La tragedia de Santiago
Un parado, un alba?il, un ama de casa... personas an¨®nimas de un puebl¨ªn gallego rescatan a decenas de personas atrapadas en un tren, les ofrecen mantas, agua, cari?o, consuelo, les dan lo que tienen. Ciudadanos de a pie que demuestran con su generosidad, humanidad y coraje estar una vez m¨¢s por encima de nuestra clase pol¨ªtica.
Y, se?ores pol¨ªticos, son nuestros hospitales p¨²blicos, nuestros sanitarios p¨²blicos, nuestros polic¨ªas p¨²blicos y nuestros bomberos p¨²blicos los que aparcan su huelga, obvian su bajada de sueldo y ponen todo su saber en salvar vidas. Personal sanitario, funcionarios, bomberos, polic¨ªa y Cruz Roja junto con cientos de ciudadanos que esperan largas colas para donar su sangre son los que conforman la Marca Espa?a. Lo dem¨¢s, aire.¡ª Concha Porres Far¨ªas. Madrid.
Todas las tragedias son tragedias. Algunas podr¨ªan haberse evitado. Pero una vez acaecidas, el horror y el dolor nos dejan paralizados, inermes, sin consuelo. La autoridad tiene la obligaci¨®n de establecer las causas ¡ªtodas¡ª, aliviar el dolor de las v¨ªctimas, familiares y allegados, y adoptar medidas para que algo as¨ª no vuelva a suceder.
A todos nos incumbe e interpela este desastre. El conductor podr¨¢ tener sus propias responsabilidades. Pero ya lleva a sus espaldas, y en su alma, el enorme pesar de tanta desgracia. Nadie querr¨ªamos estar en su lugar. Si a todos nos embarga este duelo insoportable, ?cu¨¢l no ser¨¢ el dolor abrumador y la desesperaci¨®n desconsolada del desafortunado maquinista?
Los informes t¨¦cnico y judicial pertinentes habr¨¢n de especificar las causas y delimitar las responsabilidades que procedan. Pero no dejemos al hombre solo, el m¨¢s vulnerable y al que muchos apuntan como portador de su propia responsabilidad. Porque hay m¨¢s responsabilidades (presuntas) que deben ser valoradas y esclarecidas: la de quienes idearon o permitieron una curva tan peligrosa para un trayecto de velocidad endiablada; la de quienes consistieron tramos de v¨ªa tal vez ya obsoletas; la de quienes autorizaron un trayecto sin los necesarios mecanismos de se?alizaci¨®n adecuada y/o de control autom¨¢tico, de modo que el propio tren frenase donde debiera con independencia de (o a pesar de) la acci¨®n o inacci¨®n del maquinista. Y todas esas presuntas deficiencias deben ser corregidas para que no vuelva a suceder una tragedia tan horrible como esta.¡ª Luis Portillo Pasqual del Riquelme. Madrid.
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