Matanza en El Cairo
Los generales acercan Egipto al precipicio con su sangrienta represi¨®n de los islamistas
La matanza ayer en las calles de El Cairo, a manos de fuerzas de seguridad y francotiradores, de decenas de seguidores del depuesto presidente Mohamed Morsi acerca Egipto al borde del precipicio, dos a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del dictador Hosni Mubarak. El crescendo de sangre y las mentiras del Gobierno provisional, al pretender contra toda evidencia y hasta el ¨²ltimo momento que sus fuerzas utilizaron gases lacrim¨®genos y no balas, arruina una eventual soluci¨®n dialogada a la crisis desatada por el golpe castrense que, con apoyo popular y de sectores laicos, desaloj¨® del Gobierno a los Hermanos Musulmanes.
Los acontecimientos del fin de semana reflejan que los generales egipcios han abandonado su supuesto papel arbitral. Solo as¨ª se explica la suprema irresponsabilidad de que, en un pa¨ªs convulso y dividido, el hombre fuerte y ministro de Defensa, general Sisi, llamara a los ciudadanos el viernes a echarse a la calle para legitimar, so capa de combatir el terrorismo, lo que todos entend¨ªan como escalada de represi¨®n contra los Hermanos Musulmanes. Ese mismo d¨ªa se acusaba a Morsi, detenido e incomunicado en un lugar desconocido, de conspirar con el grupo palestino Ham¨¢s para conseguir violentamente su excarcelaci¨®n en 2011. Una acusaci¨®n que muchos expertos consideran insostenible, pero que formaliza el arresto del l¨ªder islamista y otorga cobertura legal a las fuerzas armadas frente a las presiones internacionales que piden su liberaci¨®n.
La envergadura de Egipto y su influencia hacen mucho m¨¢s alarmante su deriva. Los acontecimientos recientes amenazan con exacerbar un norte de ?frica donde la espiral de T¨²nez (asesinato en menos de seis meses de dos pol¨ªticos laicos, opuestos al Gobierno islamista) y la agravada inestabilidad de Libia recuerdan a los m¨¢s confiados que la primavera ¨¢rabe no arraigar¨¢ de la noche a la ma?ana. Los pa¨ªses de la zona est¨¢n aprendiendo con su propio dolor que construir un sistema de libertades, por modesto que sea, es mucho m¨¢s complejo que celebrar elecciones o convocar multitudes en las calles. Morsi fue elegido democr¨¢ticamente, pero su Gobierno doctrinario hizo un sarcasmo del t¨¦rmino. Los generales que, en la onda popular, depusieron a Mubarak y ahora a su sucesor islamista, no tienen mayor credibilidad. Los muertos en menos de un mes se cuentan por centenares y por miles los heridos.
Editoriales anteriores
Egipto se aleja de la sociedad abierta e incluyente que dicen desear los partidos laicos integrados en el Gobierno provisional, y que ahora guardan silencio ante los inadmisibles excesos castrenses. El m¨¢s influyente pa¨ªs ¨¢rabe necesita imperativamente una soluci¨®n negociada para alejar el espectro del enfrentamiento civil. Un acuerdo que exija la renuncia a toda forma de violencia y que no ser¨¢ posible sin la inclusi¨®n de los Hermanos Musulmanes, que con mayor o menor holgura han ganado a la postre las ¨²nicas elecciones libres que ha conocido el pa¨ªs.
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