Un aquelarre delirante

Las cosas pueden ser Alex de la Iglesia. De la misma manera que, salvando las distancias, hay cosas que son Woody Allen, Tim Burton o Quentin Tarantino. Que tu nombre se convierta en adjetivo est¨¢ al alcance de unos pocos directores. Aquellos capaces de exhibir un mundo tan propio y genuino que termina por trascender a sus pel¨ªculas. La Margen Izquierda de la r¨ªa del Nervi¨®n de finales de los ochenta convertida en civilizaci¨®n posapocal¨ªptica es, por ejemplo, Alex de la Iglesia. Un ni?o obeso, habitante de un planeta llamado Asturiax, con una camiseta ra¨ªda del Curro de la Expo de Sevilla, tambi¨¦n. Las Torres Kio como escenario de la aparici¨®n del Anticristo. Santiago Segura colgado del luminoso de Schweppes de la Gran V¨ªa madrile?a. Una comunidad de vecinos envuelta en un sofocante complot. Los figurantes decadentes de los espect¨¢culos de westerns del desierto de Almer¨ªa. Le puede a usted hacer gracia o no, pero todo es Alex de la Iglesia.

Por eso, cuando se empez¨® a o¨ªr que el director vasco estaba metido en un proyecto sobre las brujas de Zugarramurdi, la reacci¨®n general no pudo ser otra: esto es puro Alex de la Iglesia. Aquelarres en las cuevas de unas exuberantes monta?as, seis mujeres quemadas vivas en la hoguera acusadas de brujer¨ªa por la Inquisici¨®n. Y todo, apenas a 200 kil¨®metros del lugar de nacimiento del director. ¡°Esto me ronda desde ni?o¡±, explica. ¡°En Euskadi, las brujas o sorgines est¨¢n muy presentes. Ya mi padre me hablaba de Zugarramurdi. Y estudiando en la universidad, me adentro en el proceso inquisitorial y en el mundo de las brujas, mezclado con la antropolog¨ªa cultural vasca. Leo a Barandiaran, a Julio Caro Baroja. Estudi¨¦ Filosof¨ªa en Deusto, y all¨ª est¨¢ una de las colecciones m¨¢s importantes de demonolog¨ªa del mundo. Yo hablaba con los profesores que estaban en contacto con el tema y, sin entender nada, me divert¨ªa much¨ªsimo. Tuve un profesor de Metaf¨ªsica en quinto, Andr¨¦s Ortiz Os¨¦s, que me habl¨® del mundo de las brujas y del matriarcalismo vasco que, de manera c¨®mica y grotesca, est¨¢ reflejado en la pel¨ªcula. Cuando hice El d¨ªa de la Bestia, Jorge [Guerricaechevarr¨ªa, guionista] y yo escribimos incluso una secuencia en la que el padre Berriartua so?aba con su madre y con aquelarres en el bosque. No llegamos a rodarlo, pero es un tema que siempre hemos querido hacer¡±.

Que nadie espere del filme una visi¨®n hist¨®rica, sino descontextualizada

El centro de la mitolog¨ªa vasca es la diosa Mari, que personifica a la madre Tierra, preside una aut¨¦ntica religi¨®n naturalista y entronca con el matriarcalismo vasco, con la etxekoandre (mujer de la casa) como eje vertebrador del caser¨ªo y la sociedad. Su contrapunto es el Aker, o macho cabr¨ªo, que representa la sexualidad masculina al servicio de la diosa Mari. Y el aquelarre, o campo del macho cabr¨ªo, hace referencia al encuentro del Aker con las sacerdotisas de Mari, las sorgines, en una ceremonia de car¨¢cter sexual. Ritos que se celebraban, por ejemplo, en las monta?as navarras de Zugarramurdi.

