Es hora de una negociacion en Nigeria
Por Chido Onumah
He elegido el t¨ªtulo de este art¨ªculo de mi nuevo libro Nigeria is negotiable cuya presentaci¨®n al p¨²blico se celebr¨® el pasado martes 20 de agosto en Abuja. Citar¨¦ profusamente a varios colaboradores del libro que respaldan mi argumento de iniciar un di¨¢logo nacional urgente sobre el futuro de Nigeria. Hace unas semanas, antes de que empezara la campa?a publicitaria para promocionar dicho evento, recib¨ª numerosas preguntas sobre el significado de entablar una negociaci¨®n en Nigeria.
Algunas de esas preguntas rayaban en lo absurdo. Otras, en una inquietante falta deinter¨¦s por la gravedad de nuestros problemas como naci¨®n. Y realmente muy pocas buscaban una explicaci¨®n en el objetivo principal de mi libro. Pero de todos los comentarios que he recibido sobre Nigeria is negotiable, ninguno ha sido tan interesante como el del general retirado Alani Akinriande.
Estudiantes y trabajadores protestando en la autopista Lagos-Ikorodu. Ante la convocatoria de una huelga indefinida en agosto, piden la soluci¨®n del conflicto inmediata que permita continuar las clases. AFP PHOTO / PIUS UTOMI EKPEI
Coincid¨ª con el general Akinriande hace unas semanas en el centro Muson de Lagos durante una conferencia celebrada con motivo del 70 aniversario del profesor Ropo Sekoni. Al finalizar el acto, me dirig¨ª al general y le entregu¨¦ una copia de Nigeria is negotiable. Observ¨® con atenci¨®n la portada del libro, se gir¨® hacia m¨ª y me dijo: ¡°No tengo ninguna duda de que hace falta iniciar un proceso de negociaci¨®n en Nigeria¡±. Despu¨¦s, sigui¨® adelante para explicar su opini¨®n. Seg¨²n ¨¦l, el tiempo se est¨¢ agotando para comenzar esa negociaci¨®n. Afirm¨® tambi¨¦n que ten¨ªamos suerte de que la gente est¨¦ dispuesta a hablar pero que no pod¨ªamos dar todo por sentado ya que puede llegar el momento en que a nadie le interese hablar m¨¢s de este asunto.
Sus declaraciones han resonado en mi mente desde entonces. Y no es porque nunca haya imaginado que el pa¨ªs pod¨ªa llegar a una situaci¨®n en la que fuera imposible ¡°discutir¡± sobre este tema o que la guerra, un conflicto civil o la violencia sean denominadores comunes para abordar una ¡°discusi¨®n¡±. Sino m¨¢s bien por el tono enf¨¢tico que utiliz¨® el general y su irrefutable discurso, han dado fuerza a mi idea de un di¨¢logo nacional urgente.
Hay tres aspectos fundamentales en el debate sobre la negociaci¨®n de Nigeria. El primero es comprender que muchos de los problemas, si no todos, que nos afligen como naci¨®n tienen su origen en la estructura del pa¨ªs. El segundo es que la reestructuraci¨®n de Nigeria por medio de un proceso de negociaci¨®n no es un remedio infalible ni una soluci¨®n a todos nuestros problemas. Y el tercero, es saber que en Nigeria siempre han existido procesos de negociaci¨®n por lo que realmente no hay nada nuevo en millamamiento.
El presidente Matthew Olusegun Aremu Obasanjo, en el centro, llegando a Washington, en mayo de 2001.
Tendr¨ªamos que remontarnos a los or¨ªgenes si queremos saber c¨®mo Nigeria lleg¨® a ser un pa¨ªs o lo que ocurri¨® despu¨¦s de la independencia. Si adem¨¢s queremos saber algo sobre la guerra civil, sobre c¨®mo se desarroll¨® y lo que pas¨® cuando termin¨®. Nigeria ha sido siempre el resultado de una negociaci¨®n en cada uno de los siguientes acontecimientos: la situaci¨®n en que qued¨® el pa¨ªs despu¨¦s del asesinato del General Murtala Ramat Muhammed en febrero de 1976. El traspaso de poderes que realiz¨® el general Olusegun Obasanjo a Alhaji Shehu Shagari en octubre de 1979. Los lamentables sucesos del 12 de junio. La subida al poder primero de Shonekan como jefe del Gobierno Nacional Provisional despu¨¦s de que el general Ibrahim Babangida sehubiera apartado en agosto de 1993 tras haber anulado las elecciones presidenciales del 12 de junio de 1993 que hab¨ªa ganado Abiola. M¨¢s tarde, cuando Olusegun Obasanjofue presidente civil en 1999. Por ¨²ltimo, la decisi¨®n de Obasanjo de traicionar a todos los que le ayudaron a ser presidente decant¨¢ndose por el enfermizo Umaru Yar¡¯Adua como presidente en 2007.
