Sergu¨¦i Filin regresa ciego al Bolsh¨®i
Su aparici¨®n junto a la compa?¨ªa en Londres supone todo un desaf¨ªo a sus enemigos
¡°No conozco en toda la historia del ballet un director de compa?¨ªa que fuera amado por el 100% de su plantilla; eso es imposible, y de haber existido, resultar¨ªa muy sospechoso¡±. Esto lo dijo hace un cuarto de siglo Oleg Vinogradov, entonces director del ballet del teatro Kirov de Leningrado (hoy conocido como Mariinski de San Petersburgo) y que sufri¨® en su ¨²ltima etapa al frente de esa gran compa?¨ªa varios ataques f¨ªsicos, y de los graves (los insultos y las pintadas no cuentan), lo que le oblig¨® a desplazarse con guardaespaldas dentro del propio recinto del teatro. Vinogradov era un renovador en plena perestroika.
El pasado 17 de enero, Sergu¨¦i Filin (Mosc¨², 1970), director del ballet del teatro Bolsh¨®i de Mosc¨², el m¨¢s importante de Rusia, sufri¨® un atentado con ¨¢cido a las puertas de su casa, cuando regresaba de las siempre intensas y largas jornadas de trabajo en el gran coliseo moscovita. El 5 de marzo, un representante del ministro del Interior de la Federaci¨®n Rusa anunciaba las primeras detenciones. Dos d¨ªas m¨¢s tarde eran formalmente inculpados el solista del ballet del Bolsh¨®i Pavel Dmitrichenko como instigador del atentado y dos individuos con antecedentes y fichas policiales: Yuri Zarutski como ejecutor y Andr¨¦i Lip¨¢tov como sicario auxiliar. Los tres ya est¨¢n siendo juzgados y hay una petici¨®n de condena de hasta 12 a?os de prisi¨®n. Dmitrichenko insiste en que nunca habl¨® de usar ¨¢cido contra Filin, m¨¢s bien de un susto o escarmiento. En cualquier caso, una maniobra mafiosa intolerable, pues se rumoreaban celos profesionales y venganza ante decisiones art¨ªsticas del director, como no alinear a la prometida de Dmitrichenko, Anzhelina Vorontsova, en el papel protag¨®nico del doble cisne, Odette-Odille, en la nueva producci¨®n de El lago de los cisnes, cl¨¢sico entre los cl¨¢sicos del repertorio y meta de todas las bailarinas.
¡°Es la primera vez que los m¨¦dicos me dejan salir y ha sido un gran impulso¡±, dijo el bailar¨ªn
Con el atentado afloraban de los centenarios muros del Bolsh¨®i las m¨¢s terribles historias de conspiraciones y manejos sucios, hasta el punto de que pocos quedaban indemnes. Un director anterior hab¨ªa sido fulminado tras la publicaci¨®n de fotograf¨ªas ¨ªntimas comprometidas en un falso portal de Internet que pirateaba los logotipos del propio Bolsh¨®i y una bailarina huy¨® hasta Toronto (Canad¨¢) con sus hijos al sentirse amenazada de muerte, seg¨²n declar¨® una vez estaba lejos de Rusia. Y all¨ª sigue.
Despu¨¦s, el 4 de febrero, Sergu¨¦i Filin apareci¨® ante los medios por primera vez con los aparatosos e impactantes vendajes por las quemaduras y visibles huellas sobre su piel, pero lo peor era su visi¨®n, da?ada o perdida para siempre; en aquel momento, todo eran especulaciones. Filin hizo declaraciones y se mantuvo firme en su idea de seguir al frente del ballet del Bolsh¨®i. Y sigue en sus trece.
A d¨ªa de hoy, la escena del ballet internacional contin¨²a conmocionada con el ataque con ¨¢cido que sufri¨® Filin, elogia su gesti¨®n renovadora como director del ballet del teatro Bolsh¨®i y contiene el aliento ante los poco alentadores pron¨®sticos sobre la visi¨®n de esta v¨ªctima propiciatoria de las m¨¢s crueles y despiadadas luchas intestinas por el poder.
