Las exigencias de las nuevas clases medias
Han salido de la pobreza en los pa¨ªses emergentes y piden mejoras sociales
Desde que, hace cinco a?os, comenz¨® la crisis financiera, las potencias mundiales tradicionales y establecidas se esfuerzan, en medio de grandes dificultades, en recobrar la confianza. No obstante, el hecho de que se haya agravado la polarizaci¨®n pol¨ªtica en Washington no puede impedirnos ver los indicios, cada vez m¨¢s numerosos, de que la econom¨ªa estadounidense est¨¢ fortaleci¨¦ndose. Por su parte, los l¨ªderes europeos est¨¢n aprovechando la crisis de la eurozona para empezar a examinar todas las leyes que configuran el dise?o de la uni¨®n monetaria, y es de prever que el continente saldr¨¢ reforzado en los pr¨®ximos a?os. Jap¨®n ha avanzado considerablemente hacia la recuperaci¨®n despu¨¦s del triple desastre que sufri¨® en 2011, y la Abenomics, el conjunto de planes que forman la estrategia del primer ministro Shinzo Abe para impulsar la econom¨ªa japonesa, ha comenzado su andadura con buen pie.
Ahora, los mayores peligros que se ciernen sobre la econom¨ªa mundial est¨¢n en los pa¨ªses del mercado emergente (ME), precisamente los que tanto dinamismo y tanta esperanza han inyectado al mundo entero durante los ¨²ltimos a?os: China, India, Brasil, Turqu¨ªa y otros. En todos ellos, el crecimiento ha sufrido una desaceleraci¨®n en los ¨²ltimos tiempos. Y las masivas protestas desarrolladas hace unos meses en Brasil y Turqu¨ªa son un recordatorio de que hasta los m¨¢s prometedores de los pa¨ªses emergentes siguen siendo mucho m¨¢s impredecibles que sus hom¨®logos del mundo desarrollado.
En ciertos aspectos, los Gobiernos de los pa¨ªses del ME son v¨ªctimas de su propio ¨¦xito. Desde el comienzo del siglo, el auge experimentado tanto en el sector de las materias primas como en el del cr¨¦dito aliment¨® la r¨¢pida expansi¨®n de los mercados emergentes m¨¢s din¨¢micos y contribuy¨® a sacar a decenas de millones de personas de la pobreza para incorporarlas a las clases medias, un fen¨®meno que se tradujo en los correspondientes beneficios para la popularidad de los partidos gobernantes en esos pa¨ªses y sus dirigentes. Lo malo fue que esa expansi¨®n hizo que las autoridades se sintieran menos obligadas a poner en marcha reformas ambiciosas y les dio margen para gastar m¨¢s dinero del que deb¨ªan con el fin de promover el crecimiento a corto plazo y fomentar su propia popularidad, as¨ª como para hacer extravagantes promesas sobre gastos a¨²n mayores en el futuro.
El acceso a las nuevas tecnolog¨ªas les facilita protestar contra los pol¨ªticos
Por si eso fuera poco, en algunos pa¨ªses, el hecho de contar con unos ingresos constantes de dinero dio a los m¨¢ximos responsables la capacidad de incrementar el apoyo a las empresas de propiedad estatal y a las grandes entidades econ¨®micas nacionales de su preferencia, mientras que empezaban a retirar las concesiones que se hab¨ªan hecho a empresas extranjeras en periodos anteriores de debilidad econ¨®mica. Esta tendencia es hoy muy visible en China y Rusia, pero existe tambi¨¦n en democracias como Brasil, Indonesia e India.
Sin embargo, ahora resulta que el crecimiento se ha frenado en la mayor¨ªa de los pa¨ªses del ME, y las autoridades se encuentran con una clase media que tiene unas expectativas m¨¢s altas, creadas por ese ¨¦xito, al mismo tiempo que las perspectivas econ¨®micas m¨¢s modestas y los sacrificios econ¨®micos m¨¢s duros que han conocido desde hace muchos a?os. Los detonantes de las protestas que hemos presenciado en Turqu¨ªa y Brasil fueron problemas locales ¡ªla agresiva respuesta de la polic¨ªa a las manifestaciones contra el plan para derribar una arboleda de sic¨®moros en el centro de Estambul y un aumento relativamente peque?o del precio del billete de los autobuses p¨²blicos en S?o Paulo¡ª, pero los primeros disturbios desencadenaron una reacci¨®n mucho m¨¢s amplia de unos ciudadanos que hoy sienten que tienen derecho a contar con un Gobierno m¨¢s responsable y que rinda cuentas, y unos servicios p¨²blicos de mayor calidad. Una parte considerable de los manifestantes que llenaron las calles de las ciudades en ambos pa¨ªses consisti¨® en miembros de esas clases medias que tanto han crecido en los ¨²ltimos a?os.
