Los arreglos imperfectos de Europa

Es un axioma del realismo pol¨ªtico operar en el mal menor antes que extraviarse en el bien absoluto. Es una deformaci¨®n de ese axioma atribuirle una amoralidad sin l¨ªmite cuando hay un realismo ¨¦tico, como hay una ¨¦tica de la responsabilidad. El alem¨¢n Wolfgang Sch?uble, con gran peso en estrategias de la Uni¨®n Europea, considera que en los procesos de integraci¨®n europea siempre se comienza con soluciones imperfectas. Demorarse en asumir esa realidad sale caro. Sch?uble argumenta: ¡°Si quieres esperar hasta tener la soluci¨®n perfecta, nunca avanzas¡±. Salimos de una grave crisis del euro y ahora resulta que, seg¨²n la percepci¨®n reciente de los mercados, la moneda ¨²nica europea est¨¢ ganado terreno como moneda refugio. Soluciones imperfectas; realidad que mejora. ?Qui¨¦n hubiera dicho que el euro se recuperar¨ªa cuando los rumores apocal¨ªpticos de corralito se adue?aban del Sur y atemorizaban al Norte?

Lo m¨¢s f¨¢cil es ver lo que est¨¢ pasando como una confrontaci¨®n entre el populismo y la tecnocracia porque el reduccionismo pol¨ªtico est¨¢ m¨¢s a mano que gestionar pol¨ªticamente la complejidad. El suizo James Glattfelder, f¨ªsico y analista de sistemas financieros, a partir de la tesis de que en el fluir de la econom¨ªa, la concentraci¨®n de poder nos hace fr¨¢giles, especula sobre la posibilidad de que un alto grado de interconectividad puede incrementar la vulnerabilidad de los sistemas complejos ¡ªcuya representaci¨®n ideal son las redes¡ª y que entonces el estr¨¦s se propaga como una plaga. La teor¨ªa puede extrapolarse a la Uni¨®n Europea, concebida como un sistema de interconexi¨®n que en principio hace que la suma sea superior a las partes. Es cuesti¨®n de considerar de cerca el comportamiento de las interacciones, dice Glattfelder, del mismo modo que hay que tener en cuenta que los sistemas complejos tienen un mecanismo de emergencia. Significa que el sistema como conjunto puede de forma s¨²bita conducirse de formar impredecible si solo se escrutan sus componentes. Lo indicativo es esclarecer las normas de interacci¨®n de donde puedan proceder los riesgos y deterioros sist¨¦micos.

Entre los pa¨ªses miembros de la UE,
no debiera hacer falta destacar el elevado n¨²mero de monarqu¨ªas constitucionales

Una pol¨ªtica racionalista no es lo mismo que una pol¨ªtica racional. Un ejemplo que se presta al olvido: de entre los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea, no debiera hacer falta destacar el elevado n¨²mero de monarqu¨ªas constitucionales, en su totalidad implicadas simb¨®licamente en el proceso de integraci¨®n europea, aunque en sectores euroesc¨¦pticos se vea una contradicci¨®n entre la soberan¨ªa que encarnan las coronas y el pool de soberan¨ªas que representa la Uni¨®n Europea. Por el contrario, las monarqu¨ªas europeas contribuyen ¡ªsiendo un reinar sin gobernar¡ª a la unidad europea, como representan la respectiva cohesi¨®n nacional integradora. Es curioso porque el ogro de racionalidad totalitaria que fue el comunismo ya cay¨®, mientras que las viejas monarqu¨ªas se adaptan con soltura a los ritmos de un nuevo siglo.

Ahora la neutralizaci¨®n total o parcial de Occidente pasa por una transformaci¨®n de la guerra. Los robots sustituyen a la tropa; los ordenadores son el Estado Mayor; la lluvia de misiles reemplaza a las divisiones acorazadas. Esa es la guerra del siglo XXI, pero a la vez persisten todo tipo de conflictos b¨¦licos de naturaleza at¨¢vica, con lo que tenemos otro dilema en circulaci¨®n. Transitamos entre los nuevos paisajes globales y el fragor de conflictos primitivos. Hay gentes que se rearman para la lucha tribal, mientras Occidente no desea intervenir para que sus soldados regresen amortajados en bolsas de pl¨¢stico. Siria se est¨¢ convirtiendo en el espejo c¨®ncavo-convexo de tantas contradicciones. Por una parte, la Uni¨®n Europea, fundamentada en la norma y no en la fuerza, est¨¢ paralizada; y en la Casa Blanca, Obama tantea a ciegas ese umbral de nuevo siglo, lanza globos sonda, perpetra errores y tiene m¨¢s claro lo que no hay que hacer que lo que se puede hacer. A Washington le incomoda que la Uni¨®n Europea no act¨²e, pero tampoco en Washington se desea actuar. En estas circunstancias, supervivientes de un mundo jur¨¢sico como Putin van sacando provecho geopol¨ªtico.

Viejos y nuevos paradigmas se complementan o entrechocan, sedimentan o sucumben. ?Se har¨¢ permanente el baj¨®n de energ¨ªa europea? Todav¨ªa hay mucho por aprender de las desilusiones del progreso. Intelectualmente, estamos en una carrera marat¨®nica para saber qui¨¦n ser¨¢ el Spengler del nuevo siglo, alguien con la potencia sint¨¦tica necesaria para iluminar la ¨¦poca, aun a sabiendas de que ¡ªcomo ocurri¨®, solo en parte, con Fukuyama y su idea del fin de la historia¡ª el riesgo de errores a posteriori es grande, pero solo en un mundo con ambici¨®n para pensarse, solo con una poderosa capacidad de pensamiento estrat¨¦gico hay alguna garant¨ªa de esquivar el declive. Un momento para pensar en grande, ¡°think big¡±. A ver qu¨¦ dice un nuevo Spengler: declive o renacer; estancarse o imaginar.

Valent¨ª Puig es escritor.