El ¡®tontismo¡¯

Unamuno ser¨ªa hoy una estrella del tuit. ?Qui¨¦n mejorar¨ªa, en tres palabras, lo de ¡°Me duele Espa?a¡±? Ese lamento personal cundi¨® como expresi¨®n de un sentimiento colectivo. Todos se apuntaron al diagn¨®stico en un pa¨ªs que sal¨ªa abatido de la tunda del 98, el desastre que los zombis gobernantes no quisieron ver. Pero la doctrina doliente no resolvi¨® la tensi¨®n entre el lastre nost¨¢lgico del imperio y la necesidad de desenjaular Espa?a, liberarla de la condici¨®n de retaguardia del purgatorio y reinventarla como espacio de modernidad. Un pa¨ªs del deseo y no del sufrimiento. En Sexualidad y escritura (1850-2000), Joseba Gabilondo sostiene, con una mirada hist¨®rica transgresora, que el noventayochismo acab¨® derivando la voluntad regeneracionista hacia el casticismo y reaccionando ante los conflictos con ¡°un histerismo masculino¡±. Es decir, hist¨¦ricos con casta. Un claro ejemplo fue la actitud hist¨¦rica de escritores y periodistas castizos hacia Emilia Pardo Baz¨¢n, que se los pod¨ªa merendar a todos, pero que prefiri¨® ser una gran escritora europea de paso por Madrid y Meir¨¢s. Por ah¨ª estamos. No sabemos si a este Gobierno le duele mucho Espa?a, pero s¨ª que a Espa?a le duele este Gobierno. Esta ma?ana, yo mismo me he levantado con tremendo dolor. Me dol¨ªa esto y lo otro. Hasta la sombra me dol¨ªa. Pero, sobre todo, la cabeza. Si me duele la sombra y la cabeza, conclu¨ª, ser¨¢ Espa?a lo que me duele, carajo. Pero no era al modo metaf¨ªsico. Me dol¨ªan las becas en el hemisferio derecho. Me dol¨ªa el I+D+i en el neoc¨®rtex. Me dol¨ªa la memoria en el hipocampo, por la historia repetida del trato infame al profesorado. Retumbaba aquel aserto atroz de la depuraci¨®n franquista: ¡°Y todav¨ªa hay algo peor que los maestros: ?las maestras!¡±. Me dol¨ªa, en fin, el miedo a quedar sin cabeza. El tontismo vigente. Y tambi¨¦n la sombra. La sombra de Espa?a. Ese dolor que deja la fuga de cerebros.