Los m¨¦dicos son prudentes o muy parcos; el departamento de prensa del teatro Bolsh¨®i sigue tambi¨¦n esa l¨ªnea de cuentagotas. La aparici¨®n de Filin la semana pasada, por sorpresa, en el escenario del Covent Garden Opera House de Londres, al final de una representaci¨®n de su compa?¨ªa, ha sido interpretada linealmente como ¡°aqu¨ª estoy para seguir adelante¡±.
Filin ha sufrido en todo este tiempo una serie de m¨¢s de 20 operaciones quir¨²rgicas en sus ojos en una prestigiosa cl¨ªnica especializa de la ciudad alemana de Aachen, y esta de Londres es su primera salida p¨²blica y profesional. El salto a Reino Unido fue una decisi¨®n propia y personal; a fin de cuentas, la gira hab¨ªa sido dise?ada por ¨¦l mismo antes del atentado. Al tener un micr¨®fono enfrente, Filin fue claro: ¡°Esta es la primera vez que los m¨¦dicos me permiten dejar la cl¨ªnica solamente por un d¨ªa, y hoy he recibido un gran impulso y energ¨ªas a partir de este encuentro¡±. Tambi¨¦n agreg¨® que los especialistas oftalm¨®logos estudian la posibilidad de continuar el tratamiento fuera del hospital, y que ¨¦l se estaba preparando para regresar a Mosc¨² a finales de septiembre para reintegrarse a su puesto coincidiendo con la nueva temporada, como han recogido todos los diarios brit¨¢nicos y rusos.
La situaci¨®n estremece. Rodeado de incondicionales, pero a la vez con la damocliana presi¨®n de los enemigos latentes, la historia viene a recordar que otra bailarina y directora tenaz, pr¨¢cticamente invidente, sigue al frente de un gran ballet: Alicia Alonso, desde hace m¨¢s de 50 a?os directora general del Ballet Nacional de Cuba. All¨ª, salvando las distancias, no hizo falta el ¨¢cido: un progresivo deterioro de ambos ojos la hizo una luchadora desde su juventud, pero tampoco en La Habana han faltado las m¨¢s variadas intrigas para separarla del cargo. Alonso, tambi¨¦n protegida por grandes cristales negros, sigue en su silla y se dice que la mano no le tiembla al tomar decisiones dolorosas.
Ya el joven Sergu¨¦i hab¨ªa demostrado ese tes¨®n al labrarse una carrera de primer bailar¨ªn en el Bolsh¨®i, luchando en medio de una generaci¨®n de danzarines potentes y algunos claramente m¨¢s dotados que ¨¦l para el estrellato. Pero Filin lleg¨® donde quer¨ªa, tuvo cr¨ªticas elogiosas por su rigor y su limpieza, y cuando el core¨®grafo franc¨¦s Pierre Lacotte fue llamado a reconstruir el ballet La hija del fara¨®n, de Petipa, le escogi¨® por su l¨ªnea, su elegancia, su control (con Mar¨ªa Alexandrova hac¨ªa una pareja deliciosamente cl¨¢sica y perfecta). Sergu¨¦i Filin era adem¨¢s un hombre bello, apol¨ªneo, con una nube de ballet¨®manos gritando bravos y coleccionando sus fotos, algunas con m¨¢s ropa que otras. La exigente cr¨ªtica del ballet moscovita tambi¨¦n le mim¨® merecidamente: fue un apuesto Sigfrido, un rom¨¢ntico Albrecht, un chispeante Colas, un enso?ador pr¨ªncipe Desir¨¦ en La bella durmiente o un racial barbero Basilio en Don Quijote. Una lesi¨®n en 2004 casi le aparta de la escena, pero volvi¨®.
