Una soluci¨®n pol¨ªtica para Catalu?a
La independencia ha dejado de figurar como amago negociador o amenaza en buena parte del imaginario catal¨¢n. Ahora es una propuesta normalizada, que puede ser mayoritaria en pr¨®ximos procesos electorales
Javier P¨¦rez Royo explicaba hace unos d¨ªas de la forma m¨¢s did¨¢ctica posible la situaci¨®n catalana en t¨¦rminos de predicci¨®n sensata con un t¨ªtulo descriptivo, Refer¨¦ndum permanente. Si el Gobierno del Estado no se hace cargo de la situaci¨®n real en Catalu?a puede estar favoreciendo la estrategia de los partidos nacionalistas catalanes. Mejor dicho: puede estar favoreciendo el ¨¦xito electoral masivo de los partidos catalanistas que en Catalu?a han decidido optar por una separaci¨®n real y no meramente ilusoria del Estado. Y es posible que impulsen ese proyecto ya en nuevas condiciones y a costa de lo que sea, cueste lo que cueste, porque la bola de nieve se ha hecho inmensa y nada, o casi nada, desde el Gobierno del Estado ha ayudado a reducirla.
Es posible que desde el Gobierno del Estado la percepci¨®n sea menos grave, pero quiz¨¢ ese es el centro del problema. No ser¨ªa ning¨²n disparate comisionar a un equipo secreto o consultivo o t¨¦cnico que eval¨²e por su cuenta si toda la respuesta del Gobierno ha de seguir siendo no ofrecer alternativa o, peor aun, seguir alimentando independentistas. La independencia me parece escasamente recomendable, pero ahora esto es lo de menos. El problema es que ha dejado de figurar en buena parte del imaginario catal¨¢n como amago negociador o amenaza; no es ya carnaza intimidatoria destinada solo al propio electorado ni es otro desaf¨ªo m¨¢s subido de tono. Existe hoy como propuesta normalizada y puede ser mayoritaria a trav¨¦s de los votos que van a ir acumulando en sucesivas convocatorias electorales esos mismos partidos en los pr¨®ximos dos a?os, y sobre todo ERC. Con o sin refer¨¦ndum.
La raz¨®n no parece muy enigm¨¢tica. Las mayor¨ªas absolutas en las elecciones generales, en las auton¨®micas y casi en las municipales por parte del PP en pr¨¢cticamente toda Espa?a han tenido el efecto de desactivar la atenci¨®n razonada y experta, profesional, en los asuntos flotantes que no son la crisis econ¨®mica y los modos de capearla. O dicho de otro modo: cuando alguien es ganador de modo tan aparatoso y un¨¢nime, es muy dif¨ªcil que se autoexija vigilancia a problemas que tradicionalmente han sido resueltos con gesti¨®n, reuniones, pactos y cesiones. En el PP es normal que (casi) nadie entienda que el problema catal¨¢n ya no encaja en esa estrategia cl¨¢sica y m¨¢s o menos pasiva. Quiz¨¢ creen que todo sigue igual, sin m¨¢s variante que un intenso aumento del tono de las declaraciones y los gestos pol¨ªticos.
Si el Gobierno del Estado no se hace cargo de la situaci¨®n, puede favorecer el ¨¦xito de los separatistas
El PSOE tiene una erosi¨®n electoral, al parecer, equivalente o incluso mayor proporcionalmente a la del partido en el poder. Deber¨ªa ser al rev¨¦s, pero no. El partido que gestiona la crisis, impone los recortes, sube la luz o desahucia a la investigaci¨®n pierde menos relativamente que el PSOE. Por tanto, el PP no se siente obligado a ponerse a pensar seriamente en problemas distintos de la crisis y el asedio de la corrupci¨®n. Pero la experiencia electoral anterior avala al PP para seguir actuando como lo hace: en Valencia el precio pagado no solo fue irrisorio, sino que no hubo precio alguno, y lo mismo vale decir para los Gobiernos populares en Baleares. ?Hay alguna raz¨®n para creer que su electorado responder¨¢ de otro modo en el futuro, si el principal elemento de erosi¨®n es la corrupci¨®n de gomina que encarnan G¨¹rtel y B¨¢rcenas?
Y es ah¨ª donde se dibuja el verdadero problema. Si el PP no se siente gravemente erosionado por la crisis ni tampoco por la corrupci¨®n ¡ªy eso parecen apuntar las encuestas¡ª, cree que las cosas no le van nada mal en el poder. El PSOE no remonta, los partidos peque?os aumentan pero lo hacen con respecto a sus expectativas de voto y no en t¨¦rminos de poder real. En apariencia, por tanto, Catalu?a no pasa de ser un problema bronco y antip¨¢tico, tan previsible y antiguo que no vale la pena darle muchas vueltas. Quiz¨¢ piensan que se acabar¨¢ como siempre: un poco de manga ancha aqu¨ª o all¨ª, alg¨²n gesto, alguna dimisi¨®n, y listo.
