Mi inspectora de Hacienda
Mientras esperamos a que B¨¢rcenas declare, Rajoy guarda voto de silencio y su partido lo pierde comport¨¢ndose como un coro griego sobreactuado
Vivimos este fin de semana pendientes del lunes, cuando Luis B¨¢rcenas declare ante el juez Ruz y hable, o calle, de lo que sabemos por la prensa. Mientras llega ese lunes, Rajoy guarda voto de silencio y su partido lo pierde comport¨¢ndose como un coro griego sobreactuado, y obediente, haciendo ruido y muecas. Entre los mejores coristas est¨¢ sin duda Carlos Floriano, exclamando aquello de que el presidente es una persona ¡°honrada a carta cabal¡± mientras que el extesorero es alguien que ¡°ha enga?ado a Hacienda, ha enga?ado a los fiscales, ha enga?ado al PP durante m¨¢s de 20 a?os¡±. Despu¨¦s el ministro de Justicia lo resumi¨® con su c¨¦lebre aria: ¡°Rajoy es un referente ¨¦tico¡±. Ciertamente la opereta tendr¨¢ como t¨ªtulo: 20 a?os de enga?os terminan en nada.
Con esta banda sonora acud¨ª el mi¨¦rcoles, mudo, a la cita con mi inspectora de Hacienda. Es la tercera inspecci¨®n de la Agencia Tributaria que recibo desde 1999 (poco despu¨¦s de que el hoy presidente del Gobierno, presunta y silenciosamente, percibiera sobresueldos dentro de una caja de puros). Apurado y convencido de que podr¨ªa escribir una cr¨®nica del cambio econ¨®mico y de estilo en nuestro pa¨ªs a trav¨¦s de mis inspecciones de Hacienda, llegu¨¦ al despacho. Me gusta tratar a mi inspectora, que es siempre la misma, con ese ¡°mi¡± de propiedad que durante los a?os de bonanza obsequi¨¢bamos al asesor fiscal o al entrenador personal. En la cita de esta semana me maravill¨® que apareciera vestida de color lima, un tono alegre y c¨ªtrico que aportaba gotas de acidez extra al rendez vous. Pelo no muy peinado, como se lleva ahora, sandalia con taconcito estable, casi encantadora y al mismo tiempo casi fastidiada por tener que encontrarnos siempre en estas situaciones y no en plan aperitivo comentando el ¨²ltimo concierto de Rodr¨ªguez. Con su aspecto me dio a entender que la jueza Alaya es otro referente ¨¦tico y est¨¦tico para el alto funcionariado: feminidad y profesionalidad hechas aleaci¨®n.
Cuando nos sentamos para abrir expediente, me permit¨ª deslizarle un art¨ªculo de El Peri¨®dico con el titular ¡°Hacienda lava su cara investigando a los famosos¡±. Mi inspectora detuvo en seco su teclear y me permit¨ª rematar: ¡°Comprender¨¢ (no me tuteo con mi inspectora, aunque s¨ª lo hago con mi entrenador) que muchos inspeccionados nos sentimos desconcertados con el trato que se le dispensa a la Corona, acept¨¢ndole su convicci¨®n de haber pagado impuestos aunque sin mostrar ning¨²n documento, o con que B¨¢rcenas haya amasado una fortuna sin que ustedes le hayan inspeccionado siquiera una vez¡±. Mi inspectora no me dio ni un segundo para regodearme en mi panfletaria actitud y zanj¨®: ¡°Completamente de acuerdo. Estamos repitiendo todas las inspecciones que hicimos el a?o pasado¡±. Y volvimos, ella a su teclear y yo a un silencio de los corderos, completamente diferente del mutismo ejemplar de Rajoy.
Aprovech¨¦ para constatar el cambio de decoraci¨®n en los despachos de la Agencia Tributaria. Ahora son como m¨¢s minimalistas, con ese cierto parecido a la celda de B¨¢rcenas, que coh¨ªbe, y ese alicatado de madera clara hasta media pared, que alarma. Es curioso que en una oficina donde exigen tantos papeles no haya ninguno a la vista. Pero la insonorizaci¨®n falla, porque escuch¨¢bamos sobre el impert¨¦rrito teclear de mi inspectora los insultos, groser¨ªsimos, que otro inspeccionado le espetaba a su inspector en la oficina vecina.
Mi inspectora es una mujer templada y eso me gusta, cada inspecci¨®n un poco m¨¢s. Igual que los suizos, detesto las escenas fuera de la tele. Las malas noticias se env¨ªan por correo. Mi inspectora solo abri¨® la boca para echarme en cara una verdad como un templo: ¡°Como ahora gana menos dinero, la multa no ser¨¢ como en las otras inspecciones¡±. Llegu¨¦ a casa y llam¨¦ a mi padre en Venezuela. ¡°Hijo, es un halago: Te est¨¢n inspeccionando en el primer mundo, no aqu¨ª. Tu madre y yo estamos muy orgullosos de ti¡±.
Me aguant¨¦ las ganas de preguntarle c¨®mo est¨¢n las cosas con lo de si Snowden acepta exiliarse all¨ª. Ser¨ªa un espaldarazo al Gobierno de Maduro, que, entre pajaritos y el vaiv¨¦n de Snowden, ha conseguido que Venezuela est¨¦ todos los d¨ªas en las noticias. El silencio no es la ¨²nica respuesta, hay presidentes que prefieren el ruido.
Otras cosas han hecho ruido; entre ellas, el cruce de cartas entre Fernando Villalonga, exdelegado de las artes en el Ayuntamiento de Madrid, y Paloma O¡¯Shea, fil¨¢ntropa musical y esposa de Emilio Bot¨ªn, propietario del Banco Santander: ?todo un elegante culebr¨®n para Vanity Fair! Villalonga, que siempre ha trabajado para el partido conservador, de repente se ha erigido como un Robin Hood de los patrocinios p¨²blicos acusando a la reconocida fil¨¢ntropa de hacer su mecenazgo con dinero del Ayuntamiento. O¡¯Shea ha desmentido tajantemente y ofrecido sus auditor¨ªas de Deloitte, que son car¨ªsimas, al tiempo que ha acusado a Villalonga de sexista por referirse a ella como esposa de y no por su nombre o por sus cargos. O sea, que la pol¨ªtica de recortes en las subvenciones ha terminado en un desafinado enfrentamiento entre la adinerada mecenas y un exdelegado de las artes, aznarista e ind¨®mito, que se ha quejado del ¡°tono grosero¡± de do?a Paloma. O sea, han preferido ignorar el referente ¨¦tico de hoy, que es el silencio de Rajoy.
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