Alemania europea
Berl¨ªn debe reforzar, tras las elecciones, su propia econom¨ªa para potenciar el crecimiento de la UE
Cuando acaba de abrirse la campa?a para las elecciones alemanas del 22 de septiembre, sobresale una evidencia: Europa no necesita solamente una Alemania europea, sino una Alemania que asuma plena y rotundamente su liderazgo en la tracci¨®n de la econom¨ªa del Viejo Continente. Porque es cierto que en el segundo trimestre Europa ha abandonado la recesi¨®n que la hostig¨® durante a?o y medio, en buena parte merced a la recuperaci¨®n de Alemania y Francia. Pero tambi¨¦n lo es que el crecimiento inaugurado es d¨¦bil y vulnerable a cualquier asechanza o imprevisto; que las asimetr¨ªas entre el Norte y el Sur siguen agrand¨¢ndose; que la segunda recesi¨®n registrada tras la crisis de Lehman Brothers en 2008 ha durado en la UE m¨¢s que en cualquier otra regi¨®n del mundo; que mientras Estados Unidos ha recuperado casi los niveles de bienestar anteriores a la crisis, la UE ha seguido perfor¨¢ndolos, en sentido descendente...
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Todos esos reveses se resumen en un axioma: la pol¨ªtica econ¨®mica de austeridad intensa y monol¨ªtica aplicada en la UE por influencia de Berl¨ªn no ha cosechado resultados ni de lejos comparables con los de otras zonas, particularmente EE UU, aunque estos gocen de ventajas ¡ªel se?oriaje del d¨®lar, la confianza derivada de su hegemon¨ªa mundial¡ª poco comparables. Por ello, la reciente mejora de la coyuntura, aunque sirva contra el pesimismo, no puede ni debe erigirse en coartada de la presunta bondad de las recetas aplicadas. A los europeos les conviene que el resultado electoral desbloquee asuntos comunes y urgentes hasta ahora semiaplazados, como la uni¨®n bancaria o el agravamiento de la crisis griega. Necesitan que el nuevo poder de Berl¨ªn sea m¨¢s proclive a una policy mix ¡ªuna mezcla de pol¨ªticas econ¨®micas¡ª m¨¢s equilibrada. Esto es, que sin olvidar la perentoriedad de sanear las finanzas p¨²blicas, atienda tambi¨¦n a la reactivaci¨®n, mediante est¨ªmulos selectivos al crecimiento.
Una modificaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica puede obtenerse por dos v¨ªas pol¨ªticas. O el gobernante acaba rectificando por s¨ª solo (opci¨®n bastante ardua y azarosa) o cambia su socio de coalici¨®n (pues parece que, en todo caso, deber¨¢ haber coalici¨®n). Esto ¨²ltimo se avizora como m¨¢s coherente, sobre todo si fraguase una nueva alianza cristianodem¨®crata-socialdem¨®crata. Pero los retos que cualquier sucesor de Angela Merkel, incluida ella misma, deber¨¢ afrontar no se agotan en la orientaci¨®n de la econom¨ªa europea. Tambi¨¦n versan, y quiz¨¢ en primer lugar, sobre la alemana, sujeta ahora mismo a un modelo cuyas imperfecciones empiezan a ponerse de relieve: por la escasa demanda interna; por la mediocre inversi¨®n en infraestructuras; por el envejecimiento de la poblaci¨®n, no compensada por una pol¨ªtica m¨¢s agresiva de inmigraci¨®n; por la rigidez del sector servicios, siempre a la espera de una liberalizaci¨®n que los flexibilice y dinamice... Al cabo, una buena manera de que Alemania tire de Europa es que tire de s¨ª misma.
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