La repartija
La reacci¨®n ciudadana obliga al Congreso peruano a anular unos nombramientos pol¨¦micos
Se las promet¨ªan muy felices los congresistas peruanos cuando hace una semana acordaron los nombramientos de 10 importantes cargos: el Defensor del Pueblo, seis vocales del Tribunal Constitucional (TC) y tres directores del Banco Central. Consumado este ejercicio de consenso y responsabilidad para con la patria, ya se pod¨ªan ir de vacaciones.
Pero hete aqu¨ª que hubo reacci¨®n ciudadana. Y es que los perfiles de algunos de los designados suscitaban justificada preocupaci¨®n: la incompetencia profesional, los conflictos de intereses, los antecedentes dudosos o la militancia partidista no parecen rasgos muy apropiados para cargos que deber¨ªan quedar fuera de toda sospecha. Y as¨ª fue como los congresistas se encontraron con miles de j¨®venes indignados en las calles de Lima y las redes sociales echando humo. Posiblemente, esto no les hubiera conmovido en exceso de no ser porque los medios de comunicaci¨®n se sumaron al repudio. El acuerdo fue bautizado con un nombre sonoro: ¡°la repartija¡±. Algunos portavoces pol¨ªticos reivindicaron ese ¡°pacto dif¨ªcil¡± entre los grandes partidos. Pero en una grabaci¨®n de una de las sesiones, filtrada a la prensa, se escuchan frases como: ¡°?Qu¨¦ dar¨ªa el Gobierno por tener un [director m¨¢s en el] Banco Central? ?Defensor¨ªa, TC?¡±.
Al final, los legisladores han suspendido las vacaciones y los nombramientos. Ciudadanos 1, Congreso 0. No es la primera vez. Ya en enero, las protestas obligaron a sus se?or¨ªas a anular una sustanciosa subida de sueldos que se hab¨ªan concedido en forma de dietas. Las encuestas a¨²n calientes reparten estopa para todos: para el presidente, Ollanta Humala, que se ha querido poner de perfil, y para todos los l¨ªderes de la oposici¨®n.
Repartijas y enjuagues han estado a la orden del d¨ªa en los Parlamentos de Latinoam¨¦rica, cuna de toda una dilatada fraseolog¨ªa popular sobre la pol¨ªtica como fuente de enriquecimiento y empleos para allegados. Pero los tiempos cambian y la resignaci¨®n del electorado parece estar llegando a su fin. En las democracias pujantes del continente, sea Per¨², Brasil, Chile o Colombia, los pol¨ªticos se est¨¢n encontrando con una ciudadan¨ªa cada vez m¨¢s activa e intolerante con los abusos. Y eso es digno de celebrarse. All¨¢ y aqu¨ª.
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