Nuevo curso

Hace como 20 a?os, cuando publicabas un art¨ªculo referido a la educaci¨®n, te escrib¨ªan los maestros pregunt¨¢ndote con curiosidad cu¨¢l era el motivo de tu inter¨¦s por la escuela. Pocas eran las columnas que se dedicaban al asunto, de ah¨ª la extra?eza de los docentes, acostumbrados a despertar poco inter¨¦s. Aun as¨ª, los problemas que hoy asfixian a los maestros ya se apuntaban entonces, aunque no a todo el sector educativo le parec¨ªa bien que se ejerciera una mirada cr¨ªtica sobre el sistema, porque hab¨ªa defensores de las distintas reformas educativas que apelaban a la universalizaci¨®n de la ense?anza en nuestro pa¨ªs para justificar cualquier disparate pedag¨®gico. Pero los que visit¨¢bamos los centros para realizar encuentros literarios pod¨ªamos observar c¨®mo aumentaba la frustraci¨®n del profesorado, al que poco a poco se le fue cargando sobre los hombros necesidades sociales de un alumnado cada vez m¨¢s complicado.

Los recortes han agudizado las carencias hasta hacer a veces insoportable la profesi¨®n para algunos docentes, pero nuestros maestros y profesores reivindicaban ayuda pr¨¢ctica y apoyo moral desde hace mucho tiempo. Por esa falta de rigor en el debate y una excesiva politizaci¨®n, que unas veces impone la derecha y otras impuso la izquierda, lo que ayer fue preocupante hoy se ha convertido en dram¨¢tico.

Si un profesor era ya, desde hace a?os, alguien que ten¨ªa que ejercer labores de asistencia social, lidiar con problemas disciplinarios, o que echaba en falta profesores de apoyo que facilitaran la integraci¨®n de ni?os inmigrantes o con otro tipo de problemas, ahora padece lo mismo pero multiplicado por m¨¢s alumnos y menos docentes. Los profesores se han hecho visibles por los recortes econ¨®micos, y bien est¨¢ que as¨ª sea, pero llevan muchos a?os clamando al cielo. Pienso en ellos, ahora que empieza el curso.