Zapatos sucios
El papa Francisco lleva su cartera atiborrada de papeles y circula en utilitario, los pastores no tienen remilgos en mezclarse con las ovejas ni en hundir los pies en el barro
Jorge Bergoglio no cuida de sus zapatos. Son los de un cura andariego, poco atento al atildamiento de un pr¨ªncipe de la Iglesia. Se vio ya en el primer momento, cuando la foto de sus zapatones de papa reci¨¦n elegido contrastaba con los esmerados mocasines rojos de Benedicto XVI.
No es solo el diablo el que est¨¢ en los detalles. El papa Francisco lleva su cartera atiborrada de papeles y circula en utilitario, el Ford Focus o el Fiat Idea de las clases medias emergentes, en vez de los Mercedes y BMW de los ejecutivos. Los pastores no tienen remilgos en mezclarse con las ovejas ni en hundir los pies en el barro.
Su mensaje inicial aparece en toda su magnitud en su primer viaje internacional esta pasada semana. Este hombre que escogi¨® como papa el nombre del pobrecillo de As¨ªs quiere una Iglesia pobre y para los pobres. El primer pa¨ªs cat¨®lico del mundo as¨ª lo ha entendido a la primera: no hacen falta muchos te¨®logos para captar el mensaje.
Brasil es uno de los pa¨ªses emergentes, que va a contar y ya cuenta en el nuevo reparto de poder mundial en el siglo XXI. Su fuerza est¨¢ en sus clases medias, estas multitudes que est¨¢n accediendo a costa de sudor y sufrimientos a la educaci¨®n, la vivienda, la sanidad y el bienestar. Su debilidad, en cambio, en los que quedan en el camino y los que no consiguen subir el pelda?o.
De poco sirve emerger de la pobreza si la sociedad deja atr¨¢s a multitud de minusv¨¢lidos y enfermos, drogadictos y presos, maltratados y prostituidos, parados y despose¨ªdos
A pedir la atenci¨®n y su cuidado dedica Francisco sus sermones de cura de aldea. De poco sirve emerger de la pobreza si la sociedad deja atr¨¢s a multitud de minusv¨¢lidos y enfermos, drogadictos y presos, maltratados y prostituidos, parados y despose¨ªdos. A ellos ha dedicado sus primeros cien d¨ªas y sus primeros viajes, el que hizo a la isla de Lampedusa para recabar solidaridad con los inmigrantes tachados de ilegales, y ahora a Latinoam¨¦rica, su continente y continente tambi¨¦n de los despose¨ªdos.
No los ha dedicado, en cambio, a la moral sexual y reproductiva, donde el conservadurismo cat¨®lico busca su identidad y su frontera con la sociedad laica, a pesar de que su instalaci¨®n en el Vaticano ha coincidido con los mayores avances legales del matrimonio entre personas del mismo sexo en Estados Unidos y Francia. ?Significa eso que Bergoglio est¨¢ a favor del aborto, del matrimonio gay y de la reproducci¨®n asistida? En absoluto: pero s¨ª nos dice con la elecci¨®n de los temas de su preferencia que considera mucho m¨¢s importante arrastrar sus zapatos de pastor junto a los parias de la tierra.
Hay euforia en la Iglesia cat¨®lica con el nuevo Papa. Cosas as¨ª no se hab¨ªan visto desde hace al menos medio siglo, cuando lleg¨® al papado Juan XXIII, el hombre que suscit¨® la admiraci¨®n de la fil¨®sofa jud¨ªa y agn¨®stica Hannah Arendt por el hecho ins¨®lito de que un cristiano verdadero alcanzara la sede de San Pedro. ?Sab¨ªan entonces realmente los cardenales a qui¨¦n hab¨ªan elegido? ?Lo sab¨ªan ahora?.
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