En 1608, tras pasar un tiempo al otro lado de la frontera, Mar¨ªa Ximildegi regres¨® a Zugarramurdi y difundi¨® entre sus vecinos leyendas de brujas que volaban en escobas y hac¨ªan conjuros que perjudicaban las cosechas y el ganado. Los rumores volvieron a los aldeanos en contra de aquellas curanderas, conocedoras de las ciencias de la naturaleza, que participaban en los aquelarres nocturnos, probablemente aderezados con sustancias psicotr¨®picas, en los prados que hab¨ªa junto a las cuevas. Aquella bronca se zanj¨® con la confesi¨®n p¨²blica de los participantes, deseosos de recuperar la normalidad. La paz volvi¨® a las monta?as, pero lo har¨ªa por poco tiempo. Se cuenta que fue el abad del monasterio de San Salvador de Urdax, fray Le¨®n de Aran¨ªbar, quien acudi¨® a Logro?o, a la sede del Santo Oficio en el norte, a denunciar los hechos. Y en enero de 1609, los inquisidores Juan del Valle Alvarado y Alonso de Becerra y Holgu¨ªn llegaron al pueblo y emprendieron la que se convertir¨ªa en una de las mayores cazas de brujas de la historia. Sus tramposas pesquisas terminaron con decenas de encarcelados, muchos de ellos muertos entre rejas, y con un multitudinario auto de fe, celebrado el 7 de noviembre de 1610, en el que se proces¨® a 40 personas, condenando a seis de ellas a arder vivas en la hoguera.

Que nadie espere de esta pel¨ªcula, conviene zanjarlo de antemano, un acercamiento hist¨®rico al asunto. ¡°Eso ya lo hizo, y muy bien, Pedro Olea [Akelarre, 1983]¡±, recuerda el director. ¡°Nosotros quer¨ªamos contarlo desde un punto de vista totalmente descontextualizado¡±. Y tanto. Aqu¨ª cabe un atraco de estatuas humanas a un establecimiento de compra de oro, un Bob Esponja de la Puerta del Sol acribillado a tiros y hasta el gargantua, ese aldeano gigante, atracci¨®n habitual en las fiestas populares vizca¨ªnas, que se traga a los ni?os por la boca y los expulsa por el culo a trav¨¦s de un tobog¨¢n. Estamos, no hay que olvidarlo, ante Alex de la Iglesia. Y su mundo sigue ah¨ª. Aunque ¨¦l ya no sea un adolescente con gafas de pasta y camiseta negra rebuscando en tiendas de c¨®mics, ni el cerebrito friki de 25 a?os que rod¨® Acci¨®n mutante, sino un tipo de 47 a?os, con 11 largometrajes y un Premio Nacional de Cinematograf¨ªa a sus espaldas, expresidente de la Academia de Cine, padre de dos hijas y reci¨¦n divorciado.

Es la pel¨ªcula con la que el director est¨¢ m¨¢s orgulloso de su trabajo con los actores

Cuando Woody Allen reflexiona sobre la crisis de la pareja escribe la intimista y delicada Maridos y mujeres. Y cuando lo hace Alex de la Iglesia, lo que le sale es una delirante road movie protagonizada por un padre incompetente que lucha por la custodia de su hijo, un relaciones p¨²blicas de discoteca atontado por cientos de noches de pastillas y cansado de ser hombre objeto, un taxista que lee revistas esot¨¦ricas en la cola de Barajas y un se?or de Cuenca que pasaba por ah¨ª. O, en palabras del director, ¡°una historia de los tontos contra las malas¡±. Porque, al final, Las brujas de Zugarramurdi, que se estrena el 22 de septiembre, es una historia de guerra de sexos. ¡°Cada uno de los personajes se ve involucrado en el mundo de las mujeres de una forma m¨¢s o menos pat¨¦tica¡±, cuenta De la Iglesia. ¡°Y eso es algo que me hace mucha gracia. Sin ning¨²n tipo de maldad y mucho menos con ganas de sentenciar nada. Pero s¨ª: los hombres somos seres medio tontos que vivimos en un mundo de confusi¨®n. Y las mujeres lo tienen todo clar¨ªsimo y nos manipulan. Mi propia vida es bastante c¨®mica a ese nivel. La vida de una persona divorciada es c¨®mica en s¨ª misma, y tambi¨¦n es tr¨¢gica. Hay momentos en los que te preguntas por qu¨¦ no puedes estar m¨¢s con tus hijas. Y eso te coloca en una situaci¨®n dram¨¢tica, pero a la vez te mantiene vivo¡±.

Si existe el karma, robar una alianza de boda que alguien ha empe?ado tras un matrimonio fracasado debe de tener un karma mal¨ªsimo. Pues no es uno, sino una maleta con 25.000 anillos lo que se llevan los desgraciados Hugo Silva y Mario Casas tras atracar un chiringuito de compra de oro en Sol, antes de emprender una millonaria carrera en taxi. El mal rollo del arca perdida de Indiana Jones es jauja al lado de, como la llama el director, ¡°el arca de la alianza¡±. En su huida, perseguidos por dos polic¨ªas (Pep¨®n Nieto y Secun de la Rosa) y la mujer de Hugo (Macarena G¨®mez), acaban en Zugarramurdi, en manos de una familia de tres generaciones de brujas, Terele P¨¢vez, Carmen Maura y Carolina Bang, que les enredar¨¢n en un multitudinario aquelarre.