El ¨²nico problema, para nuestra desgracia, es que los que inicialmente empezaron a hablar de negociaci¨®n en Nigeria fueron una banda de saqueadores, de comisionistas y pol¨ªticos arribistas y, posteriormente, una camarilla de militares con sus colaboradores civiles cuyas intenciones para con el pa¨ªs no eran buenas. Por eso, ahora ha llegado el momento de iniciar una negociaci¨®n en los t¨¦rminos que decida nuestro pueblo que en realidad es quien m¨¢s padece las desigualdades. Si lo que nos preocupa es la supervivencia de Nigeria, entonces ha llegado la hora de embarcarnos en la pesada tarea de comenzar un proceso de negociaci¨®n en aras de la mayor¨ªa de los nigerianos.
De acuerdo con las palabras del profesor Anthony Ochefu en la introducci¨®n de mi libro Nigeria is negotiable, ¡°entre la versi¨®n oficial de la historia de la descolonizaci¨®n que otorga un papel predominante a nuestros h¨¦roes nacionalistas por haber conseguido la independencia de los brit¨¢nicos y otras versiones que apuntan a una ¡®teor¨ªa de la conspiraci¨®n¡¯, hay un proceso de transformaci¨®n de una regi¨®n con muy pocas credenciales democr¨¢ticas a una nueva m¨¢s democr¨¢tica en el que se aprecian aspectos que encarnan una experiencia en negociaci¨®n¡±.
Cuando en Nigeria hablamos de negociaci¨®n o transformaci¨®n, no nos referimos simplemente a ¡°cartografiar de nuevo¡± el pa¨ªs o crear nuevos feudos para los jefes de las tribus. Queremos hablar de muchas otras cosas, como por ejemplo de la naturaleza de nuestro federalismo, del control de nuestros recursos naturales, de la secularizaci¨®n del pa¨ªs o de los derechos de los ciudadanos en una estado federal. Todas ellas son cuestiones muy dif¨ªciles de afrontar.
Tal como se?ala el doctor Chidi Odinkalu en el pr¨®logo, ¡°los pusil¨¢nimes y los que tienen poca memoria no tienen cabida en el proyecto de construcci¨®n de una naci¨®n. Se necesitan hombres y mujeres de estado. Pensadores y ciudadanos activos. Y se tarda muy poco tiempo en concluir todo ese proceso.¡±
¡°Tanto en pol¨ªtica como en Derecho, la palabra pa¨ªs engloba a una poblaci¨®n delimitada por un territorio bajo una soberan¨ªa com¨²n. De cualquier modo, las fronteras no son, sin embargo, un hecho ¡®natural¡¯. Todas las fronteras son artificiales. Pueden crearse. Ser reformadas. Deshacerse. Negociarlas y renegociarlas¡±.
¡°El Imperio Sovi¨¦tico, por ejemplo, en una generaci¨®n se desmoron¨® en peque?as entidades apenas notables. Yugoslavia se desintegr¨® en una serie de beligerantes y peque?os estados. Alemania evolucion¨® hacia la reunificaci¨®n del pa¨ªs. Etiop¨ªa hizo el camino contrario y se dividi¨® en dos pa¨ªses (de hecho, Menelik II vendi¨® Yibuti a los franceses hace aproximadamente 116 a?os para financiar la modernizaci¨®n de Addis Abeba). De manera similar ha actuado Sud¨¢n convirti¨¦ndose en dos pa¨ªses (no se puede descartar una futura escisi¨®n). Incluso Reino Unido podr¨ªa convertirse en dos pa¨ªses, Inglaterra y Gales, dependiendo del resultado del refer¨¦ndum que se va a celebrar sobre la independencia de Escocia¡±.
¡°Un poco m¨¢s atr¨¢s en el tiempo aunque no hace tanto, en la India de Rabindranath Tagore, el Premio Nobel de Literatura menciona en su poema Cuando la mente carece de miedo, dentro de su obra Gitanjali, un territorio que se convirti¨® en tres pa¨ªses (India, Pakist¨¢n y Bangladesh) en poco menos de un cuarto de siglo¡±.
¡°La existencia colectiva del pa¨ªs hace tiempo que se rompi¨® formalmente. Se rompi¨® una vez que fue promulgada. Hemos tenido que pasar por una terrible guerra civil para restablecer una entidad que estaba rota y por un intento de golpe de estado igual de terrible cuando fue promulgada¡±.
¡°Mientras nos acercamos a 2014, a?o que marca el centenario de nuestra existencia negociada, podemos f¨¢cilmente imaginar un escenario al estilo del personaje humpty dumpty. Si eso sucede, no cabe duda de que cambiar¨¢ el mapa que se dibuj¨® en 1960. Nuestra sociedad debe iniciar un proceso de negociaci¨®n para asegurarnos que conservaremos el mapa y cambiaremos nuestra forma de vivir bajo el mismo mapa¡±.
Traducci¨®n de Virginia Solans
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