Egipto: callej¨®n sin salida
La deriva autoritaria de Morsi ha promovido la unidad democr¨¢tica
En principio, la crisis del proceso democr¨¢tico egipcio era previsible, pero exist¨ªan posibilidades de que fuera evitada. La fuerza pol¨ªtico-social m¨¢s poderosa, los Hermanos Musulmanes, los ijwan,dispon¨ªa de un fuerte arraigo en la sociedad y de forma reiterada afirmaba su lealtad al pluralismo y a la democracia.
Los resultados electorales confirmaron esa perspectiva, mientras los representantes de la rebeli¨®n de Tahrir quedaban marginados por las urnas y el espectro de partidos laicos, desunidos entre s¨ª, solamente consegu¨ªa implantaciones locales y una presencia minoritaria en el sistema pol¨ªtico. Incluso el reci¨¦n formado movimiento salaf¨ª pod¨ªa convertirse en aliado eficaz ante una eventual normativa islamizadora.
Quedaba el obst¨¢culo militar, pero la combinatoria de la zanahoria y el palo del presidente Morsi frente al general Tantawi, cabeza de la continuidad pretoriana, pareci¨® despejar definitivamente el horizonte. Nada responde en un primer momento a la imagen de una sociedad partida inevitablemente en dos, como ha sucedido desde el tiempo de gestaci¨®n del 30 de junio. La aprobaci¨®n de Morsi superaba entonces el 75%, lo cual sugiere que no fue una hostilidad preconcebida lo que intervino en el desgaste de su popularidad.
La explicaci¨®n de lo sucedido mencionando los ¡°errores de Morsi¡± o de los Hermanos Musulmanes lleva as¨ª a un callej¨®n sin salida. Si hubo un error por parte de ambos, consisti¨® en el intento muy coherente de poner en pr¨¢ctica, sin prisa pero sin pausa, su proyecto islamista. No improvisaron. El programa elaborado en el verano de 2007, cuando por vez primera pensaron en formar un partido pol¨ªtico, part¨ªa de la centralidad de la shar¨ªa, de modo que los cuerpos legislativos se convertir¨ªan en ¨®rganos de su interpretaci¨®n, con el Consejo de la Shura en posici¨®n dominante. Era muy significativa la alusi¨®n a los turistas, quienes tendr¨ªan que respetar la ley isl¨¢mica. El reciente nombramiento por Morsi de un gobernador del grupo salaf¨ª Jamaat al Islamiya para el centro tur¨ªstico de Luxor encajar¨ªa con esa l¨ªnea.
Los Hermanos Musulmanes pretendieron ejercer sobre el poder judicial un control indiscutido
A lo largo de la gesti¨®n de Morsi, paso a paso, los cambios normativos y los nombramientos correspondieron a ese intento de imponer la f¨®rmula islamista de los Hermanos. Las cortinas de humo no imped¨ªan ver que si la Constituci¨®n se iniciaba en t¨¦rminos conciliadores, limitando la shar¨ªa al papel indefinido de fuente de inspiraci¨®n, otro art¨ªculo escondido mucho m¨¢s lejos, el 229, concreta que esa funci¨®n ser¨¢ ejecutada dentro de la ortodoxia sunn¨ª. Con el islam como religi¨®n de Estado, la tolerancia restringida al sunnismo y a las gentes del libro, ¡°el insulto a los profetas¡± como delito, la pr¨¢ctica de los derechos humanos fue pronto amenazada, am¨¦n del refuerzo de sustituciones de responsables de la cultura sospechosos de laicismo y propuestas de depuraci¨®n, singularmente dirigidas contra un poder judicial sobre el cual Morsi pretendi¨® ejercer un poder indiscutido a fines de 2012. El ¨²nico peri¨®dico libre en lengua inglesa, Egypt independent, hubo de suspender su publicaci¨®n. Desde el punto de vista de los ijwan, la consolidaci¨®n de un monopolio de poder, a partir de la hegemon¨ªa electoral, resultaba l¨®gica y la exclusi¨®n de Tantawi parec¨ªa garantizar el ¨¦xito.
Solo que el aislamiento era el precio a pagar. El mapa del poder en el Egipto posrevolucionario ofrec¨ªa un esquema triangular, donde el v¨¦rtice de los ijwan, inicialmente con el refuerzo salaf¨ª, se opon¨ªa a laicos y defensores del legado de Tahrir, y a militares eventuales aliados a los notables residuos de la era Mubarak. Un pluralismo efectivo, como el proclamado en principio, hubiese permitido cooptar a musulmanes moderados y a los laicos. La deriva autoritaria llevar¨¢ en cambio a la unidad democr¨¢tica, con el apoyo de los revolucionarios de Tahrir, en un Frente de Salvaci¨®n Nacional.
La formaci¨®n posterior de un bloque de oposici¨®n radical, Tamarrud, aun propugnando medios pac¨ªficos, ya no permit¨ªa marcha atr¨¢s: de titulares del poder, los Hermanos Musulmanes pasar¨¢n a la condici¨®n de fortaleza asediada. Morsi desciende hasta un 25% de aprobaciones. La insistencia en imponer su proyecto y el desconocimiento de la distribuci¨®n de fuerzas pol¨ªticas llevar¨¢n al desastre. Tal vez Morsi no contaba con el regreso del Ej¨¦rcito a sus pasadas funciones de ¨¢rbitro armado de las crisis.
Al valorar el golpe de Estado, es preciso en consecuencia tomar en consideraci¨®n un principio de alcance general: no es mediante pronunciamientos militares como se construye la libertad y se resuelven crisis tan complejas como la egipcia. Tambi¨¦n conviene recordar que el Ej¨¦rcito no estaba solo, ni siquiera acompa?ado ¨²nicamente de los pol¨ªticos laicos, ya que a su lado se encontraban el patriarca copto y el im¨¢n de Al Azahr, incluso los salaf¨ªes de Al Nur.
La absoluci¨®n de Morsi y del grupo dirigente de los ijwan no tiene, pues, sentido. Como tampoco lo tiene, por mucho que le duela al Departamento de Estado de EE UU, la pretensi¨®n de asentar la libertad sobre decenas de muertos. M¨¢s all¨¢ de Morsi, la presencia de los Hermanos es una precondici¨®n para la democracia en Egipto y la tutela militar dise?ada por el general El Sisi, con manifestaciones antiterroristas por ¨¦l convocadas, es presagio de crecientes enfrentamientos y de dictadura.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas.
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