientemente en el Camp Nou y, en septiembre pr¨®ximo, con la espectacular cadena humana de 400 km prevista para la Diada. Asociaciones como la Assemblea Nacional Catalana y ?mnium Cultural se han transformado en un aut¨¦ntico Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n que moviliza a miles de personas en toda Catalu?a: realizan marchas propagand¨ªsticas en los barrios del cintur¨®n barcelon¨¦s, ponen paradas todos los fines de semana en mercados y lugares c¨¦ntricos, forman banderas estelades gigantes o encienden miles de velas en las plazas de los pueblos, ofreciendo una imagen rom¨¢ntica de este momento que consideran hist¨®rico.
As¨ª pues, el primer escenario potencialmente insurreccional gira en torno a la anunciada consulta. Aunque CiU no se atreviese a llevarla a cabo por muchas razones, empezando por las discrepancias en este punto con Uni¨® Democr¨¤tica y su l¨ªder Josep Antoni Duran Lleida, va a tener que teatralizarla, como si de verdad fuera a hacerla, pues no puede anunciar que la pospone sin que le acusen de traicionar la causa soberanista. Esto significa que durante los pr¨®ximos meses todos los pasos del llamado proceso de transici¨®n nacional van a seguir d¨¢ndose: se aprobar¨¢ la ley de consultas, incluyendo el desarrollo de una autoridad censal propia, se seguir¨¢ calentando motores en la sociedad civil mediante una estrategia envolvente a favor del derecho a decidir (como si de un derecho natural se tratase, al margen del derecho positivo), e impulsando iniciativas m¨¢s propias de reg¨ªmenes populistas que de una democracia liberal, como el rectificado registro de ¡°adhesiones¡±. L¨®gicamente, la radio y la televisi¨®n p¨²blica catalana van a seguir implicadas al m¨¢ximo en la difusi¨®n propagand¨ªstica. El secesionismo seguir¨¢ cabalgando al galope, de manera que cuesta mucho ver de qu¨¦ forma CiU va a poder frenar en seco para evitar el desbordamiento insurreccional sin que cunda entre los suyos la sensaci¨®n de abandono o frustraci¨®n. Si a la l¨®gica argumentativa sobre la radicalidad democr¨¢tica le sumamos las acciones pol¨ªticas y de agitaci¨®n, me temo que el riesgo de que el proceso desborde a los propios actores, principalmente a Mas, es bastante alto. Al final, la suma de palabras y gestos siempre tiene consecuencias.
Se equivocan los que creen que la debilidad parlamentaria de Mas dejar¨¢ el envite en nada
El segundo momento potencialmente insurreccional es el de unas elecciones anticipadas, que el secesionismo convertir¨ªa en plebiscitarias en torno a la candidatura de ERC. Hay que tener en cuenta que Mas apenas tiene margen de maniobra para pactar un apa?o con Mariano Rajoy, y que se lo ha puesto muy dif¨ªcil al PSC para que este le preste su apoyo hasta el 2016. Adem¨¢s, el a?o que viene es el del tricentenario del 1714 y la pol¨ªtica va a servirse a golpe de emociones. As¨ª pues, sin consulta posible y con una escapatoria parlamentaria muy complicada, los argumentos van a caer del lado del ¡°tenemos prisa¡± y ¡°ahora o nunca¡±. Consecuentemente, en unas elecciones anticipadas tanto el partido de Artur Mas, CDC, como el de Oriol Junqueras, ERC, concurrir¨ªan con un programa secesionista muy expl¨ªcito y, en caso de alcanzar la mayor¨ªa absoluta, proceder¨ªan a realizar una declaraci¨®n unilateral de independencia, esperando el socorro de alg¨²n tipo de mediaci¨®n europea o internacional, pues se muestran convencidos de que ¡°el mundo nos mira¡±. Estar¨ªamos ante un escenario desconocido y, sin duda alguna, claramente insurreccional, pues de consolidarse quebrar¨ªa la Constituci¨®n de 1978.
Tengo la impresi¨®n de que en Madrid sigue predominando una cierta negaci¨®n de la realidad, de que pese a la conmoci¨®n que ha provocado el envite soberanista, a menudo se prefiere mirar a otro lado, sin reflexionar seriamente sobre las fortalezas de la estrategia independentista. Se asume que la situaci¨®n es grave, pero se sigue privilegiando la mirada sobre los actores pol¨ªticos, lo cual lleva a centrar el an¨¢lisis en la debilidad parlamentaria de Mas y a concluir que ¡°esto acabar¨¢ en nada¡±. Ciertamente, todos los escenarios son posibles, pero los protagonistas son cada d¨ªa m¨¢s prisioneros de las expectativas creadas y de sus gestos, tambi¨¦n del contexto; y, en este punto, el a?o que viene es diab¨®lico. El cambio de ciclo econ¨®mico, al que Mariano Rajoy lo f¨ªa todo, si realmente llega, va a tardar mucho en notarse. Y la carga historicista del tricentenario va a empujar a la pol¨ªtica catalana al romanticismo y la agon¨ªa. Finalmente, si alguna cosa no se pueden permitir los soberanistas es que en el 2014 no ocurra nada, aunque sea una nueva derrota que conmemorar. Por todo eso, el accidente insurreccional me parece bastante m¨¢s que una posibilidad.
Joaquim Coll es historiador.
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