El rostro, espejo del alma
El sugestivo art¨ªculo de Rosa Montero Nosotros y nuestras caras (El Pa¨ªs Semanal del 21 de julio) plantea inquietantes sutilezas entre nuestra cara y el rostro. Estoy de acuerdo en que la cara no es siempre el espejo del alma, es su m¨¢scara. Sin embargo, en mi opini¨®n, el rostro no es solo la cara esculpida a lo largo de la vida, o un tr¨¢nsito o deriva carnal ajena a la edad. Castilla del Pino, m¨¦dico psiquiatra, en sus fascinantes Aflorismos (Tusquets, 2011) reconoce que el gran logro es la interpretaci¨®n del rostro. Con la cara se nace, la cara se ve y es una, pero el rostro se hace, es vario y se descubre, pero no tiene sustrato morfol¨®gico. El rostro hay que leerlo.
Veamos un magn¨ªfico ejemplo en el Museo del Prado, la mayor vitrina de caras y rostros del mundo. En la actual exposici¨®n Mengs y Azara. El retrato de una amistad podemos admirar (tambi¨¦n online) un cautivador retrato. Jos¨¦ Nicol¨¢s Azara (diplom¨¢tico, hombre de letras, mecenas) tiene una cara definida: facies redonda, frente ol¨ªmpica, alopecia frontal, cejas pobladas, nariz recta con punta prominente, labios gruesos¡ ?Estos rasgos morfol¨®gicos expresan algo? No, es su rostro el que nos transmite su personalidad y pensamientos. Descubrimos en su rostro madurez, profundidad psicol¨®gica, equilibrio y serenidad del ¨¢nimo, filantrop¨ªa y amistad. ?Quiz¨¢ en la mirada llena de ternura y en el movimiento casi imperceptible de los labios y de los ojos? Sin duda, el rostro y no la cara es el espejo del alma.
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