La pel¨ªcula es, asegura el director, de la que m¨¢s orgulloso se siente en cuesti¨®n de trabajo con los actores. ¡°Alex tiene esa capacidad de los grandes directores de hacer que todo parezca bajo control¡±, opina Mario Casas, actor que en Las brujas¡­ despliega unas inesperadas dotes para la comedia. ¡°Me ha respetado, ha confiado en m¨ª y me ha dado alas¡±. Seg¨²n Hugo Silva, que es algo as¨ª como el l¨ªder de la banda, ¡°todo el mundo estaba muy motivado. Alex es muy capit¨¢n de barco y te implica much¨ªsimo en lo que quiere contar¡±.

La clave del clima que se logr¨®, explica el director, est¨¢ en una feliz idea que tuvo Carolina Bang, joven actriz que se revela como una poderosa hero¨ªna de acci¨®n, y su actual pareja. ¡°Cre¨® un grupo de Whats?App en el que estaban todos los actores¡±, explica. ¡°Y de repente, hablaban entre ellos de lo que hab¨ªan hecho, de lo que les parec¨ªa cada secuencia¡­ De pronto, nos perdimos todos el respeto. No era lo t¨ªpico de ¡®el director quiere esto y los actores defienden su personaje¡¯, ese tipo de confrontaciones que se dan en la direcci¨®n de actores. Gracias a esa tonter¨ªa, me di cuenta de que la relaci¨®n con los actores es algo esencial. Nada infund¨ªa respeto, nada daba miedo¡±.

¡°Ha confiado en m¨ª y me ha dado alas¡±, alaba al director Mario Casas

Hablamos de un rodaje muy exigente en lo f¨ªsico, con el tiempo m¨¢s que ajustado, secuencias de exteriores con centenares de figurantes, y que el primer d¨ªa acab¨® con una joven bruja en urgencias. ¡°Corriendo por el prado, Carolina se dio un golpe brutal en la cabeza y acabamos en el hospital¡±, recuerda el director. ¡°Pero el cine es as¨ª. Si tienes a 700 brujas corriendo por un entorno natural, alguien se puede caer y romper la cabeza. Y ocurri¨®. Por suerte no hubo mucha sangre, y al d¨ªa siguiente pudimos volver a rodar, aunque el m¨¦dico nos dijo que no pod¨ªamos hacerlo. Pero esto es as¨ª, esto es el negocio, y no hay otra forma de hacerlo¡±.

A Alex de la Iglesia le ha costado 25 a?os de profesi¨®n comprender que su principal cualidad como director es el oficio. ¡°Dirigir es conseguir controlar a un grupo de gente y cumplir con un tiempo¡±, explica. ¡°Y eso es de lo que m¨¢s orgulloso estoy. Lo que mejor hago es administrar el tiempo, y creo que esa es la primera labor de un director. S¨¦ obtener unos resultados determinados con lo que tengo. T¨² te colocas aqu¨ª; t¨², aqu¨ª, la c¨¢mara, aqu¨ª. Y no me discut¨¢is porque s¨¦ c¨®mo se hace. Me he equivocado mucho: como artista, como persona¡­ Pero en esto no. Soy bueno en eso, y es algo que he aprendido haciendo cine. Y tiene una aplicaci¨®n en la vida real muy importante. Como dice mi director de fotograf¨ªa, Kiko de la Rica, ¡®el que piensa pierde¡¯. Odio a la gente que piensa demasiado. Yo soy m¨¢s de hacer. Me molesta la gente que se pasa horas pensando d¨®nde vamos a ir a cenar. A un italiano, a un japon¨¦s¡­ y de repente te dan las once y media de la noche y dices: ¡®?Hijos de puta, no hemos ido a ning¨²n lado! ?Vamos al primero que veamos!¡¯. Si es que da igual. No importa en qu¨¦ restaurante est¨¦s si est¨¢s con tus amigos. Si est¨¢ malo, m¨¢s divertido, as¨ª puedes protestar. Y si est¨¢ bueno, has encontrado un lugar m¨ªtico¡±.

