Atrapados entre Siria y Egipto
Europa y EE UU est¨¢n reaccionando tarde y err¨¢ticamente en Oriente Medio
La inestabilidad en Oriente Pr¨®ximo sigue en aumento. El imprevisto golpe militar en Egipto choca con la puesta en marcha de la modernizaci¨®n de la regi¨®n. Egipto, con 85 millones de habitantes, es el pa¨ªs m¨¢s importante de la ribera sur del Mediterr¨¢neo y uno de los lugares donde m¨¢s urge afianzar el proceso democr¨¢tico puesto en marcha tras las revueltas ¨¢rabes.
El Gobierno islamista de los Hermanos Musulmanes, liderado por Mohamed Morsi, ha demostrado sobradamente su incompetencia y su incapacidad para asegurar una transici¨®n democr¨¢tica inclusiva, pero la soluci¨®n de los militares est¨¢ muy lejos de ser la id¨®nea. Los golpes de Estado siempre tienden a agrandar los problemas en lugar de resolverlos y esta vez no es una excepci¨®n.
Como primera consecuencia, la sociedad egipcia se encuentra hoy m¨¢s fracturada y se enfrenta a un choque de legitimidades. Por un lado, la de aquellos que hablan de la legitimidad de las urnas y dicen que el Gobierno de Morsi fue democr¨¢ticamente elegido hace un a?o. Por otro, los que defienden la legitimidad de la protesta social simbolizada por segunda vez en la plaza de Tahrir de El Cairo. Por su parte, los militares han perseguido a los Hermanos Musulmanes: los l¨ªderes del grupo, incluyendo al presidente depuesto, est¨¢n bajo su custodia.
Los Hermanos Musulmanes quisieron ir demasiado lejos demasiado pronto. Su agenda islamista de Gobierno alert¨® a los poderes del Estado (es decir, Ej¨¦rcito y judicatura) y choc¨® con las pretensiones de los manifestantes de Tahrir. El movimiento Tamarrod, que hab¨ªa convocado la protesta, celebr¨® la decisi¨®n de los militares. El precedente que se ha sentado es, sin duda, peligroso para una democracia naciente: los islamistas tienen que contar con representaci¨®n para asegurar que no renuncien a la democracia como v¨ªa para perseguir sus objetivos.
No se puede construir un nuevo r¨¦gimen, ni por parte de los islamistas ni por parte de los militares, en contra de un sector importante de la poblaci¨®n. Pese a que Morsi ha sido un mal presidente, que ha empeorado gravemente la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs, hubiera sido preferible otra soluci¨®n que respetara la estabilidad nacional y regional. Un golpe de Estado solo un a?o despu¨¦s de la formaci¨®n del Gobierno salido de las urnas puede generar una enorme frustraci¨®n. Solo hace unos meses de la foto de Hillary Clinton con el presidente Morsi poniendo fin a las hostilidades entre Israel y Ham¨¢s en la franja de Gaza. Desde entonces hasta ahora, la situaci¨®n geoestrat¨¦gica de la regi¨®n ha vuelto a cambiar y tanto Estados Unidos como la Uni¨®n Europea est¨¢n reaccionando tarde y err¨¢ticamente. No est¨¢ claro qui¨¦nes son los aliados y qui¨¦nes no. Para la Uni¨®n Europea, el Mediterr¨¢neo es fundamental y debe ser estar m¨¢s presente mediante una acci¨®n m¨¢s clara, coordinada y eficiente.
El r¨¦gimen de El Asad
es el que m¨¢s se ha felicitado por la ca¨ªda
de los Hermanos Musulmanes
M¨¢s all¨¢ de la situaci¨®n dom¨¦stica, Egipto tiene, adem¨¢s, otro problema acuciante. El pueblo egipcio es muy dependiente de los recursos naturales que proporciona el r¨ªo Nilo. Etiop¨ªa ha comenzado a construir en el r¨ªo la que ser¨¢ la mayor presa hidroel¨¦ctrica de ?frica, ante lo que El Cairo ya ha amenazado con intervenir militarmente; calcula que el caudal del r¨ªo en su territorio podr¨ªa reducirse hasta un 20%, poniendo en riesgo los medios de subsistencia agr¨ªcola de millones de personas.
En t¨¦rminos regionales, el golpe en Egipto puede tener graves consecuencias. Siria sigue inmersa en una sangrienta guerra civil que ha dejado ya m¨¢s de 100.000 muertos. El r¨¦gimen de El Asad es el que m¨¢s se ha felicitado por la ca¨ªda de los Hermanos Musulmanes, y le puede servir como pretexto para afianzar su narrativa de represi¨®n a los rebeldes, dificultando a¨²n m¨¢s una salida aceptable al conflicto civil que vive el pa¨ªs. La oposici¨®n siria, un enorme crisol de grupos y corrientes donde ya est¨¢ presente Al Qaeda, se radicalizar¨¢ a¨²n m¨¢s. Para Ham¨¢s, fuertemente vinculado a los Hermanos Musulmanes, significa perder tambi¨¦n el apoyo egipcio. Israel, por su parte, es uno de los que m¨¢s gana, ya que para los militares israel¨ªes la relaci¨®n con Egipto ha sido siempre una l¨ªnea roja que no se deb¨ªa romper.
Catar, que hab¨ªa sido el principal valedor de Morsi a trav¨¦s de grandes pr¨¦stamos, y que ahora vive su propia transici¨®n interna, ha permanecido al margen. La divisi¨®n de las monarqu¨ªas del Golfo queda patente, ya que Arabia Saud¨ª y los Emiratos ?rabes Unidos se han apresurado a financiar al nuevo Gobierno egipcio.
Turqu¨ªa, que ofreci¨® su modelo como meta para las sociedades que reclamaban cambios democr¨¢ticos en sus pa¨ªses, tambi¨¦n sale perdiendo. El cambio de Gobierno en El Cairo es una p¨¦rdida estrat¨¦gica para su pol¨ªtica exterior. Ankara esperaba crear un orden regional acorde con sus intereses con la participaci¨®n de otros reg¨ªmenes isl¨¢micos sun¨ªes y Egipto era sin duda el m¨¢s importante. La inestabilidad pol¨ªtica en Egipto no solo pone en duda su modelo, sino que afecta a sus intereses econ¨®micos como potencia regional.
La cuesti¨®n iran¨ª es otro asunto regional de gran importancia que sigue en el horizonte, sin resolverse, aplazada hasta la toma de posesi¨®n del nuevo presidente. Todav¨ªa no se ha tenido ning¨²n gesto con Ir¨¢n tras la victoria electoral de Rohan¨ª.
El mensaje que lanza Egipto a sus vecinos no es positivo. Hoy estamos m¨¢s lejos de encontrar una soluci¨®n tanto en Siria como en Egipto, y Oriente Pr¨®ximo merece una reflexi¨®n seria sobre seguridad, econom¨ªa, desarrollo y modelo social.
Javier Solana es distinguido senior fellow de Brookings Institution y presidente del Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de ESADE.
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