Patrimonio del esp¨ªritu, bot¨ªn de guerra
Siria es un volc¨¢n pol¨ªtico y militar pero tambi¨¦n una filigrana cultural y religiosa cuya alteraci¨®n puede tener terribles consecuencias. Ante un ataque no hay que olvidar que puede tambalearse la tolerancia de ese pa¨ªs
Abuna di Bishemaya: as¨ª suena el inicio del Padre Nuestro en arameo, el supuesto idioma de Jes¨²s. Puede escucharse, cantado por voces bell¨ªsimas, en Malula, una peque?a poblaci¨®n de 5.000 habitantes, situada a unos 50 kil¨®metros al norte de Damasco. Malula, al borde de un estrecho desfiladero en un paisaje que insin¨²a el desierto sirio, es uno de los pocos lugares del mundo en los que se conserva, como lengua viva, el arameo. Sus habitantes, la mayor¨ªa cristianos pero tambi¨¦n musulmanes, se muestran orgullosos de esta circunstancia y del prestigio de su pueblo en la historia religiosa: all¨ª se conserva el sepulcro de la santa Tecla, m¨¢rtir de los primeros tiempos, y se dice que el mism¨ªsimo san Pablo pas¨® por all¨ª, no s¨¦ si camino de Damasco. El gu¨ªa que me lo cont¨®, y me ense?¨® la magn¨ªfica iglesia ortodoxa de San Jorge, no lo sab¨ªa con exactitud, pero no por eso estaba menos orgulloso de la historia. Era musulm¨¢n y se mostraba muy satisfecho por el hecho de que la Navidad y el Viernes Santo, las fechas m¨¢s se?aladas del cristianismo, fueran fiestas nacionales en su pa¨ªs. Lo ve¨ªa como una muestra de la tolerancia religiosa del pueblo sirio.
En otro viaje por Siria, y por boca de otro gu¨ªa, se me quiso comunicar la misma sensaci¨®n, aunque con los protagonistas invertidos. El gu¨ªa era cristiano y la visita, al mausoleo de un santo musulm¨¢n: el gran m¨ªstico, nacido en Murcia el a?o 1165, Ibn Arabi. Recuerdo perfectamente la g¨¦lida ma?ana invernal con la nieve cubriendo las callejuelas empinadas que llevaban al mausoleo. El gu¨ªa me describi¨® el periplo vital y la experiencia espiritual de Ibn Arabi, resaltando en cada momento la confluencia entre componentes religiosos de diversa procedencia. No era un gu¨ªa oficial, de esos que a menudo llevan el discurso bien aprendido, sino un hombre apasionado, intelectualmente libre, que admiraba la obra creada por Ibn Arabi y era capaz de integrarla a la perfecci¨®n en la historia de la cultura. Tambi¨¦n, como el gu¨ªa de Malula, estaba contento por el grado de tolerancia de sus compatriotas.
Estos d¨ªas, en los que Siria ocupa el centro de la cr¨®nica negra mundial, lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en mis viajes por ese pa¨ªs es la cantidad de hombres apasionados por la cultura recibida. Ahora, al volver la vista atr¨¢s, tengo la impresi¨®n de que siempre hab¨ªa a mi lado un interlocutor id¨®neo para explicarme lo que yo no sab¨ªa, pero deseaba saber. Un taxista de Alepo, por ejemplo, parec¨ªa exquisitamente preparado para hacer el relato sobre la misteriosa evacuaci¨®n de las ciudades bizantinas al norte de Siria. Cuando le pregunt¨¦ a un gran traductor del espa?ol, ismailita de religi¨®n, sobre los hashashin, la secta seguidora del Viejo de la Monta?a, tambi¨¦n ismailita, que tanto gustaba a Rimbaud ¡ªpor ser consumidora de hach¨ªs y haber dado origen a la palabra asesino¡ª, en lugar de incomodarse, por citarle a unos correligionarios violentos, me lo cont¨® todo acerca de la fortaleza de Alamud y otras fortalezas inexpugnables para los cruzados. Incluso, en el m¨¢ximo refinamiento de las creencias, me top¨¦ con un seguidor del zoroastrismo, religi¨®n que yo cre¨ªa extinguida y que, seg¨²n mi interlocutor, ten¨ªa todav¨ªa un pu?ado de adeptos. Eran unos pocos miles, los suficientes, sin embargo, para dar testimonio de un movimiento espiritual cuyas ra¨ªces se remontaban a 25 siglos atr¨¢s.
Naciones Unidas es la ¨²nica instituci¨®n que osbtaculiza que se imponga el m¨¢s fuerte
Quiz¨¢ la quintaesencia de esos interlocutores exquisitos fue un profesor de historia de la Universidad de Damasco, con el que coincid¨ª en un coloquio celebrado en el Museo Nacional y que me acompa?¨® en una visita a sus riqu¨ªsimas colecciones. A trav¨¦s de sus explicaciones me sumerg¨ª en 5.000 a?os de civilizaci¨®n, hasta el anclaje mesopot¨¢mico. No era dif¨ªcil llegar a la conclusi¨®n de que all¨ª, en las piedras milenarias, se encontraba dibujado el origen y el destino de la entera humanidad, a trav¨¦s de sus m¨²ltiples creaciones y destrucciones, de su af¨¢n de violencia y de belleza. He pensado en ¨¦l a menudo, en esos d¨ªas aciagos, porque, si los acontecimientos se precipitan definitivamente, nada va a impedir que el Museo Nacional de Damasco corra, en el inmediato futuro, la misma suerte que su hom¨®logo en Bagdad, devastado y expoliado durante la invasi¨®n americana, y cuyas piezas robadas pueden encontrarse f¨¢cilmente, al parecer, en los circuitos de los traficantes de antig¨¹edades.
