Par¨¢lisis catalana
Es urgente que el di¨¢logo sustituya a las t¨¢cticas excluyentes y la ausencia de iniciativa pol¨ªtica
Un semestre largo despu¨¦s de iniciada la legislatura, Artur Mas se dispone a dar los primeros pasos para la convocatoria de un refer¨¦ndum sobre el encaje de Catalu?a en Espa?a. Es de desear que esta iniciativa no sea un mero tr¨¢mite burocr¨¢tico para cubrir a desgana el expediente ¡ªen forma de carta al presidente del Gobierno¡ª, sino expresi¨®n de una doble voluntad de actuar en la legalidad de forma pactada, como prescribe el ordenamiento. Para ello deber¨ªa distanciarse de su propia pr¨¢ctica reciente, te?ida de un tono excluyente hacia la mitad de las fuerzas parlamentarias y en ocasiones de un perfil jur¨ªdico al borde de la legalidad.
La declaraci¨®n parlamentaria de soberan¨ªa represent¨® apenas a la mitad de los catalanes; el Consejo Nacional de la Transici¨®n no ampl¨ªa esa base en su tarea de dar forma al camino hacia la independencia; las ¡°estructuras de Estado¡±, como la fusi¨®n de las agencias tributarias, aunque de resultados irrelevantes, simbolizan un proceso cuyo resultado ha sido predeterminado por las c¨²pulas soberanistas; y la extensi¨®n internacional del asunto ha generado estrepitosos fracasos siempre aderezados por la activa propaganda convergente; en esto s¨ª ha demostrado eficacia el Gobierno de Mas, carente de presupuesto y envuelto en esc¨¢ndalos como el del saqueo del Palau o el caso de las ITV. Pol¨ªticamente, la cuesti¨®n catalana est¨¢ paralizada en manos de un Gobierno ausente. Solo funciona en Catalu?a la ciudadan¨ªa, y una econom¨ªa resistente a la cat¨¢strofe que, contra pron¨®stico, sabe seguir exportando.
Editoriales anteriores
Registro de adhesiones (08/07/2013)
Lecciones de historia (10/06/2013)
Una m¨ªnima lealtad (01/05/2013)
Huida hacia adelante (13/04/2013)
En el otro lado, el Gobierno ha seguido su estrategia, con frecuencia ajena a la realidad y m¨¢s basada en herramientas jur¨ªdicas que pol¨ªticas: recursos judiciales ante cualquier acci¨®n, remisi¨®n a la Constituci¨®n como front¨®n frente a toda reclamaci¨®n en vez de cauce para aquellas que lo merecen; y la puesta en pie de una obra legislativa (unidad de mercado, reforma local, reforma administrativa, acci¨®n exterior) que no deber¨ªa, al perseguir eficiencia y funcionalidad, dejarse llevar por un instinto recentralizador y de desactivaci¨®n de un Estado auton¨®mico in¨¦dito en la historia de Espa?a.
Lo dram¨¢tico del enquistamiento no es la par¨¢lisis en s¨ª misma, con ser ya mala porque impide una evoluci¨®n del problema pol¨ªtico subyacente. Lo dram¨¢tico es que en ausencia de cambios, ir¨¢ previsiblemente a peor. As¨ª lo subrayan las encuestas que denotan el desbordamiento del nacionalismo convergente pasado al soberanismo a manos del aut¨¦ntico independentismo radical. La hip¨®tesis de que pueda suceder con Catalu?a lo mismo que en Italia, cuando la Lega proclam¨® la independencia de Padania y no hubo nada, olvidan que esa formaci¨®n carece de rivales nacionalistas. En nuestro caso, ante cada frustraci¨®n, aumentan las filas del independentismo.
Situaciones como esta en las que, adem¨¢s, sentimientos y pasiones juegan un papel extraordinario, no deben prolongarse. Deber¨ªa el Gobierno ¡ªsi la propia par¨¢lisis de su partido no se lo impidiese¡ª enfocarla de frente e incorporarla a la agenda, olvidando la (buena) excusa de que la prioridad es la lucha contra la crisis: guste o no, hay tambi¨¦n otras. Si lo hace, pronto descubrir¨¢ que, principios aparte, quiz¨¢ no hay soluciones pr¨¢cticas buenas, sino salidas menos malas. Y todas pasan por el di¨¢logo y la negociaci¨®n.
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