Estas personas a las que me refiero no tienen un poder adquisitivo comparable al de las clases medias de otros pa¨ªses m¨¢s ricos. De acuerdo con los criterios de la OCDE, en los pa¨ªses del ME, la pertenencia a la clase media consiste en tener unos ingresos familiares de entre 10 y 100 d¨®lares diarios, en d¨®lares de 2005. Pero la diferencia fundamental es que, mientras que las aspiraciones de los pobres siguen siendo asegurarse la subsistencia b¨¢sica, un techo y un puesto de trabajo, las nuevas clases medias exigen mejores servicios, mejor sanidad y mejores oportunidades educativas para sus hijos, adem¨¢s de medidas para remediar la omnipresencia del crimen y la corrupci¨®n.
En los pr¨®ximos a?os habr¨¢ mayor agitaci¨®n en estos pa¨ªses
Los pa¨ªses en los que las clases medias han crecido m¨¢s deprisa son especialmente vulnerables a las presiones derivadas de cambios sociales muy r¨¢pidos. Los pa¨ªses que han experimentado las mayores protestas de las clases medias en los ¨²ltimos a?os ¡ªArgentina, Rusia, Chile, Turqu¨ªa y Brasil¡ª coinciden con este modelo.
A esto hay que a?adir, en algunos pa¨ªses, la impaciencia con el comportamiento del partido en el poder. En China, el presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang son rostros relativamente nuevos en un partido que gobierna desde hace 64 a?os. Ahora bien, en India, Manmohan Singh es primer ministro desde 2004, el Partido de los Trabajadores, que es el de la presidenta Dilma Rousseff, manda en Brasil desde 2003; Recep Tayyip Erdogan es primer ministro de Turqu¨ªa tambi¨¦n desde 2003, y qu¨¦ decir de Vlad¨ªmir Putin, que domina la pol¨ªtica rusa desde el 2000. Todos ellos, Singh, Rousseff, Erdogan y Putin, son mucho menos populares hoy de lo que lo fueron en otros tiempos.
Adem¨¢s, la facilidad de acceso a las herramientas de comunicaci¨®n modernas ¡ªInternet, smartphones y redes sociales¡ª va a hacer la vida a¨²n m¨¢s dif¨ªcil a los responsables pol¨ªticos de estos pa¨ªses, a medida que a los frustrados ciudadanos les sea cada vez m¨¢s sencillo compartir su indignaci¨®n y organizar formas de protesta. En algunos pa¨ªses, los Gobiernos reaccionar¨¢n con intentos de desviar la furia de la poblaci¨®n hacia otros objetivos. Hemos visto c¨®mo suced¨ªa, por ejemplo, en China, donde las autoridades han permitido que las manifestaciones y los boicots que se han organizado en contra de Jap¨®n y las empresas japonesas se acalorasen y se prolongasen m¨¢s de lo normal, y lo han hecho para canalizar el resentimiento de la poblaci¨®n, alejarlo de Pek¨ªn y conducirlo hacia objetivos extranjeros. El presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, ha convertido la ret¨®rica antiamericana y antieuropea en una herramienta pol¨ªtica de lo m¨¢s previsible. Incluso el turco Erdogan ha empezado, en los ¨²ltimos tiempos, a responsabilizar a las potencias extranjeras de los disturbios y el malestar pol¨ªtico y social en su pa¨ªs.
Si tenemos en cuenta todos estos hechos, podemos prever que en los pr¨®ximos a?os veremos a¨²n m¨¢s muestras de agitaci¨®n en los pa¨ªses del mercado emergente, as¨ª como una disminuci¨®n de los instrumentos a disposici¨®n de los Gobiernos para contenerlas.
Ian Bremmer es fundador y presidente de Eurasia Group, la principal empresa de investigaci¨®n y consultor¨ªa sobre riesgos pol¨ªticos en el mundo. Su ¨²ltimo libro, Every Nation for Itself: Winners and Losers in a G-Zero World, detalla los peligros y las oportunidades en un mundo sin liderazgo global.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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