Mientras usted lea estas l¨ªneas, Alex de la Iglesia seguir¨¢ enfrascado en la posproducci¨®n de la pel¨ªcula, que llegar¨¢ casi derrapando al Festival de San Sebasti¨¢n, donde se exhibir¨¢ en la secci¨®n oficial, fuera de concurso, y se proyectar¨¢ en la pantalla gigante del vel¨®dromo de Anoeta. Secuencias con centenares de figurantes, actores volando, complej¨ªsimas animaciones en tres dimensiones¡­ un proyecto osado para los tiempos que corren. ¡°Hombre, depende de con qui¨¦n te compares¡±, matiza De la Iglesia. ¡°A m¨ª me gustar¨ªa hacer Pacific Rim, con 280 millones de d¨®lares. Pero no va a poder ser. La est¨¢ haciendo Guillermo [del Toro] y la har¨¢ muy bien. El asunto es saber d¨®nde est¨¢s. Tengo un mont¨®n de amigos en el paro. Amigos que considero genios y que no consiguen levantar un proyecto. Esto es un privilegio. Estoy haciendo la pel¨ªcula que quiero y por un presupuesto razonable. Cinco millones. Menos que La chispa de la vida [su anterior pel¨ªcula] y casi diez veces menos que Lo imposible [Juan Antonio Bayona, 2012]. Pero Lo imposible ha hecho el doble de dinero de lo que ha costado, de modo que es absolutamente rentable. Hay que conocer el funcionamiento de la rentabilidad. Igual acometiendo proyectos arriesgados logras resultados mucho mayores. Es como ir al casino. Hay que saber d¨®nde se apuesta. Y, por supuesto, no puedes dejar apostar a cualquiera. Hay que saber. Pero siempre es un riesgo¡±.

?Miedo al estreno? ?pavor! lo vives cada d¨ªa peor. Cada vez hay m¨¢s que defender Alex de la Iglesia

Cuando Coppola hizo Dr¨¢cula ya era un mito del cine. Pero cuentan que estaba tan nervioso que el d¨ªa del estreno huy¨® a una isla perdida. Estaba solo, esperando que alguien le llamara y le dijera c¨®mo hab¨ªa ido. Cada pel¨ªcula es un salto al vac¨ªo, y el miedo al estreno, cuenta De la Iglesia, no desaparece con los a?os. ¡°?Miedo? ?Pavor! Lo vives cada d¨ªa peor¡±, asegura. ¡°Cada vez eres m¨¢s consciente de las consecuencias y tienes m¨¢s que defender. En este pa¨ªs no creo que haya ning¨²n director, salvo quiz¨¢ directores productores como Pedro [Almod¨®var], que consiga generar un patrimonio con su trabajo. Yo vivo al d¨ªa. Hago pel¨ªculas, hago televisi¨®n, publicidad¡­ Tengo que rodar para vivir: si no, no pago el colegio de mis ni?as. Y repito, me considero un privilegiado porque estoy trabajando; hay un mont¨®n de gente que no tiene esa suerte y son mejores que yo. Es decir: esto es injusto. Y dirigir no es solo dirigir. Es levantar un proyecto, financiarlo, venderlo¡­ Los americanos estudian el pitch, que es vender un proyecto en tres frases. Sentarte delante de un productor ejecutivo de un estudio, presentarle tu pel¨ªcula en tres frases y que no se aburra. ¡®Un grupo de desesperados que huyen en busca de la felicidad y se encuentran con el infierno, y al final resulta que el infierno es la felicidad¡¯. Ese ser¨ªa el pitch de Las brujas¡­ El productor es el p¨²blico m¨¢s salvaje que existe. ¡®Vale, no me ha hecho gracia, otra¡¯. Eso me lo han dicho. Escribes durante seis meses un guion, le sueltas tres frases a un productor y te dice que no, que otra. Hay que convencer en un segundo. Pero prefiero eso. Aqu¨ª, todo el mundo te dice que s¨ª y luego es que no. Esta profesi¨®n no es normal. Por eso, si todo es tan dif¨ªcil, al menos disfrutemos rodando¡±.

Y en esas est¨¢. Tratando de disfrutar y de que el disfrute se convierta en la esencia de su trabajo. ¡°Es necesario guiarse por un instinto¡±, defiende. ¡°Vamos a hacer esta pel¨ªcula porque me apetece contar esto ahora. Vamos a hacer una pel¨ªcula enloquecida. A divertirnos. Si eres consciente de que esto es serio, est¨¢s muerto como creador. Es un deber del director mantener la pureza a ese nivel. Me enorgullece que se diga que tengo un discurso. Pero te aseguro que desde dentro no existe. Est¨¢n tus pulsiones, tus angustias. Tambi¨¦n hay una necesidad de crear esa gran obra de arte que no llega nunca. Y eso te genera un car¨¢cter, te curte. Te hace despreciarte y re¨ªrte. Igual ah¨ª est¨¢ la clave¡±.

