La plaga del fuego
La acci¨®n policial no basta contra los incendios forestales si no se atacan sus causas profundas
Como una fatal rutina de cada verano, Galicia vuelve a ser pasto de las llamas con m¨¢s de 15.000 hect¨¢reas calcinadas. Los incendios forestales han tenido en vilo a decenas de aldeas y han arrasado lugares de gran valor natural como zonas de la Reserva de la Biosfera en Os Ancares (Lugo) o el Monte Pindo, uno de los paisajes m¨¢s impresionantes de la Costa da Morte. Pasan las d¨¦cadas y los Gobiernos dedican ingentes cantidades de fondos p¨²blicos a sostener el dispositivo de lucha contra el fuego ¡ªapagar un gran incendio puede costar m¨¢s de medio mill¨®n de euros¡ª y todo sigue como siempre. Galicia se transforma en un paisaje ceniciento, mientras autoridades y expertos se enzarzan en el en¨¦simo cap¨ªtulo de un debate interminable.
Casi tan exasperante como la plaga incendiaria resulta la actitud de los pol¨ªticos. En la oposici¨®n, acusan al Gobierno de ineptitud. Y, una vez en el poder, impotentes para detener el desastre, sugieren que hay una mano negra que prende fuego al monte no se sabe muy bien con qu¨¦ misteriosas intenciones. El ¨²ltimo ejemplo es el del presidente de la Xunta, Alberto N¨²?ez Feij¨®o. En 2006, culpabiliz¨® al Gobierno que entonces formaban socialistas y nacionalistas de una devastadora oleada de incendios, y ahora se defiende argumentando que ¡°los ¨²nicos responsables son los incendiarios¡±. Con esa premisa, la Xunta y el Gobierno pretenden que la soluci¨®n est¨¢ en manos de la polic¨ªa y de la justicia. De hecho, la reci¨¦n anunciada reforma del C¨®digo Penal propone endurecer las penas contra los incendiarios. Pero el problema no es tanto una supuesta lenidad de la ley como la dificultad para reunir pruebas incriminatorias y el hecho de que la mayor¨ªa de los detenidos lo son por negligencias.
Todas las investigaciones coinciden en que alrededor del 70% de los fuegos son provocados por el hombre, y ah¨ª se juntan una heterog¨¦nea variedad de actores y causas: desde los descuidos hasta la pervivencia de una cultura del fuego muy enraizada que secularmente ha acompa?ado las labores agr¨ªcolas. La mayor¨ªa de expertos tambi¨¦n apunta a que el abandono del monte, vinculado a la desertizaci¨®n de las zonas rurales, crea las condiciones perfectas para que Galicia sea una hoguera. Solo una pol¨ªtica que ataque esas causas profundas podr¨¢ sentar las bases para al menos mitigar la cat¨¢strofe ambiental de cada verano.
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