La mansi¨®n de Versace busca la paz
La propiedad donde vivi¨® y fue asesinado el dise?ador sale a subasta por 25 millones de d¨®lares Problemas financieros ensombrecen su historia de fama, lujo y esplendor
Sirvi¨® de escenario para las m¨¢s suntuosas fiestas, para desplegar la obsesi¨®n de Gianni Versace por las antig¨¹edades y para sepultar su talento. El dise?ador muri¨® en Miami a los pies de la escalinata de acceso a Casa Casuarina el 15 de julio de 1997. Ven¨ªa de desayunar en el News Caf¨¦, a unos pasos de su casa, cuando el chapero Andrew Cunanan le descerraj¨® dos tiros en la cabeza.
Desde entonces, como respondiendo a una leyenda maldita, el edificio del 1116 de Ocean Drive no ha encontrado la paz. El 17 de septiembre se subastar¨¢ por un precio de salida de 25 millones de d¨®lares. Es el ¨²ltimo episodio tras la desastrosa gesti¨®n en la ¨²ltima d¨¦cada de su propietario mayoritario, el magnate de las telecomunicaciones Peter Loftin.
Gianni Versace la compr¨® en 1992 por 2,95 millones de d¨®lares e invirti¨® 33 millones en adaptarla a la medida de sus sue?os. Fue un capricho desde su construcci¨®n, en 1930. La puso en pie el arquitecto Alden Freeman, nieto de un tesorero de Rockefeller, para habitarla junto a su pareja, el paisajista Charles Boulton. La bautiz¨® Casa Casuarina en homenaje al libro de relatos The casuarina tree, del exesp¨ªa W. Somerset Maugham. Se inspiraron en el Alc¨¢zar de Col¨®n, el edificio colonial que levant¨® Diego Col¨®n, primog¨¦nito del descubridor de Am¨¦rica, en Santo Domingo, en 1510.
El idilio del modisto calabr¨¦s con esta ciudad de sol eterno comenz¨® a principios de los noventa. Iba camino de Cuba, y par¨® all¨ª para visitar a su hermana, Donatella, que estaba supervisando una campa?a de Versace fotografiada por Bruce Weber. Cuatro a?os despu¨¦s de su muerte, Donatella recordaba el flechazo en The New York Times. ¡°D¨¢bamos un paseo por South Beach y Gianni se par¨® enfrente. Dijo: ¡®Quiero esta casa¡¯. As¨ª de sencillo. Pero no era una casa, ?era todo un edificio con vecinos dentro! Y yo le dije: ¡®Gianni, ?c¨®mo piensas conseguirla?¡¯. Y respondi¨®: ¡®No te preocupes, hablar¨¦ con mis abogados¡¯. No s¨¦ c¨®mo lo hizo, pero la consigui¨®, como tantas otras cosas en la vida¡±.
Miami se convirti¨® en leitmotiv de sus colecciones: el art dec¨®, las palmeras, el macarrismo de nueva rica¡ Su propia casa, epicentro de su universo, sirvi¨® de inspiraci¨®n para una l¨ªnea de hogar, Versace Home. Gianni servir¨ªa de avanzadilla de una generaci¨®n de celebridades que traslad¨® su opulento estilo de vida de Hollywood a South Beach. Tras ¨¦l, se mudaron otros: Elton John, Cher, Madonna, Sting¡ Donatella lo recordaba as¨ª: ¡°Los editoriales de moda pasaron a fotografiarse aqu¨ª. Gianni atrajo a todo el mundo: la gente de la m¨²sica, la moda, los actores... ten¨ªa ese poder. En el jard¨ªn de Casa Casuarina ve¨ªas mezclarse a arquitectos italianos, escritores, Richard Avedon, Madonna¡¡±.
La reina del pop presum¨ªa de que Gianni siempre le ced¨ªa un dormitorio mucho mayor que el suyo propio. Incluso le celebraban los cumplea?os. Donatella situ¨® una vez una inmensa tarta flotante para la cantante en su piscina de mosaicos ba?ados en oro de 24 quilates. Jack Nicholson ten¨ªa habitaci¨®n fija cuando estaba de visita, Elton John acud¨ªa a merendar y Naomi Campbell y Kate Moss lo utilizaban como base cada vez que acud¨ªan a quemar las noches de South Beach.
Cuando Donatella se decidi¨® a venderla, borr¨® el rastro de las incontables medusas, el logo de Versace, que la poblaban ¡ªaunque ah¨ª sigue una gigante, en mosaico, dominando el jard¨ªn¡ª-. Se la coloc¨® en 2000 por 19 millones de d¨®lares al magnate de las telecomunicaciones Peter Loftin. Nunca se hab¨ªa pagado tanto por una propiedad en todo el Estado. Y puso a subasta sus pertenencias, que alcanzaron los 10 millones.
Su nuevo propietario tratar¨ªa de convertirla en un club social, con cuotas a partir de los 50.000 d¨®lares anuales. ?l mismo se aloj¨® all¨ª durante cuatro a?os. Despu¨¦s, la abrir¨ªa para tours guiados a 50 d¨®lares la entrada. Y, finalmente, la transformar¨ªa en un exclusivo hotel boutique a unos 2.500 d¨®lares la noche. En 2009, acuciado por problemas financiaros, se lo alquil¨® al hotelero Barton G. Weiss. Pero las cuentas segu¨ªan sin salir. Loftin declar¨® la bancarrota el pasado 1 de julio, tras una prolongada disputa con Weiss y la familia Nakash, due?a de la firma de denim Jordache y acreedora de la deuda. Estos ¨²ltimos le acusaron de inflar su valor para subir la cifra de venta. En mayo de 2012 su inmobiliaria dijo que val¨ªa 125 millones. Desde entonces, el precio ha ca¨ªdo en picado. Hoy, quien pueda afrontar la puja tendr¨¢ el reto de dar nuevo esplendor al sue?o de Versace.
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