Hoy, hinchado por la cortisona, pr¨¢cticamente invidente seg¨²n los m¨¢s agoreros (el diagn¨®stico m¨¢s fiable habla de la p¨¦rdida total de la visi¨®n en el ojo izquierdo y de m¨¢s de un 75% en el derecho), y con unas gruesas gafas oscuras, Filin se ha retratado con sus bailarines tras una brillante funci¨®n de Jewels, la obra de George Balanchine en tres partes que ocupa toda una noche de funci¨®n y que gracias a los esfuerzos y gestiones de Filin ha pasado por fin a formar parte del repertorio del Bolsh¨®i. Esta gran obra emblem¨¢tica del ballet sinf¨®nico del siglo XX es una prueba de fuego estil¨ªstica para todo el conjunto. All¨ª brillaron Andr¨¦i Merkuriev, Olga Smirnova (para todos, la gran estrella femenina naciente y venida de San Petersburgo como la m¨¢s consagrada Svetlana Zajarova) y Semyon Chudin, entre otros. Un d¨ªa antes, el viernes 16, subi¨® al escenario del Covent Garden la reconstrucci¨®n de Las llamas de Par¨ªs hecha por Alex¨¦i Ratmansky y la bailaron Iv¨¢n Vasiliev y Natalia Osipova, que hace poco m¨¢s de un a?o y apenas a unos meses del atentado hab¨ªan dejado el Bolsh¨®i para integrarse en el teatro Mij¨¢ilovski que dirige el valenciano Nacho Duato. Los muy espectaculares Osipova y Vasiliev estaban en esa funci¨®n de Londres por honesta solidaridad, sinti¨¦ndolo como un deber moral.
Se habla de p¨¦rdida total de visi¨®n en un ojo y m¨¢s de un 75% en el otro
Una de cal y otra de arena. Presagios y presencia. Voluntad contra miedo. La habitual temporada veraniega de los rusos en el Covent Garden (unos a?os la hace el Mariinski de San Petersburgo, y otros, el Bolsh¨®i de Mosc¨²), a platea llena en todas las funciones, termin¨® el s¨¢bado 17 con el p¨²blico en pie a la voz de ¡°?Volved, por favor!¡±. Y es que ha sido un ¨¦xito que, si se quiere, contribuye a reafirmar a Filin en su puesto y en sus prop¨®sitos.
Por otra parte, del teatro Bolsh¨®i han salido casi simult¨¢neamente a finales del mes de junio su m¨¢s declarado enemigo p¨²blico, el primer bailar¨ªn, de origen georgiano, Nikol¨¢i Tsiskaridze (Tbilisi, 1973), y un personaje que parec¨ªa inamovible, el poderoso administrador en el ente l¨ªrico moscovita, Anatoli Iksanov. Una nueva etapa est¨¢ en marcha en Mosc¨², y en toda Rusia. Ya la llegada de Duato a San Petersburgo fue una revoluci¨®n dentro del ¨¢mbito del ballet.
A Nacho Duato, en sus tiempos de director de la Compa?¨ªa Nacional de Danza espa?ola, le dejaron en el camerino un regalo terrible: un artefacto de vud¨² consistente en patas de gallo anudadas con cintas negras y moradas. El deseo del embrujo: dejarle inv¨¢lido. Evidente que no surti¨® efecto alguno, sino que tuvo un rebote milagroso: el valenciano dirigir¨¢ el Ballet Estatal de Berl¨ªn, la compa?¨ªa m¨¢s grande de Alemania y una de las de mayor presupuesto de Europa, desde 2014, y eso despu¨¦s de haber pasado triunfalmente por el Mij¨¢ilovski petersburgu¨¦s, donde, por cierto, no todo fueron amores y parabienes. En Rusia, a Duato unos lo vieron como un renovador; otros, como un intruso. Y a¨²n entre rusos, algo parecido pasa con Filin, a quien se le cataloga desde las zonas m¨¢s conservadoras como un ¡°traidor a la tradici¨®n¡± desde que llegara al puesto de director del Bolsh¨®i en marzo de 2011. Filin concluy¨® sus declaraciones en Londres con un aviso a navegantes: ¡°Creo que todav¨ªa podremos hacer muchas cosas en el futuro y lograr resultados a¨²n mejores¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.