Aguas de Gibraltar

Con Gibraltar ¡°se ha acabado el recreo de la ¨¦poca de Moratinos¡±, ha dicho estos d¨ªas el ministro de Exteriores, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo. Se refer¨ªa al Foro Tripartito (Madrid-Londres-Gibraltar) constituido hace nueve a?os por iniciativa del que fuera ministro de Zapatero para resolver de manera consensuada los problemas de diverso tipo de los habitantes de la zona a ambos lados de la verja. Si Margallo quiere decir que ese foro no ha resuelto el problema de Gibraltar (un asunto de descolonizaci¨®n, como reconoce Naciones Unidas), tiene raz¨®n, a condici¨®n de que acepte que tampoco lo resolvieron los intentos de lograrlo mediante presi¨®n a los habitantes del Pe?¨®n, como cuando en 1969 Madrid decidi¨® cerrar la verja.

Ahora se vuelve a una l¨ªnea de dureza en respuesta, seg¨²n Exteriores, al reciente episodio del lanzamiento, por decisi¨®n del Gobierno de la colonia, de decenas de bloques de hormig¨®n en aguas de la bah¨ªa de Gibraltar para dificultar su trabajo a los pescadores que faenan en la zona. Sin embargo, la causa del giro de Exteriores es m¨¢s profunda: el Gobierno de Rajoy no asume la estrategia de Moratinos (solo negociar¨¢ con Londres y no con la colonia) y cree llegado el momento de una respuesta contundente a Reino Unido por lo que considera una falta de voluntad negociadora en diversas cuestiones que ata?en al Pe?¨®n.

Es cierto que las autoridades de la colonia aplicaron una pol¨ªtica de hechos consumados al ocupar el istmo para construir un aeropuerto y que algunas iniciativas recientes indican su voluntad de hacer lo mismo respecto a la jurisdicci¨®n sobre una parte de las aguas de la bah¨ªa.

Es una actitud que requiere una respuesta y negociaci¨®n. Ahora bien, es dudoso que la ruptura del instrumento creado para ello sea el camino correcto. La t¨¢ctica de hacer la vida algo m¨¢s dif¨ªcil a los habitantes de la zona (restricci¨®n de vuelos, tasas fronterizas y rigor en los controles de la verja, con esperas de hasta cinco horas...) puede tener efectos indeseados. No solo los llanitos sufrir¨¢n estos inconvenientes, sino tambi¨¦n miles de espa?oles que cada d¨ªa acuden a trabajar a Gibraltar. Est¨¢ por ver, adem¨¢s, la viabilidad de estas medidas en el contexto de la UE.

Espa?a debe defender sus intereses, pero sin necesidad de envenenar las relaciones con Reino Unido, tan importantes hoy para los intereses de los espa?oles como la l¨®gica aspiraci¨®n a recuperar la soberan¨ªa sobre el Pe?¨®n. Para avanzar hacia esa recuperaci¨®n es necesario desplegar una pol¨ªtica a largo plazo de buena relaci¨®n con los 29.000 habitantes de la colonia. Porque como ha demostrado el paso del problema por Naciones Unidas, al final la decisi¨®n deber¨¢ ser ratificada por sus habitantes. A lo que cabr¨ªa a?adir que tampoco parece una buena idea que cada ministro de Exteriores se sienta en la obligaci¨®n de enmendarle la plana a su predecesor. Di¨¢logo y buena voluntad por ambas partes es lo que necesita Gibraltar.