Esa fantas¨ªa es mentira y basta atender a los datos reales y leer sin reservas a los analistas m¨¢s sensatos. Me acuerdo otra vez de Javier P¨¦rez Royo ¡ªpero podr¨ªa apelar a Francesc de Carreras¡ª porque ha encadenado dos art¨ªculos impecables y cuyo principal destinatario no era el independentismo catal¨¢n. El destinatario era el poder del Estado como reo de una culpa democr¨¢tica grave, que es esconder la cabeza, rehuir el problema, y hacer ver que no pasa nada porque los problemas graves son otros.
Vuelve a ser mentira. El problema catal¨¢n es grave y da la impresi¨®n de que lo es mucho m¨¢s de lo que el poder pol¨ªtico del Estado entrev¨¦. Escribo desde la voluntad de continuidad de Catalu?a en Espa?a, pero esa voluntad no puede prosperar ante la ciudadan¨ªa catalana de hoy solo por la v¨ªa voluntarista, por la inercia o el wishful thinking; no puede consistir solo en resistir creyendo que, un d¨ªa u otro, todo volver¨¢ al orden natural; o porque s¨ª, porque no puede ser de otra manera. Ya no. Hoy ya no basta la resistencia pasiva porque la sociedad catalana ha cambiado: las cosas no son hoy como eran, y precisamente porque no son ni est¨¢n como siempre, necesitan una respuesta pol¨ªtica nueva. No hay un chantaje en marcha, esta vez, sino un cambio de mayor¨ªas pol¨ªticas, sociales y medi¨¢ticas que est¨¢ escondiendo otra realidad tambi¨¦n real: la existencia de una amplia base de ciudadanos no independentistas. Y esa invisibilidad es tambi¨¦n un problema pol¨ªtico.
La continuidad en Espa?a no prosperar¨¢ solo por el voluntarismo, la ilusi¨®n o la inercia
Y dir¨ªa incluso m¨¢s. La oferta de un nuevo pacto fiscal o atajo por el estilo delatar¨ªa poca perspicacia sobre el salto simb¨®lico que ha dado ya buena parte de la ciudadan¨ªa (y el Govern como tal). Ese gesto, que ser¨ªa relevante y nada menor, ha perdido oportunidad hist¨®rica ante la ciudadan¨ªa y a los medios mayoritarios en Catalu?a. Ning¨²n responsable de la Generalitat (aparte de Duran i Lleida, pero es que ese es su papel pol¨ªtico en la coalici¨®n convergente) defender¨ªa ese pacto hoy porque se leer¨ªa como una regresi¨®n inaceptable al pasado ya rebasado (y un fraude dom¨¦stico de imprevisibles consecuencias). El espectro independentista ha crecido, y ha crecido con medios democr¨¢ticos (que incluyen el uso abusivo e instrumental de los medios p¨²blicos y el efecto contagioso en m¨²ltiples medios privados). Cuando ganen por mayor¨ªas cada vez m¨¢s fuertes las sucesivas convocatorias electorales europeas o municipales o auton¨®micas nadie va a saber qu¨¦ hacer contra la separaci¨®n de Catalu?a, aunque infinidad de expertos, analistas, empresarios o intelectuales expresen reservas o alarmas frontales.
Si alguien en el poder cree que es preferible mantener a Catalu?a en Espa?a, y yo lo creo por muchas razones, necesita urgentemente una respuesta pol¨ªtica. Y si es verdad que desde el Gobierno del Estado la expectativa natural es seguir contando con Catalu?a como parte complicada, rica y d¨ªscola, exigente pero fecunda, del Estado, quiz¨¢ la ¨²nica respuesta plausible y convincente es asumir la nueva realidad y ofrecer condiciones de legitimidad pactada entre Gobiernos en favor de una consulta con pregunta clara: ?desea usted que Catalu?a se independice de Espa?a y se constituya en un nuevo Estado de Europa?
El Gobierno de Espa?a podr¨ªa forzar una consulta as¨ª de expl¨ªcita, de modo que los partidos catalanes y no catalanes, independentistas y no independentistas, deber¨ªan convencernos de las razones que respaldan el s¨ª o el no. Y, por descontado, la oferta inteligente y racional de una consulta nada tiene que ver con aceptar un fabulado derecho a decidir. Tiene que ver con la invenci¨®n de una soluci¨®n ante un problema pol¨ªtico por la ¨²nica v¨ªa para solucionar problemas pol¨ªticos: pol¨ªtica.
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.