No he visto que nada de todo eso se considere medianamente importante al considerar la situaci¨®n en Siria, un pa¨ªs que es un volc¨¢n pol¨ªtico y militar, pero tambi¨¦n una filigrana espiritual cuya alteraci¨®n puede tener terribles consecuencias. En todo este periodo de sangrienta guerra civil la informaci¨®n sobre aquel pa¨ªs ha sido, por lo general, desoladoramente superficial y maniquea. Nadie, por lo visto, se atreve a introducir el punto de vista de la complejidad que, no obstante, ser¨ªa el ¨²nico que nos podr¨ªa ofrecer una real aproximaci¨®n a la realidad siria. Aunque no haya dudas sobre el car¨¢cter dictatorial, y cruel, del r¨¦gimen de El Asad, s¨ª deber¨ªan tenerse dudas profundas sobre el car¨¢cter democr¨¢tico de los denominados rebeldes, un conglomerado que, seg¨²n se va descubriendo, re¨²ne fuerzas con las ideas completamente contrarias entre s¨ª. Junto a dem¨®cratas convencidos los medios de comunicaci¨®n llaman rebeldes a los que, de tener el poder, no tardar¨ªan en fusilar a los dem¨®cratas convencidos. Y lo peor es que, al fondo, se tambalea aquel paisaje de tolerancia espiritual que era, y es, el orgullo de tantos sirios. El Asad deber¨ªa caer, o ser derribado, s¨ª, pero, de imponerse el fundamentalismo de algunas de las facciones en lucha, ?podemos pensar qu¨¦ pasar¨¢ con los cristianos de Malula, con los ismailitas, con los zoro¨¢stricos, con los drusos, o, sencillamente con los ch¨ªes y sun¨ªes? El problema de las intervenciones armadas desde el exterior es que, como se comprob¨® en Afganist¨¢n e Irak, lo complejo es observado como simple, al menos ante la opini¨®n p¨²blica, ya de por s¨ª educada, por los medios de comunicaci¨®n, en la simplicidad. El cirujano se presenta como salvador y, junto al tumor, arrasa todo el organismo.
La informaci¨®n libre est¨¢ casi supeditada a una propaganda que impide entrar en matices
Cada guerra se justifica con nuevos vocablos. En la terminolog¨ªa de los partidarios de la intervenci¨®n en Siria el vocablo de moda es responsable: una intervenci¨®n ¡°justa, legal y responsable¡±. Es una cuesti¨®n de palabras. Para saber si es justa deber¨ªamos calibrar cu¨¢l es el tribunal que dictamina la justicia, y la legalidad internacional, de momento, reside en Naciones Unidas, una instituci¨®n obsoleta, es cierto, pero la ¨²nica que obstaculiza algo la imposici¨®n de la ley del m¨¢s fuerte. La intervenci¨®n ¡°humanitaria¡±, aireada en guerras anteriores, ha sido sustituida por intervenci¨®n ¡°responsable¡±. Sin embargo, tambi¨¦n aqu¨ª se hace dif¨ªcil saber cu¨¢l es el demiurgo que otorga la responsabilidad para que un pa¨ªs intervenga en otro. Acabar con la dictadura de El Asad parece muy atractivo, pero ?y lo otro?
Parad¨®jicamente, en la era de la informaci¨®n absoluta, la opacidad tambi¨¦n es absoluta. Debo confesar que, en los ¨²ltimos dos a?os, he seguido con mucha atenci¨®n las noticias procedentes de Siria sin lograr formarme una idea medianamente coherente de lo que ocurre. De manera creciente he tenido la penosa impresi¨®n de que, como sucede en todos los asuntos, la informaci¨®n libre est¨¢ muy mermada, supeditada casi a una propaganda que impide entrar en matices. Cuando, precisamente, es el matiz el que nos introduce en la diversidad de mundos que se oculta tras una noticia. Nunca ha habido tanta libertad para informar y nunca ha habido tan poca transparencia, pese a los esfuerzos de muchos que escriben en canales alternativos.
Me disgusta no poder tener una idea n¨ªtida de lo que actualmente acontece en Siria. De modo que sigo confiando en las sensaciones que me transmitieron, durante los viajes, mis interlocutores sirios, hombres apasionados con la cultura y orgullosos con la tolerancia. Esperemos, por ellos y por nosotros, que, en medio del torbellino destructor, que ya se ha cobrado 100.000 vidas, el patrimonio del esp¨ªritu no se convierta en mero bot¨ªn de guerra.
Rafael Argullol es escritor.
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