¡°Alex te implica much¨ªsimo en lo que quiere contar¡±, dice Silva

Con una foto de su perro salchicha y la frase ¡°un tipo que hace cine¡±, Alex de la Iglesia mantiene una intensa actividad en Twitter. ¡°Cuando te compras unos zapatos puedes decir que te quedan mal, pero no dices que est¨¢n mal hechos porque no encajan con tu pie¡±, explica. ¡°En el cine, s¨ª. Todos somos Godard. Y eso est¨¢ bien. Lo bueno de Twitter es que te coloca en el mundo real. Hablas con gente que te aborrece a ti, a tu cine y a todo lo que representas. Y eso es bueno. Hay que saber a lo que te enfrentas. La creaci¨®n puede ser un proceso aislante. Pero en otros campos, como en la literatura, mucho m¨¢s. Yo me comunico con 150 personas cada d¨ªa. Y eso te destruye ps¨ªquicamente, pero es muy bueno para el trabajo. En el momento en que te a¨ªslas, mueres. Es importante recibir la pedrada. Me interesa lo desconocido. Yo, desgraciadamente, hay aspectos de la cultura a los que nunca acceder¨¦. Nunca disfrutar¨¦, por ejemplo, con un partido de f¨²tbol. Lo siento. Y, sin embargo, har¨ªa una pel¨ªcula sobre Messi. Porque me interesa el personaje. En el momento en el que te deja de atraer lo desconocido est¨¢s perdido. No es importante d¨®nde est¨¢s, sino las ideas que llegan a tu Google¡±.

No es lo mismo dar un refresco que vender un refresco. De haberlo sabido, el camarero de Mirindas asesinas quiz¨¢ no habr¨ªa muerto acribillado a tiros en la barra. En 1991, aquel cortometraje llam¨® la atenci¨®n de los hermanos Almod¨®var y decidieron producir el primer largo de Alex de la Iglesia. Quiz¨¢ ahora no es tan f¨¢cil que alguien apueste por ti, pero puede que cada vez haga menos falta. ¡°Dentro de poco, todo el mundo podr¨¢ hacer Superman con el ordenador de su casa¡±, explica el director. ¡°Y eso est¨¢ bien. Que nos pongan a todos en nuestro sitio. No somos tan importantes¡±. Los tiempos cambian, pero el cine, asegura De la Iglesia, es el mismo. ¡°La hecatombe que est¨¢ produciendo Internet puede ser buena para nosotros si somos lo suficientemente inteligentes como para vehicularla. Es algo que va a ocurrir¡±, concluye, ¡°y espero estar ah¨ª para vivirlo¡±.

Carmen Maura, musa de La Concha

La primera mujer espa?ola que recibir¨¢, el pr¨®ximo 22 de septiembre, el Premio Donosti del Festival de San Sebasti¨¢n tiene un deseo. ¡°Quiero que alguien me lleve al parque de atracciones del monte Igueldo¡±, admite. Le pica la nostalgia de aquellos veraneos de ni?a. Vacaciones de cuadrillas y de extra?os ritos de cortejo por La Concha. Carmen Maura volver¨ªa a la ciudad, esta vez al festival de cine, convertida en joven musa del cine de la Transici¨®n (Tigres de papel, 1977) y de la movida (Pepi, Luci, Bom¡­, 1980). En 2000 recoger¨ªa la Concha de Oro a la mejor actriz por La comunidad, de Alex de la Iglesia, director de cuya mano vuelve en esta 61? edici¨®n (del 20 al 28 de septiembre) con Las brujas de Zugarramurdi. ¡°Es de los cuatro directores que me han dado el empuj¨®n, con Saura, Almod¨®var y Colomo. Tiene un punto muy bestia, pero, adem¨¢s, muy tierno, como un ni?o jugando con un tren de juguete¡±. Recibir¨¢ el galard¨®n con un centenar de pel¨ªculas, gozando de la madurez de sus 68 a?os. ¡°Me parece estupendo ser una viejecita¡±, explica. ¡°Me parece como un derecho. Lo ¨²nico que me importa es ser cre¨ªble. As¨ª, al final, te encuentras guapa. Todas las mayores est¨¢n operadas, por eso un d¨ªa le dije a Ver¨®nica Forqu¨¦ que nos ¨ªbamos a forrar de mayores¡±.