Secesi¨®n
El espacio del independentismo es el de la Europa postsoberana, pero le da energ¨ªas la crisis de los pa¨ªses mediterr¨¢neos
La idea de la independencia de Catalu?a ha crecido gracias a la integraci¨®n europea. Hasta ahora, el catalanismo hist¨®rico la descartaba por varias razones, una de ellas la geopol¨ªtica: una peque?a naci¨®n, nacida como cu?a entre Francia y Espa?a, estaba destinada a la absorci¨®n por uno de los dos vecinos. La novedad geopol¨ªtica del neocatalanismo actual es que ya no se siente amenazado por Francia cuando imagina a Catalu?a como independiente. Y esto sucede as¨ª gracias a la integraci¨®n europea.
La dificultad que tiene ante s¨ª este nuevo catalanismo es de un orden distinto. Su independentismo ha madurado en el momento m¨¢s precario para la idea de independencia. Su soberanismo est¨¢ a punto de caramelo cuando ya no hay soberan¨ªa que no sea compartida. Su Estado propio, cuando los Estados nacionales parecen de cart¨®n piedra. ¡°Eso que ya no sirve para nada¡±, dijo Xavier Rubert de Vent¨®s en su discurso ante la Via Catalana en El Pert¨²s, ¡°eso es lo que queremos¡±.
El espacio en el que se ha expandido el independentismo es el de la Europa postsoberana, pero el que le ha dado energ¨ªas y fuerzas para la implosi¨®n es el momento de la crisis de la deuda de los pa¨ªses mediterr¨¢neos, que pone al mando de los presupuestos a la troika (Banco Central, Fondo Monetario y Comisi¨®n) a la vez que Alemania se asienta como poder hegem¨®nico. Hay una reacci¨®n renacionalizadora ante esta integraci¨®n bancaria y fiscal forzosa en la que debe incluirse la efervescencia catalana. Cada uno defiende su resto de soberan¨ªa, y quien cree que no tiene suficiente, como es el caso de Catalu?a, la reclama toda entera. El problema es que el formato elegido ya no est¨¢ a disposici¨®n de nadie en el mercado de las naciones soberanas.
Consiste en desconectar del Estado espa?ol para conectar directamente con Europa, convirtiendo a Catalu?a en un socio nuevo. Y hacerlo como si fuera una operaci¨®n dentro de la Uni¨®n Europea, fundamentada en la ciudadan¨ªa europea de los catalanes y en la perfecta integraci¨®n de su territorio y su econom¨ªa. El problema es que la UE es una asociaci¨®n de Estados y que los catalanes son ciudadanos europeos gracias a que son antes ciudadanos espa?oles. Como resultado, nada se puede hacer en Europa que no sea de la mano y con el permiso del Gobierno espa?ol.
Cabe imaginar una Europa que avance hacia la uni¨®n pol¨ªtica y diluya los poderes de los Estados hasta dar m¨¢s protagonismo a las regiones de fuerte peso y personalidad que a los peque?os b¨¢lticos. Pero en la actual fase de renacionalizaci¨®n defensiva, poco puede esperar el independentismo de las viejas naciones europeas, y menos de Francia, enemiga de Catalu?a al menos desde el siglo XVII y responsable en el XVIII de la imposici¨®n del modelo centralista que la ha ahogado, con apenas un breve par¨¦ntesis, hasta la Constituci¨®n de 1978.
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